...PRENSA


Asume el cargo de Secretario General de la ALADI, el Doctor Didier Opertti
Discurso del Presidente del Comité de Representantes, Emb. Leonardo Carrión, con motivo de recibir al Secretario General de la Asociación para el Periodo 2005-2008, Doctor Didier Opertti
03/18/2005

Constituye para mi un honor muy especial presidir esta sesión extraordinaria. Ello, en mi calidad de co-presidente del comité de representantes permanentes, ya que comparto la Presidencia del Comité con la Excelentísima Representante de Colombia y dilecta amiga de todos nosotros, la señora Embajadora Claudia Turbay, en espera de la designación, por parte de la Republica de Cuba, de su Representante Permanente, a quien le corresponderá presidir el comité hasta el 30 de junio próximo.

El Consejo de Ministros de ALADI, en su décimo tercera (XIII) sesión, en el mes de octubre pasado, designo por aclamación al entonces canciller de la republica oriental del Uruguay, doctor Didier Opertti, como secretario general de la asociación para el periodo 2005-2008, para suceder al economista Juan francisco rojas, quien concluyera su mandato el día de ayer.

Mi co-presidenta, la señora embajadora de Colombia, fue elocuente, en la sesión extraordinaria de ayer, al manifestar el reconocimiento del comité en pleno al economista rojas por la brillante labor cumplida, y por la dedicación demostrada por el, en conjunción con los secretarios generales adjuntos, al noble mandato de nuestra asociación.

En la sesión de hoy nos avocaremos a dar la bienvenida al nuevo secretario general.

El doctor Opertti llega a la alta misión que le han confiado los países miembros de la ALADI, con un copioso bagaje académico en el campo de las relaciones y el derecho internacionales. A ello se une su muy amplia y destacada experiencia en organismos internacionales, especialmente dentro del sistema interamericano, así también como una trayectoria de servicio publico que incluye una vasta experiencia en la conducción de altas responsabilidades en la republica oriental del Uruguay, donde ocupo las carteras del interior y relaciones exteriores, desde 1995 hasta el primero de marzo de este año.

La amplísima y distinguida trayectoria del Dr. Opertti, constituye, a no dudarlo, un bagaje de inestimable valor para confrontar los nuevos retos que la secretaria general de aladi conlleva hacia delante.

Asistimos a un momento de importancia inédita en la trayectoria de los esfuerzos de integración que unen a los gobiernos miembros de ALADI, y a nuestra región latinoamericana toda. Al doctor Opertti le corresponderá la extraordinaria misión de constituirse en timonel de un proceso de cambio al que los gobiernos miembros de la asociación confieren enorme trascendencia.

Con el tratado de Montevideo, de 1980, que convirtió la asociación latinoamericana de libre comercio, en la asociación latinoamericana de integración, se dieron los pasos fundamentales para que el proceso de integración regional adquiriese un renovado impulso. Ello, al poner de manifiesto la visión compartida por sus miembros acerca de la integración como un proceso no supeditado exclusivamente al intercambio comercial, sino capaz de alojar otros aspectos clave de gestión mancomunada, desde las políticas fronterizas, a la infraestructura, a las políticas energéticas, a la salud, y a los proyectos educativos y culturales. Todo lo anterior, teniendo como marco de referencia y horizonte una región fortalecida en las metas compartidas de caminar juntos y, en el proceso, ir haciendo tangibles los beneficios de nuestra vocación integracionista, tan notable en su durabilidad, por haberse negado a desaparecer a lo largo de nuestra historia republicana, mas allá de cualquier adversidad.

En un contexto mundial crecientemente complejo, sin embargo, el proceso en referencia sufrió una serie de altibajos. Una serie de corrientes anti-integracionistas soplaron desde otras regiones; el bilateralismo comenzó a adquirir renovada popularidad; se nos confronto con otros modelos económicos de países y regiones lejanas y con realidades geopolíticas muy distintas a las nuestras; y se trato de consagrar los procesos de globalización como norma de las relaciones intra y extra-regionales, intentando erosionar el apego de nuestras visiones de futuro a las especificidades y fortalezas propias de nuestra región. Todo ello, con una serie de implicaciones problemáticas para avanzar el proyecto de una región capaz de transitar firmemente hacia la concreción de procesos de integración tangibles para nuestras economías y sociedades. Aquel contexto desafiaba nuestras posibilidades concretas de exigir, juntos, que se reconozca, por ejemplo, más allá de cualquier

Corriente uniformadora de las prácticas económicas y laborales, las condiciones y especificidades de nuestra gente, de nuestros pueblos, y de nuestra región.

