...PRENSA


Encuentro sobre "Diálogo Político de Alto Nivel: Redes de Acuerdos Comerciales Regionales de los Países en Desarrollo".
Exposición del Dr. Didier Opertti Badán
03/19/2007

El Estado actual del proceso de integración en el marco de la ALADI

Los objetivos del Tratado de Montevideo de 1980 (TM 80)

El Capítulo 1 del TM 80, define los objetivos, funciones y principios de la ALADI. El Artículo 1 establece que la Asociación se constituye para “promover el desarrollo económico – social armónico y equilibrado de la región”. Asimismo, se destaca que el proceso de integración “tendrá como objetivo a largo plazo el establecimiento, en forma gradual y progresiva, de un mercado común latinoamericano”.

Por su parte, en el Artículo 3 se definen los siguientes principios, lo cuales serán tenidos en consideración por los países para alcanzar el objetivo antes mencionado: a) pluralismo; b) convergencia; c) flexibilidad; d) tratamiento diferenciales; y d) multiplicidad.

La importancia de estos principios ha sido y es relevante para la membresía (en particular, el pluralismo) y el accionar de la Asociación. La combinación de los principios de flexibilidad y multiplicidad fueron la base para el dinámico desarrollo experimentado por las negociaciones al interior de la ALADI, superando la rigidez que imponía la negociación plurilateral entre doce países.

Consideración especial amerita el principio referido a los tratamientos diferenciales. En primer lugar, de acuerdo a sus características económico- estructurales, se definen tres categorías de países, a los cuales se aplicarán dicho tratamiento en determinada magnitud a los países de desarrollo intermedio y, de manera más favorable, a los países de menor desarrollo relativo (PMDER).

Es tal la relevancia que el TM 80 le otorga al tratamiento diferencial que dedica el Capítulo III a la implementación de un Sistema de Apoyo a los PMDER, en el cual se establece que su participación en el proceso de integración estará sujeta a la no reciprocidad y a la cooperación comunitaria.

Es más, para asegurar el tratamiento diferencial efectivo se plantea que los países miembros establecerán programas de apertura de mercados y concertarán programas y otras modalidades específicas de cooperación.

Por último, todas las acciones a favor de los PMDER se concretarán tanto a través de los acuerdos de alcance regional como de los de alcance parcial.

Los avances logrados

Después de 26 años de fundación de la Asociación cabe realizar un balance fundamentado, que ha de ser en diversos aspectos necesariamente crítico, pero al mismo tiempo, considere los avances logrados y las restricciones específicas que una integración Sur- Sur enfrenta. Entre estas últimas, ha jugado contra un mayor avance del proceso de integración la vulnerabilidad de la región frente a las crisis internacionales.

El objetivo del mercado común latinoamericano está aún allí, en el horizonte, y es probablemente donde se registra una de las mayores insuficiencias del proceso, no tanto por su no consecución como por la ausencia de definición temporal de este objetivo.

No obstante lo anterior, los avances no son menores pues los acuerdos suscritos, así como el proceso de liberalización del comercio que de allí resulta, se han convertido en una base importante para la profundización del proceso de integración regional.

El dinamismo negociador se ha expresado por la vía de los acuerdos de alcance parcial, en la terminología de ALADI, es decir acuerdos bilaterales o subregionales; esto es aquellos que- por definición- no incluyen a la totalidad de los países miembros. De aquí se puede desprender otra debilidad del proceso de integración en el marco de la Asociación, el cual reside en que sus avances han sido por la vía parcial antes que la regional.

En ese sentido, tales acuerdos suscritos entre los países miembros en este período de existencia de la Asociación han sido 167, en un proceso de profundización y ampliación del contenido de los acuerdos que ha permitido ir sustituyendo acuerdos de primera generación (específicos y con preferencias fijas) por acuerdos de libre comercio.

