Señor Embajador de Chile Eduardo Araya, antiguo y estimado amigo, señores Miembros del Comité de Representantes y señores Observadores. Esta es una ocasión señalada no sólo por los aspectos formales o rituales de cualquier presentación de credenciales, que siempre lo es, sino además por la significación que reviste la presencia entre nosotros de quien ha tenido una posición clara en temas difíciles.

Los currículos a veces son la historia puntual del itinerario vital de cada uno de nosotros en temas de gestión, en temas de formación profesional pero en muchos casos o en algunos casos los currículos dan cuenta también de actitudes sustantivas y frontales en etapas de crisis y cuando uno lee -y para aquellos que no lo conocían suficientemente- su dilatada actuación encuentra espacios de silencio inteligente, es decir silencio en el sentido oficial pero actuación en el marco de otros escenarios donde el juego de las libertades es fundamental. Yo la rescato especialmente.

Me sumo a las palabras de bienvenida de la señora Presidenta y descuento que con usted tendremos un Embajador, Representante Permanente de Chile, no sólo de un país de una economía en crecimiento sino también de un estado comprometido con la integración, comprometido con las libertades y en definitiva tendrá en usted el digno Representante que a eso corresponde.

Bienvenido y por parte de la Secretaría la reiteración de lo que tuviera ocasión personalmente de referirle minutos atrás nuestro ofrecimiento de cooperación en la medida y profundidad con que usted lo requiera. Muchas gracias.