A inicios de un nuevo siglo y milenio, sin embargo, los procesos de integración en nuestra región, y la idea misma de la integración como principio rector de nuestras búsquedas democráticas de bienestar y dignidad para todos, han adquirido renovado vigor y sentido. Ello esta demostrado fehacientemente en los esfuerzos conjuntos de nuestros gobiernos, y en las redes de participación ciudadana, sociales y culturales, que crecen de manera vigorosa y firme en nuestra región, poniéndonos por delante ejemplos notables de búsquedas por parte de los actores sociales de la región, de grandes proyectos compartidos, capaces de alojarnos a todos, en nuestra mas amplia diversidad.

Han pasado veinticinco años desde la adopción del tratado de Montevideo y este se encuentra, hoy en día, más vigente que nunca. En efecto, el tratado de Montevideo dio las pautas para que los países que conforman la comunidad andina y los que conforman el MERCOSUR suscriban, en octubre pasado, luego de casi diez años de negociación, un acuerdo comercial notable en su amplitud y alcance, que crea, junto con los ya suscritos con Perú, Bolivia y chile, un espacio comercial de mas de 350 millones de personas, una vez que se concluyan los respectivos procesos de internalizacion, lo que a mas tardar ocurrirá durante el presente mes, entrando en pleno vigor el primero de abril próximo. A estos acuerdos se suman los suscritos entre todos los países en referencia con México, y los que se han suscrito y se hallan en proceso de negociación con cuba, el socio mas reciente de la ALADI, lo que nos permite avizorar el cumplimiento, en un futuro próximo, de uno de los principales objetivos del tratado de Montevideo de 1980.

El Consejo de Ministros de octubre pasado otorgo al secretario general y al comité de representantes permanentes de nuestra asociación, un mandato firme y concreto, encaminado a la conformación progresiva de un espacio de libre comercio en la ALADI, con la perspectiva de alcanzar el objetivo previsto en el tratado, es decir, el establecimiento de un mercado común latinoamericano. Para ello se dispone continuar con la estrategia negociadora actual, profundizando los acuerdos de libre comercio ya suscritos y promoviendo la negociación de acuerdos de este tipo entre los países que aun no los tienen.

Todo ello, dentro de un espíritu de regionalismo abierto, que refuerce las negociaciones que en diferentes ámbitos llevan los países miembros de ALADI con países de fuera de la región.

En el Consejo de Ministros celebrado el 18 de octubre pasado, los cancilleres y altos representantes de los países miembros dejaron claramente establecida una filosofía común entre todos, de avanzar en la integración plena de nuestra región, a fin de lograr una verdadera inserción en el mundo globalizado, asegurando el respeto a nuestras idiosincrasias y particularidades, los derechos de nuestras sociedades y de nuestros pueblos indígenas y, de manera especial, nuestro hábitat, tan fundamental para la salud del planeta y, sin embargo, permanentemente confrontado a intereses de acumulación perversa cuya búsqueda de réditos inmediatos amenaza con su destrucción.

Nuestra región tiene una deuda de siglos con gran parte de su población, que permanece en condiciones de pobreza; y registra quizás el record de tener la peor distribución de ingresos del planeta. Confrontar esta realidad lascerante se ha vuelto prioridad sine qua non de nuestros gobiernos, pero, sin duda, la lucha por superarla no la podemos librar solos. Nos necesitamos unos a otros para ampliar nuestros mercados regionales, para defendernos de los embates a nuestro intercambio comercial provenientes de otras regiones del mundo, que tienen ventajas geopolíticas que nosotros quizás no podemos igualar, ni deseamos igualar. Hemos ingresado al siglo XXI sin haber logrado superar la mayoría de nuestros problemas históricos de exclusión social, económica y cultural heredados del siglo XIX. El tiempo no nos espera. Y debemos abocarnos con todo el vigor del que seamos capaces, con toda nuestra fuerza, inteligencia y vocación de servicio a enfrentarlos de manera decidida.