Es así como se ha conformado una “red de acuerdos” que constituye un importante activo regional. Esta red estaba conformada, a fines de 2006, por 74 acuerdos vigentes, 7 de los cuales de alcance regional y los 67 restantes de alcance parcial. Dentro de estos últimos, se destacan los 13 acuerdos de libre comercio que, sumado a la Comunidad Andina, involucran a la mayoría de las relaciones bilaterales entre los países miembros (49 de un total de 66) y canalizan la mayor parte del comercio negociado entre los mismos. A su vez, para las 17 relaciones bilaterales restantes, están vigentes acuerdos de preferencias fijas (o selectivos), los cuales se caracterizan por una menor cobertura y profundidad de sus preferencias.

Esta amplia red de relaciones de comercio preferencial, construida a partir del TM80 y sus disposiciones, dieron lugar en 2006 a un intercambio regional que se habría ubicado en unos 96.000 millones de dólares, luego de una fuerte recuperación en el último trienio que llevó a duplicar el anterior récord histórico, alcanzado en 1997 y que era de 47.000 millones de dólares. Esta cifra no es desdeñable y debe ser vista en perspectiva; desde 1980 a la fecha el comercio intrarregional se multiplicó 8,7 veces mientras que las exportaciones totales lo hicieron por 6,1 y las importaciones por 7,7.

Variaciones de comercio (2006 / 1980)







Por su parte, la liberalización resultante de esta red de acuerdos, medida por el porcentaje de ítems completamente liberados, alcanzó en el año 2006 el 53,7%.

Adicionalmente, el cumplimiento de los cronogramas ya pactados en los acuerdos de libre comercio elevará el porcentaje de ítems liberalizados en forma sostenida, para ubicarse en 2019 (cuando culmina el último de los cronogramas pactados) en 72,8%. Estos porcentajes son superiores si se pondera el porcentaje de ítems liberalizados por el valor de comercio intrarregional de cada relación bilateral. Con esta medición, el porcentaje liberado se encuentra en 73% en 2006 y alcanzaría el 82% en 2019.

Cabe aclarar que con esto no se está diciendo que dicho incremento debería ser imputado exclusivamente a la profundización del proceso de integración. Si bien su avance es un factor relevante, otros factores han jugado su papel, como la apertura comercial que se ha verificado en la mayoría de los países.


Evolución de la liberalización

Para finalizar con los avances, parece relevante destacar las acciones de integración ocurridas a partir de la Resolución 59 (XIII) las cuales se enmarcan en los Mandatos del XIII Consejo de Ministros y que ilustran avances que no son menores.

Aparte de los diversos protocolos suscritos, más de un centenar, orientados ya sea a ampliar o profundizar los acuerdos de Complementación Económica, o los Acuerdos de Renegociación del Patrimonio Histórico, se deben sumar otros relativos a Acuerdos Comerciales, de Promoción del Comercio al amparo del Artículo 14 y a Acuerdos Agropecuarios.

En otro ámbito, que de alguna manera supone un cambio cualitativo en tales acuerdos, se debe mencionar el ACE entre Cuba y MERCOSUR, por un lado, y otros que dan cuenta de diversos ámbitos de libre comercio al interior de la ALADI. A modo de ejemplo se puede señalar los acuerdos Chile- MERCOSUR (ACE 35), Bolivia- MERCOSUR, Chile- Colombia (ACE 24), Colombia – México (ACE 33), entre ellos. De hecho, varios de estos acuerdos han extendido su cobertura a espacios normativos más amplios como Inversiones, Compras Públicas, Políticas de Competencia, Comercio de Servicios, Propiedad Intelectual y Doble Tributación, todos los cuales son de gran relevancia comercial y económica.

Las tareas actuales

Los acuerdos antes mencionados, el comercio que de ellos deriva y el estado actual del proceso de liberalización han llevado al Consejo de Ministros, máxima instancia política en la conducción del proceso de integración regional, a encargar las medidas necesarias para conformar un Espacio de Libre Comercio (ELC) entre los países de la ALADI.

Qué significa dicho ELC?

De acuerdo a la Resolución 59 del precitado Consejo de Ministros, se puede decir que es un espacio económico que resultará de la conjunción de tres elementos, a saber: la profundización de los acuerdos de libre comercio ya suscritos; la promoción de las negociaciones en curso (o que se emprendan) para suscribir ALC entre aquellos países que mantienen todavía acuerdos de preferencias fijas; y la armonización e incorporación de las disciplinas y normas necesarias, así como de aquellas materias que complementen y potencien el ELC.

