...PRENSA


El Comité de Representantes recibe a la señora Estela B. de Carlotto, declarada "Ciudadana Ilustre de América Latina".
Palabras de Estela B. de Carlotto
10/02/2014

Muchísimas gracias, muchísimas gracias. Después de escuchar tantos elogios, tantas palabras hermosas de mis queridísimos países, porque a medida que yo escuchaba a cada uno de los expositores recordaba cuando yo fui a ese país, porqué fui a ese país, que hizo ese país, que sufrió, que dio, que solidaridad, como tendió las manos. Y pienso entonces no en las palabras de elogio, porque me abruman y me da pudor porque pienso que es demasiado, porque soy una mujer común, soy una mujer de tantas, de miles, que luchan en este mundo por el otro, por el que sufre, por el que necesita y por la liberación de sus pueblos, para tener autonomía, decisión, sobre todo sus pueblos: felicidad. Felicidad es el respeto a la vida sobre todo, y la vida se respeta dándoles el bienestar necesario y la dignidad para vivir cada uno en su tierra con todo lo que necesita, mínimo para ser feliz.

Me da pudor porque yo soy una mujer más, que si bien uno nace con condiciones naturales, yo me acuerdo que desde chiquita fui medio líder en los grupitos, en las escuelas primarias, y sobre todo había una cosa que me develaba profundamente y era la injusticia. Entonces, en lo demás siempre fui tranquila; buena alumna, buena hija, tuve amor, tuve una vida plena, la felicidad, el matrimonio, los cuatro hijos, de ser docente que fue lo que soñé desde chiquita y que pude amparar a tantos chiquitos en la primera escuela en la que ejercí que era muy pobrecita, donde yo desarrollé y saqué todo ese amor que tenía hacia ellos pero que evidentemente no fue suficiente ¿Porque? Uno a veces hace cosas que cree que son las que hay que hacer, y a veces no es suficiente, y lo aprendí con Laura, con Laura mi hija. Digo Laura, los demás están, estamos juntos, pueden ahora decir lo que ellos sentían y sienten todavía, que es esa lucha para que en nuestro país hubiera justicia social.

Yo nací en 1930 y en ese año empiezan las dictaduras en mi país, las dictaduras fueron sucesivas y permanentes, votaban los que tenían que votar, la mujer no votaba en ese tiempo, se elegía un gobierno legal, constitucional, pero siempre llegaba una dictadura cívico-militar. Había una sociedad minoritaria y de poder económico sobre todo, que era feliz con esas dictaduras porque se cumplían sus deseos de ambición, no pensar en el pueblo sino en el bolsillo.

Yo me críe con esas dictaduras. Por eso, siempre hago, para graficar esta lucha que tanto ustedes han ensalzado y que voy a llevar adelante mientras tenga vida, porque es cierto, voy a seguir yendo a las Abuelas todos los días, a la hora que sea, y voy a trabajar en mi casa sábados y domingos para seguir encontrando los centenares de nietos que faltan de mis hermanas que, como yo dije, no quieren morirse sin abrazar a sus nietos.

Pero ¿porque ese cambio de aquella señora? esa niña criada en un hogar de clase media, con mucho amor, pero engañada con las historias oficiales que contaban esas dictaduras con las que me críe. Yo nací en el 30’ y por supuesto la radio era el elemento y los medios escritos, no había televisión, no había nada, e informaban mentiras, nos querían convencer de que eso era bueno, de que era mejor, que el gobierno constitucional no servía, y yo para graficarlo digo: en la radio la marchita número 1, el comunicado número 1 y ese día no iba a la escuela, papá no trabajaba; pero al día siguiente como nada.

Es decir, nos enseñaron a ser acatadores y serviles a algo que nos transformó en un país rico; en un país pobre; sometido. Entonces, la dictadura que ellas, mis hijos, las dos mujeres mayores sobre todo me anunciaban allá en el 70’, preparándonos a los padres para lo que se venía aun cuando teníamos un gobierno constitucional; la discusión de mi aprendizaje acatador del sistema y del discurso revolucionario de esos jóvenes estudiantes, de esos obreros, de esa gente que tenía la mente clara, mi sirvió para ir incorporando esas verdades.