Por ello, el tema de la integración adquiere cada vez más vigencia, y el reto hacia adelante es aun mayor. Los esfuerzos de integración subregional han avanzado a través de modalidades diversas, que hoy exhiben, de manera inédita, notables oportunidades de convergencia.

En el pasado la comunidad andina avanzo por su propio camino. También el MERCOSUR. Chile, por su parte, que siguió su propio camino en el pasado, se ha asociado a ambos. México desarrolla una dinámica política internacional, y cuba se esta integrando a un mundo de intrincadas redes comerciales. Nos falta establecer un proceso acelerado de convergencia que haga tangibles los esfuerzos de los países que se hallan abocados a la creación de una comunidad sudamericana de naciones, la misma que ya se habla de extenderla a una comunidad latinoamericana incluyendo desde luego a México y cuba, Centroamérica y el Caribe, así como a Guayana y Surinam, que participaron en la última reunión cumbre de Cuzco.

La tarea no es fácil, pero es sumamente urgente. Nuestros gobiernos han encargado un esfuerzo de convergencia a las secretarias de la can y el MERCOSUR, así como a las de ALADI y del pacto amazónico. Este esfuerzo es el inicio. La comunidad regional es la meta final.

Me parece oportuno recordar las palabras del canciller de la republica de México, don Luis Ernesto Derbez, en la visita que realizo a esta casa en abril del año pasado, y cito: “la ALADI deberá adaptar estructuras y métodos para responder mejor a la nueva dinámica de la integración, con base en una firme vocación de regionalismo abierto. Nuestra tarea es diseñar los mecanismos que ofrezcan un apoyo real a la igualdad jurídica y de oportunidades entre todos los miembros de la asociación, con especial énfasis en el respaldo a los países de menor desarrollo económico relativo para superar esta condición.”.

Este mensaje resume de manera notablemente clara la voluntad de todos nuestros gobiernos. Y fue recogido en su integridad por la XIII reunión del consejo de ministros, que otorgo un claro mandato al comité de representantes y al nuevo secretario general para que adecuen la estructura organizacional de ALADI a las prioridades y funciones a cumplir en esta nueva etapa.

La ALADI tiene 25 años de vida. Esos 25 años representan un proceso de aprendizaje extraordinariamente importante, que nos permite.

Colocar en perspectiva su estructura actual. Esa perspectiva, acompañada con la definición del rol que debe cumplir la ALADI en el proceso de integración latinoamericana, nos permitirá determinar los cambios a imprimir en su impulso de futuro. A este mandato se añade la necesidad de presentar un proyecto que permita buscar una solución a las deudas que los países mantienen con la asociación, y un sistema que permita evitar hacia el futuro la recurrencia del problema, a fin de que los recursos escasos que se tienen lleguen oportunamente y puedan ser utilizados al máximo de su eficiencia.

Señores representantes, y señores invitados especiales: los retos que confrontara la ALADI en los próximos años son muy grandes. Somos conscientes de que no podemos fallar. Nuestros gobiernos y nuestras sociedades así lo exigen. El horizonte avizoradle es lo suficientemente promisorio como para que el esfuerzo nos convoque a trabajar con entusiasmo, sustentados en la convicción de que el camino de la integración es, cada vez mas, una vocación compartida y una exigencia histórica insoslayable.

Es en ese espíritu, y con gran expectativa en la labor que nos espera que quiera desearle al nuevo Secretario General, doctor Didier Opertti, el mayor de los éxitos. Quiero también comprometer la labor del comité para trabajar mancomunadamente con nuestro flamante secretario general, cada uno en su ámbito especifico, para alcanzar las metas compartidas.

Doctor Opertti: mucha suerte. Y bienvenido a la casa de la integración de América.

Gracias.