La primera tarea, la profundización de los ALC suscritos, es probablemente la menos compleja, al menos en lo que respecta a las cuestiones arancelarias. De hecho, como se ha anotado, a la fecha, los países involucrados en estos acuerdos han suscrito compromisos de liberalización que a 2019, fecha de cierre correspondiente a los más lejanos, abarca a un amplio espectro de ítems y de comercio.

Por tanto, los avances en la liberalización dentro de los ALC estarán reducidos a un conjunto de ítems, menores desde el punto de vista numérico, aunque no por ello desdeñable desde la perspectiva de las sensibilidades comerciales de los países. Eso requiere nuevas negociaciones, que dada la complejidad de las anteriores - incluso las más recientes – no abren un margen demasiado amplio como para esperar un cambio de situación radical.

Lo relevante en este ámbito es que en las relaciones regidas por ALC se encuentran interactuando, en mayor o menor medida, 11 de los 12 países miembros.

La segunda tarea supone la transformación de los acuerdos de preferencias fijas en ALC. Este es un emprendimiento de envergadura puesto que en el mantenimiento de la situación actual se mezclan componentes de política comercial de los países participantes con las sensibilidades derivadas de economías que, en rubros importantes, aparecen como competitivas.

En cuanto a extensión, los acuerdos de preferencias fijas vigentes abarcan, por un lado, a todos aquellos suscritos por Cuba con los restantes países miembros. Esto deriva, en lo fundamental de la política comercial de dicho país, como de su más reciente incorporación al proceso de integración regional (1999). Por otro lado, y aquí juegan las sensibilidades particulares a los países, se encuentran en esta situación varios de los acuerdos de México (para empezar con Argentina y Brasil, los otros dos países mayores de la Asociación).

Como se puede desprender de lo anterior esta no es una tarea fácil; es más, reviste un conjunto de complejidades no menores que, aparte de suponer negociaciones adicionales, se enfrenta con un cambio de status de los acuerdos, hacia el logro de unos más comprehensivos y de mayor profundidad.

Una constatación de lo anterior es que en el pasado reciente, en general, ambos países (Cuba y México) y sus contrapartes han mantenido la senda de profundizar sus acuerdos de preferencias fijas, antes que seguir un rumbo alternativo y avanzar en la suscripción de ALC.

La tercera línea de avance hacia la conformación del mencionado ELC refiere a la armonización de las disciplinas y normas, entre las cuales se cuentan: origen, salvaguardias, restricciones no arancelarias, solución de controversias medidas sanitarias y fitosanitarias, normas, reglamentos técnicos y evaluación de conformidad, entre otros.

Finalmente, el ELC supone la incorporación de un conjunto de materias complementarias, a saber: integración física, integración digital, financiamiento del comercio, fomento productivo y relacionamiento con los sectores empresarial, laboral y académico.

Todo este proceso de conformación del ELC debe ser visto como tal, y por tanto como una construcción modular que requiere concentrar esfuerzos en sus diferentes componentes, los cuales -en principio- no necesitarían avanzar de manera simultánea.

Así lo han entendido los países miembros, por lo que a partir de la reunión de Altos Funcionarios Responsables de la Políticas de Integración de mayo del año pasado se han definido las áreas a priorizar en esta etapa (Anexo I). En ese sentido, para este año están programadas un conjunto de actividades orientadas a avanzar en la conformación del ya mencionado ELC.

Ello está incorporado como una parte central en el Programa de Actividades de 2007 para ser tratado por los países en varios niveles. Por un lado, en reuniones de expertos y, por otro, en una segunda reunión de Altos Funcionarios, los días 5 y 6 de junio próximos. El proceso culminará el 16 de noviembre con la XIV Reunión del Consejo de Ministros, órgano máximo de dirección política de la Asociación, el que procederá a definir las tareas fundamentales para el próximo período.