Cuando yo quería que mi hija -mi marido no tanto, porque él era más atrevido, más progresista, más consciente que yo- cuando le decía: «Laura, te tenes que ir, están matando a tus compañeros», lo veíamos todos los días. Yo era directora de una escuela, mis maestras venían llorando por lo que habían visto a cualquier hora, que era acribillar jóvenes y arrastrar los cadáveres para no aparecer nunca. O dejar niñitos abandonados, «téngalo y ya vendremos», y no volvieron nunca y esos niños quedaron a la deriva. En otros casos se los llevaban y desaparecían.

«Te van a matar Laura, te tenes que ir del país, ya tenemos todo listo». Creo que no tenía 20 años todavía, estaba estudiando, pero su compromiso político y el de sus compañeros fue creciendo y fue siendo cada vez más fuerte, más contundente, por lo tanto era más peligrosa su vida. Me dijo -y se me grabó a fuego esto- que no se iba a ir porque su proyecto estaba en el país y si la sacábamos iba a volver porque seguramente solo dormida, cuando despertara iba a volver. «Mamá, nadie quiere morir, todos tenemos un proyecto de vida pero miles de nosotros vamos a morir, y nuestra muerte no va a ser en vano».

Esas palabras son las que llevo incorporadas a ese cambio en mi mentalidad y me hizo entender que cuando yo le decía «¿porque en vez de hacer política no vas a la casa cuna a cuidar chiquitos?», se reía, «mamá eso no sirve, eso es un remiendo, eso es para un ratito y además no tienen que existir las casas cuna, no tiene que haber mamás y papás que no tengan trabajo, que no tengan un techo, que no tengan acceso a la dignidad para poder criar a sus hijos, y por eso estamos luchando».

Entonces, esta señora, burguesa, confundida, aprendió de sus hijos, pero siempre rogando a Dios que nunca le pasara lo que yo estaba viendo que pasaba a sus compañeros, que era que un día no volviera. Eso pasó. Un día no llamó, un día no escribió, y ese día mi vida es otra. No hay que asombrarse de eso, que madre no busca a un hijo, una hija cuando no vuelve, así fue a un baile o una fiesta; mira el reloj, espera, sale y busca. Si no viene en un día se desespera, y en dos, y la va a buscar siempre, y si además, como en el caso nuestro, se agrega que esa hija estaba embarazada en el momento del secuestro y que ya íbamos probando de que esos niños nacían, no mataban a las jóvenes embarazadas, las dejaban vivir, buscar esas dos generaciones era lo lógico.

O sea que yo sostengo que lo que yo he hecho es lo lógico, porque a mí me ha inspirado el amor, a mi hija, a ese nieto que busqué, a sus compañeros que conocí porque venían a mi casa a preparar los carteles para sus marchas, hasta yo les daba sábanas viejas para hacer lo que después exhibían por la calle. Ese empeño en el cambio, y como dijo ella no fue en vano esa sangre que regó nuestra Patria, como regó tantos países de Latinoamérica, porque estamos todos con democracias y ellos son los que nos dieron la democracia; esos desaparecidos, esos luchadores de nuestra querida Latinoamérica. Con defectos, la democracia perfecta todavía no está, hasta que no tengamos todo resuelto y libres para ser autónomos, para ser dignos de que nuestras culturas sean las que queremos y no otras que nos impongan.

Entonces, esa fuerza de ese amor, de ese orgullo que siento por Laura, que siento por mis otros hijos y que hoy siento por mi nieto, será lo que les hace a ustedes verme más joven. Yo me siento más joven, porque que horrible hubiese sido quedarme en mi casa llorando, envejeciendo sin hacer nada. Qué bueno es poder envejecer haciendo, no para uno, para el otro, porque la consigna de las Abuelas de Plaza de Mayo no soy yo sola, la consigna con mis amigas, mis hermanas, que somos una Asociación de mujeres que no nos juntamos porque estábamos todas en el mismo nivel social, religioso, cultural y decíamos “bueno, vamos a hacer campeonatos de jugar a las cartas”; no, nacimos de una búsqueda solitaria primero, luego con las manos agarradas y diciendo vamos juntas, esa cosa femenina casi de decir: vamos.

