 | Muchas gracias. Primero pedir perdón a todas las amigas y amigos, colegas, compañeras, compañeros, Embajadores, Alternos, Ministros, Intendenta de Montevideo, Presidentes de Partidos, la verdad que sería muy largo nombrarlos a todos así que queremos en nombre de la ALADI agradecer mucho la presencia de todos ustedes porque este marco nos impacta, nos emociona a todos. Queremos agradecer la presencia del Canciller Luis Almagro, que siempre nos acompaña, solidario y comprometido con las actividades de nuestra Institución.
Estoy convencido que estamos otorgándole esta distinción a una mujer excepcional, una mujer que tuvo el coraje y que supo transformar el dolor, la pérdida y el sufrimiento en una gran gesta colectiva, cargada de un temple extraordinario y también cargada de amor y de esperanza.
Muchos de nuestros países, todos lo sabemos, tuvieron golpes militares, dictaduras militares, y en muchos casos se cometieron crímenes de lesa humanidad. En el caso de la Argentina, la dictadura que asoló el país desde 1976 a 1983 cometió muchos de estos crímenes, pero cometió uno que se nos eriza la piel cuando lo describimos, cuando lo nombramos, que fue el robo y el secuestro de los bebes, de los recién nacidos de los que morían en cautiverio, o sea, el robo de los hijos de los desaparecidos y de los asesinados.
Esto fue parte de una tragedia que cambió la vida de muchas familias, de muchos hogares y de muchas mujeres, madres y abuelas. Cambió la vida de mujeres como Estela, una mujer normal, común, una maestra de escuela, que a partir de ese dolor, a partir de ese sufrimiento dedicó su existencia y su lucha a encontrar esos nietos desaparecidos, devolverles su identidad, restituirles su biografía, poder reencontrarse con ellos mismos. Recolocó en el centro el valor de la verdad como innegociable y el valor de la justicia para reparar en algún sentido tanto dolor, tanto sufrimiento y tanta pérdida.
Fueron más de 35 años de lucha, 35 años de estar día a día luchando por esta causa. Estela ha sido y es emblema y referente de las batallas que se ganaron y que no fueron pocas, porque son 115 los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo, y será artífice y será emblema y referente de las decenas de Abuelas que esperan, que sueñan, que anhelan abrazarse con sus nietos como lo hizo Estela.
Para muchos de los que estamos aquí, yo creo que para todos, Estela es un ejemplo, es como una referencia inexcusable y por eso la admiramos y por eso este reconocimiento y este homenaje. ¿Que admiramos de Estela? En los momentos más duros y difíciles, en la noche más tenebrosa y más oscura, mantuvo un temple inigualable. Admiramos su coherencia, su convicción y su entrega por una causa de contenido humanístico que nos abarca a todos, más allá de las adscripciones partidarias y de las convicciones ideológicas porque la causa de los derechos humanos es una causa que tiene que ver, justamente, con ese espíritu humanista que planteaba, y Estela fue un baluarte, y esto lo quiero dejar muy claro, Estela fue un baluarte fundamental en el fortalecimiento de la democracia y de la paz porque siempre trabajó con la idea de la democracia y la paz, nunca con la idea de revancha, de venganza o de violencia, y estos son datos centrales en la historia política de muchos países y especialmente nuestro país.
Hace pocos días nos dio una gran alegría a todos, un gran momento de felicidad, tengo que decirle a Estela, porque todos ahí fuimos un poco tú, porque nos diste un momento de tanta felicidad cuando te vimos serena, hermosa, pero a su vez inundada por esa felicidad de saber haber ganado una batalla, de cumplir un compromiso tan exigente como fue con su hija Laura, que era encontrar a su hijo después de más de 35 años, y siempre con esa sonrisa, con esa paz, con esa ternura, con esa tolerancia, por eso es un ejemplo para nosotros Estela.
Yo quiero terminar con algo que ella nos trasmite a nosotros, que fue parte casi de nuestras vidas y creo que de muchas vidas de las que están acá, de muchas biografías que están acá y que estuvieron muy cerca de este sufrimiento, de este dolor, de las pérdidas. La primera cosa que quiero es señalar y que Estela nos alimentó y nos nutrió, fue esta idea de que cuando uno abraza una causa y lucha incansablemente, inclaudicablemente por esa causa, siempre se consiguen frutos, más tarde o más temprano se tiene recompensa, y eso me parece que es una enseñanza extraordinaria que nos da la vida de Estela, su lucha. La segunda, es que la vida que merece la pena vivirse es aquella que uno abraza un propósito, una causa noble, y ese propósito y esa causa noble que vos abrazaste por la memoria, por la verdad y la justicia nos dignifica y nos hace un poco mejor a todos. Muchas gracias por lo que haces. | |