Como se ha mencionado, una de las grandes tareas pendientes del proceso de integración regional en el marco de la ALADI se refiere a la existencia de diferentes normativas en los acuerdos suscritos, lo cual es visto -en especial por los agentes económicos y por los operadores del comercio internacional- como uno de los obstáculos más importantes para incrementar el comercio regional. Esto es particularmente relevante en el caso de las disciplinas como reglas de origen, mecanismos de solución de controversias, aplicación de salvaguardias, para mencionar algunas.

Estos temas serán parte del trabajo de la Asociación, para lo cual la agenda de 2007 contempla la realización de tres reuniones de expertos gubernamentales, en los meses de marzo y abril corrientes, para cada uno de los temas antes mencionados. Si se logra consensuar una propuesta para definir mecanismos de armonización en los temas respectivos, se habrá logrado un importante avance en el proceso de conformación del ELC.

Este acuerdo sería una parte de la mencionada composición modular y progresiva, pero al mismo tiempo, debe ser visto como un razonable avance puesto que -después de muchos intentos- los países darían un gran paso para facilitar la operacionalidad del comercio regional.

De este modo, el éxito en el cumplimiento de la agenda de 2007 y, en especial, en las decisiones que se alcancen serán insumos esenciales para avanzar en la conformación del ELC. En este marco cabe destacar las actividades realizadas por los Grupos de Trabajo organizados por el Comité de Representantes para responder a los mandatos ministeriales.

Entre otras, por su relevancia y alcance, cabe destacar el proyecto destinado a apoyar la facilitación del comercio interregional mediante el expediente de la digitalización de los trámites. En ese sentido, un poderoso desafío será concretar los trabajos preliminares realizados durante 2006 para la puesta en vigencia de un proyecto piloto destinado a la emisión de los certificados de origen digital (COD). Paralelamente, se ha planteado avanzar, también modularmente, en dicho proceso de digitalización para ser aplicado en otros ámbitos del comercio regional que requieran documentación, reduciendo de esta manera la discrecionalidad que supone la intervención burocrática, reconocida como un obstáculo para la fluidez e incremento del comercio.

Los desafíos y oportunidades que enfrenta el proceso de integración regional

Dados los avances y limitaciones antes mencionados, el futuro del proceso de integración y su viabilidad dependerán -en gran medida- del acuerdo básico que se pueda alcanzar entre los países en los temas antes mencionados, pero sobre todo, en la posibilidad de alcanzar un equilibrio estable entre las estrategias de inserción internacional de los países miembros, vistas de manera individual, y las prioridades que le otorguen a la integración regional.

Este es un desafío en el cual la Secretaría, como órgano técnico, no está ajena y tiene que ver con su capacidad para incorporar a la agenda de la Asociación aquellos temas que, si bien encuentran aproximaciones diferentes en los países, forman parte de la agenda internacional y merecen ser tratados en el ámbito de la esfera regional, para lograr un abordaje adecuado al tratamiento que corresponde a países de desarrollo intermedio.

En este sentido, cabe destacar la relevancia temática de este encuentro, el cual debe ser visto como la continuidad de una línea de trabajo que la UNCTAD comparte hoy con la ALADI.

Dentro de lo anterior, aparte de otras actividades conjuntas, cabe destacar la realización de dos seminarios encaminados a enfrentar la preocupación antes definida: la incorporación y tratamiento de temas del comercio internacional desde una perspectiva regional. Dichos seminarios, sobre el comercio de servicios, por un lado, y sobre políticas de competencia, por otro, muestran no solo lo fructífera de esta alianza, sino que han constituido, también, un incentivo para una adecuación temática para la Asociación.

Este intento por “importar” los temas multilaterales hacia la esfera regional no es voluntarismo; de hecho, un conjunto de acuerdos de libre comercio suscritos entre los países de la región ya han incorporado muchos de ellos.

Para este año dicha cooperación continuará en la búsqueda de generar espacios de reflexión para profundizar el relacionamiento entre los países miembros. En este sentido, están programados los siguientes seminarios:

Taller Regional UNCTAD-ALADI sobre Facilitación del Comercio;

Seminario sobre Examen la Liberalización del Comercio Internacional de Servicios;

Curso de capacitación sobre Aspectos Legales de la Digitalización y el E-Commerce;

Curso de Capacitación sobre Formación Portuaria;

Curso de capacitación sobre Negociación de Acuerdos Internacionales de Inversión;

Curso de Capacitación sobre Financiamiento para el Desarrollo de PYMES;

Curso de Capacitación sobre Políticas de Competencia y Comercio Internacional.