Somos distintas y seguimos y hace que el tronco, del dolor y del amor, no nos disuelva. Treinta y siete años vamos a cumplir en pocos días, de estas manos unidas, y vamos a seguir aunque usemos bastón y aunque caminemos más despacio. Siempre digo, yo creía que cuando lo encontrara a Guido iba a tirar el bastón, todavía no puedo, pero el bastón es de tanto caminar, de gastar baldosas, no solo en la Plaza de Mayo, en el mundo. De no arrodillarnos nunca. Antes el bastón que caer de rodillas para negociar nada, para negociar la libertad de nuestros hijos.

No somos distintas, insisto, a tantas mujeres del mundo anónimas, y cuando me dicen esas condiciones que yo tengo de valentía, yo nací así, siempre las injusticias eran lo que a mí me ponían nerviosa, pero sino sigo siendo tranquila, equilibrada creo, nunca me van a ver agredir a nadie porque creo que la agresión no sirve sino el diálogo, aunque pensemos distinto. Convencer.

Se están haciendo juicos en mi país, en casi todas las Provincias, para juzgar y condenar a los genocidas y ahora estamos empezando con los civiles cómplices también, y yo estuve en juicios para atestiguar sobre el caso particularmente de Laura y su campo de concentración; donde estuvo ahí nueve meses, tirada, humillada, torturada, donde le sacaron su hijito a las pocas horas y dos meses después la asesinaron; y veía la cara de los genocidas imperturbable, pétrea, deshumanizada; y hasta pude en mi alegato final decirles que su humanicen y nos digan, porque saben dónde están los centenares de nietos, donde llevaron los cuerpos de las víctimas asesinadas, porque la sociedad argentina -que al principio nos llamaba locas y los genocidas decían que mentíamos- hoy ya nos acompaña casi mayoritariamente porque saben que esa dictadura nos tocó a todos; se perdió la salud, se perdió la educación, se instaló el miedo, y eso fue efecto en todo el pueblo argentino.

Entonces, esta cruzada de las Abuelas de Plaza de Mayo, de la que yo soy parte, y esa sublimación de mi persona puede ser porque yo, al presidir una Institución y tener el carácter de no tolerar la injusticia, confronto, salgo, por eso a medida que escuchaba a los amigos de los países hermanos recordaba cuando estaba ahí. En Cuba estuve por primera vez en el 84’ y muchísimas veces más, y abracé al compañero Fidel todas las veces que pude, o sea que en eso les agradezco mucho. Bolivia; con Evo, ni hablar la admiración, fue premiado por nuestro país. Paraguay; claro que ahí si se cobijaron los genocidas y después pudimos traer al país a los niños que ahí se los habían llevado robados, con una identidad falsa.

Y esta fuerza también, de esta reparación histórica, de terminar con esa injusticia de saber que hay chicos viviendo con los ladrones y quizás los asesinos de sus papás, criados quién sabe cómo y hay que liberarlos. Esa necesidad de sacarlos nos ha devuelto la alegría de saber que estamos haciendo las cosas bien y que hay que seguir haciéndolas porque la mayoría de los nietos que hemos restituido nos acompañan, están en nuestra casa cotidianamente y ya, por razones lógicas y de nuestra vida, son nuestro relevo. El día que no esté ninguna Abuela -porque mientras esté una Abuela manda la Abuela- ellos van a seguir. Si faltan casi 400, no vamos a alcanzar nosotras a encontrarlos pero ya dejamos el relevo. En la Comisión Directiva que era exclusivamente de Abuelas ya están los nietos, y nuestros nietos familiares de esas familias que la dictadura cívico-militar quiso destruir por el miedo, de aquellos que decían «por algo será», «en algo andaban», «a mí no me tocó», y se quería disociar la sociedad y las familias.