La integración como instrumento para facilitar el proceso de inserción internacional

No obstante lo anterior, encontrar el difícil equilibrio entre las correspondientes estrategias de los países miembros, un denominador común se mantiene: entender que el proceso de integración regional es un camino, acaso el más idóneo, para mejorar la inserción internacional de la región.

Hoy, con los niveles de apertura vigentes a nivel mundial y regional, la clásica discusión planteada sobre la ineficiencia de la integración regional como mecanismo de inserción internacional y de desarrollo económico, ofrece más componentes ideológicos que técnicos y es -en general- apoyada por aquellos exponentes de las versiones más ortodoxas de la economía teórica.

No se debe olvidar que el mundo no funciona como lo pregonan los textos, y menos el comercio internacional, rico en distorsiones, en especial en los rubros en que los países de la región tienen ventajas competitivas.

En ese sentido, son innumerables los mandatos de los órganos políticos orientados a reforzar el proceso de integración y a reconocer su rol en el desarrollo regional. Así por ejemplo, la ya mencionada reunión de altos funcionarios del año pasado, consagró explícitamente este punto en sus conclusiones. Esto no deja fuera a la Secretaría General a la hora de contar con su capacidad de implementación de tales mandatos.

Complementariamente, al menos dos características del proceso de integración como ha sido concebido hasta el presente -básicamente en su ámbito comercial- deben ser consideradas. La primera, que apoya la tesis de la integración como vía de inserción internacional, se refiere al componente de manufacturas involucrado en el comercio regional y, la segunda, vista como una insuficiencia, es la limitada proporción que representa el comercio intrarregional dentro del total del comercio regional.

La composición del comercio intrarregional

Las exportaciones intrarregionales tienen un rasgo positivo que las distingue de las restantes: su mayor componente de manufacturas. En efecto, mientras en la actualidad el 48,2% de las ventas de la ALADI hacia el Resto del Mundo corresponden a manufacturas, dicha participación asciende a 62,1% en el caso de las exportaciones hacia la región.

Las ventas manufactureras tienen algunas ventajas respecto a las restantes: dentro de las mismas se encuentran los productos más dinámicos y con mayor componente tecnológico del comercio internacional y se encuentran menos expuestas a las oscilaciones bruscas de precios. Asimismo, provocan un mayor efecto de “arrastre” sobre otros sectores de la economía; y son, en general, más generadoras de empleo.

Estas cifras muestran que la red de acuerdos suscritos en el marco de la ALADI, no solamente ha contribuido al dinamismo de las ventas, sino que también ha permitido que los países miembros exporten productos de mayor valor agregado que los colocados en el resto del mundo.

Además, si se observa en perspectiva, es posible destacar otro rasgo positivo de las exportaciones intrarregionales. En la última década aumentó la participación de las manufacturas en las mismas, pasando de 57% a 62,1%. Como contrapartida los productos con menor grado de elaboración -alimentos y bebidas, y materias primas agrícolas- han retrocedido.

Estas cifras ponen en evidencia que el comercio entre los países de la región, no solamente tiene una mejor composición, sino que la misma ha venido mejorando. Es posible afirmar que en este sentido han contribuido, fundamentalmente, los acuerdos de libre comercio suscritos en el marco de la ALADI a partir de los noventa.

Esta mejora en la calidad del comercio intrarregional debe ser vista, no solamente como un logro en sí mismo, por las ventajas antes mencionadas, sino también como un paso intermedio que posibilita la inserción de nuevas ramas exportadoras en los mercados extrarregionales.

El nivel del comercio intrarregional en el total del comercio regional

Esta proporción se ha situado – en promedio - alrededor del 14% del total, siendo sus movimientos bastante procíclicos. En general, se ha sostenido que este porcentaje de comercio intrarregional en el total es reducido y se ha señalado esta característica como una insuficiencia del proceso de integración.