Las familias, les hablo por mi familia, está más firme que nunca en la lucha por los derechos humanos porque ahora tengo 14 nietos que están firmes y activos en la lucha por los derechos humanos; porque Guido, que no sabía que era hijo de desaparecidos pero hacía cosas dirigidas a la participación por la lucha de los derechos humanos en el país, como música por la identidad, y había visitado la ex ESMA, ese centro clandestino de detención emblemático, donde también funcionaba una maternidad; él había ido sin saber que era hijo de desaparecidos, o sea algo lo llevaba.

Estos chicos son de una firmeza ideológica, de una moral intachable y de un convencimiento de que hay que seguir luchando paso a paso para fortalecer la democracia de Argentina y, por supuesto, extensiva a las democracias de nuestra Latinoamérica.

Yo voy a seguir, ahora con más fuerza, es cierto más joven, porque lo que ustedes hoy me han dado son palabras maravillosas que alimentan mi alma, que me dan fuerza y que me dan ganas de seguir, qué más podemos hacer.

Yo creo que esto es transferible también a todas mis compañeras, sola no podría haber hecho nada, solo la unidad -y en todos los órdenes de la vida- da sus frutos.

Agradecerles tanto a ustedes este momento, donde me he reencontrado con queridos amigos, he cruzado el charco de Argentina para acá como tantas veces lo hice y lo hicieron los familiares de este país hacia Argentina, para también latinoamericanamente juntarnos. Y de hecho, en 1982 nace FEDEFAM que es la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, o sea estamos juntos en Latinoamérica desde el 82’ ¿Y nace donde esto? En Venezuela, en Caracas nos reunimos. Las Abuelas somos fundadoras de FEDEFAM.

FEDEFAM es la unidad de los familiares de las víctimas pero acá necesitamos la unidad de los pueblos, de todos los habitantes, que no exista alguien que diga “no, no vale la pena recordar”, “no, no vale la pena hacer justicia”, “no, no vale la pena mirar para atrás” y pretenden la amnesia, el olvido, eso es lo que hay que evitar porque eso sería que las generaciones futuras estén amenazadas con que las cosas vuelvan a pasar.

Las Abuelas hemos recorrido el mundo, yo ya perdí la memoria de cuantos países visite como Abuela, vamos a seguir haciéndolo porque lo que pasa -y ahora con la globalización- en un país afecta a la humanidad, cualquier violación a la vida de un ciudadano afecta a la humanidad; y nosotros, modestamente y desde este lugarcito de Abuelas de Plaza de Mayo, queremos, en estos caminos que hemos abierto en estos años, dejar las seguridades de que nazcan niños que no vayan a ser víctimas de perder la vida el día que piensen como adultos por pensar distinto. Hay que convivir con el que piensa distinto y saber en qué punto estamos en lo que podemos pensar igual para fortalecerlo y, a partir de ahí, en democracia, lo que interesa es la Patria.

Yo creo que nosotros tenemos la etapa más larga de democracia, más de 30 años jamás, no lo recuerdo, y hemos tenido gobiernos que han hecho avances en los derechos humanos sustanciales, aunque tuvimos leyes de impunidad cayeron esas leyes y estamos atravesando épocas en las que allá, en nuestra Argentina, se da en llamar la década ganada porque dos personas del sur vinieron a cumplir con los sueños de sus compañeros, los 30 mil desaparecidos, Néstor y Cristina.

Y esto que digo no es hacer política partidaria, las Abuelas no tenemos partido político, tenemos aplausos a las gestiones, si una gestión hace lo que debe hacer, porque para eso se lo ha votado, hay que aplaudirla aunque no seamos de la idea partidaria. No tenemos partido, la lucha es conseguir plenamente el afianzamiento democrático a través de la verdad, la memoria y la justicia, y hacer una realidad una frase célebre pero que es universal, y que la dejo a ustedes acá con mi más profundo agradecimiento por lo que me han hecho, la maravilla que me han hecho vivir hoy, en este espacio, en este querido país hermano. Querido amigos: Nunca Más. Gracias.
    - Aplausos