No obstante, caben algunas precisiones sobre la magnitud de este indicador y su comparación con otros procesos de integración, para finalmente hacer una reflexión sobre cual es el principal problema que a nuestro entender afecta al comercio intrarregional.

En primer lugar, hay que destacar que dicha proporción refleja una situación promedio, y que por tanto su nivel está determinado por aquellos países de mayor tamaño, en especial de aquellos más abiertos al mundo. En ese sentido la situación de México, que da cuenta actualmente del 45% del comercio de la ALADI tiene un peso preponderante en el resultado global. Como ejemplo, en 2006 una vez excluido México el comercio intrarregional pasa de 15,6% a 26,2%, es decir algo más de la cuarta parte del comercio global de la región se realiza con los países socios.

En segundo lugar, si bien en su comparación con los niveles de otras experiencias, el nivel del comercio intrarregional parece reducido (en general se lo compara con el 60% de la UE), no se toma en cuenta el peso relativo de los socios comerciales involucrados. Una comparación más adecuada pareciera ser la utilización de los índices de intensidad comercial que relativizan dicha proporción en función del peso relativo que tiene cada región en el comercio mundial.

Hay un segundo factor, además del bajo peso de los socios regionales, que tendería a explicar las dificultades de incrementar la cifra en cuestión: la baja complementariedad comercial que existe entre varias de las economías regionales y, por tanto, las dificultades para incrementar al comercio intrarregional.

Lo anterior no quiere decir que el comercio intrarregional haya llegado a su techo ni tampoco ser complacientes con la situación actual, por el contrario, es necesario colocar la atención en los aspectos que – a nuestro juicio- explicarían por qué este indicador no ha mejorado como se esperaría.

Una primera explicación se relaciona con la baja participación en el comercio internacional de la región y, adicionalmente, con el aún escaso relacionamiento regional de los países más grandes (especialmente de México pero también de Brasil) que aún no juegan el papel dinamizador de la demanda regional acorde con su tamaño relativo.

En ese sentido, un factor que también incide –a esta altura estructural– se refiere a los esfuerzos derivados de las prioridades comerciales de la región. Como es sabido, lo que ha prevalecido en la región, como en otras, es el así llamado comercio Norte-Sur que, independientemente de su contenido (materias primas versus manufacturas), ha definido los esfuerzos de los países, desde lo institucional, pasando por la infraestructura e incluso hasta una forma de priorizar las oportunidades de comercio por parte de los agentes productivos y comerciales. Todo lo cual se ha traducido en un descuido de los canales de comercio regional, los cuales deberían potenciarse en una acción de carácter regional.

Esta explicación adicional presenta el desafío de que su resolución puede ser enfrentada por la vía de una mayor y mejor integración.

La vía de lo regional frente al estancamiento de las negociaciones multilaterales

Por último, ante las vicisitudes de las negociaciones de Doha y con independencia del curso que tomen en el futuro, dicha situación deja abierta una vía de revalorización de lo regional como una de las posibilidades de adaptación a la globalización en curso.

Hoy no cabe duda que la aplicación y vigencia de disciplinas multilaterales formará tarde o temprano parte de las prácticas comerciales internacionales. Independientemente de ello, hoy se presenta la oportunidad de ir adecuando el funcionamiento regional a tal circunstancia. Es más, todo hace suponer que dada la situación de la mencionada Ronda, el rol de los países de la región en el proceso de configuración de reglas de comercio puede ser mayor en la medida en que sería posible avanzar en definiciones y consensos que permitan participar con una voz en tales negociaciones.

Por otra parte, en el enfrentamiento de las agudas distorsiones que prevalecen en el comercio internacional, en particular las derivadas de los subsidios a las exportaciones y a la producción otorgados por los países industrializados, los procesos de concertación a partir de los intereses regionales aparecen como una esfera de reforzamiento de la capacidad de negociación de la región.

El diálogo entre los organismos de integración regional para promover el comercio Sur – Sur

En primer lugar, corresponde congratularnos por la iniciativa de los organizadores de este diálogo por incursionar en este, sin duda, complejo tema.

Conocemos parcialmente la realidad de otras regiones en cuanto al relacionamiento entre los organismos de integración y su trabajo. No obstante, de la experiencia latinoamericana lo que uno puede rescatar es que, a pesar de la similitud de objetivos -y probablemente por eso mismo-, el diálogo horizontal y el trabajo mancomunado no es hoy la regla que gobierna las acciones de tales organismos.

Las dificultades de un diálogo institucional regional

Cabe explorar algunas de las razones que dificultan este diálogo. Es conocido que la ALADI es la matriz que da origen a las principales instituciones subregionales. En el caso de la actual CAN, en la búsqueda de un ámbito en que los beneficios del proceso de integración sean distribuidos de manera más equitativa entre los países participantes y, en el de MERCOSUR, a partir de una propuesta política estratégica de profundización del proceso que involucra a algunos de los países miembros de la Asociación.

A priori, se trata de dos experiencias que no tendrían por qué colisionar con los objetivos de la Asociación, la que abarca a 12 países que representan alrededor del 90% de los indicadores latinoamericanos de tamaño o monto: sea superficie, población, PBI o comercio exterior.

No obstante, la búsqueda de un diálogo permanente es todavía un asunto pendiente. Más bien lo que ha caracterizado las relaciones interinstitucionales es una visión acotada, en que cada una de ellas atiende su propio ámbito de responsabilidad.

Por otro lado, independientemente de la voluntad de los responsables de tales instituciones y de sus estratos técnicos, lo que ha predominado es una perspectiva institucional que, en principio, busca una cierta hegemonía o, en el peor de los casos, se ha traducido en conductas y prácticas excluyentes.

La necesidad de un diálogo regional

Dados los antecedentes previos es común encontrar expresiones retóricas, sean de los países o de los representantes de los organismos regionales, en las cuales se destaca la necesidad y la importancia de un diálogo interinstitucional y, más aún, de trabajos mancomunados para avanzar en el proceso de integración

No obstante ello, las experiencias concretas en ese sentido son todavía escasas y, en la mayoría de los casos no asumen el proyecto integracionista como una estrategia global y estable, sino que se limita a dar respuestas parciales a demandas muy concretas, cuya continuidad tiende a desvanecerse con cierta rapidez.

Las experiencias a rescatar

No obstante el panorama antes delineado, cabe recordar y resaltar quizás por su infrecuencia, pero también por su actualidad, el trabajo conjunto realizado por las Secretarías de la ALADI, CAN y MERCOSUR orientado a cumplir con el Mandato de los Presidentes Sudamericanos, emanado de la Reunión de Cusco, fundacional de la Comunidad Sudamericana de Naciones, en 2005.

Ello culminó con la presentación, en junio de 2006, de sendos documentos interinstitucionales preparados bajo la coordinación de la Secretaría General de la ALADI, destinados a evaluar la situación de los países de la Comunidad Sudamericana de Naciones en tres áreas temáticas muy específicas: la convergencia arancelaria, la convergencia institucional y las cuestiones relativas al tratamiento de las asimetrías.

Esta experiencia, con todo lo que significa en su singularidad, debe ser recogida y emulada no solo para mostrar la importancia del trabajo común, sino también para potenciar los resultados de nuestros esfuerzos en favor de la integración regional y de los objetivos comunes que los países miembros han definido para nuestras respectivas instituciones.

Reflexiones Finales

A modo de conclusión, cabe en primer lugar congratularnos por la oportunidad que nos ha brindado la UNCTAD para incorporar un tema que parece ser uno de los débitos de las instituciones regionales.

Esto, sin dudas, tendrá efectos positivos para el trabajo que las instituciones regionales de integración empeñan y, sobre todo, en su eficacia para cumplir con sus objetivos; en particular con la tarea de entregar más y mejores servicios a nuestros mandantes, los países miembros.

Por último, cabe esperar que esta de hoy sea otra área de trabajo conjunto con la UNCTAD que, agregada a las ya existentes, contribuya también a extender y mejorar nuestro accionar y, de esta manera la contribución de la integración regional al proceso de desarrollo de nuestros países y regiones.