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XIII Reunión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la ALADI
Intervención de la señora Ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, Doctora Carolina Barco
10/18/2004

Señoras y Señores:

Es para mí un alto honor participar en este Consejo de Ministros, el primero que celebramos con posterioridad al Acuerdo CAN-MERCOSUR, el cual, junto con otros avances de envergadura en el seno de la Asociación, representa sin duda un paso fundamental hacia el logro del proyecto de integración económica latinoamericana.

Quiero resaltar la labor realizada por el Embajador Juan Francisco Rojas como Secretario General de la Asociación. Él ha contribuido a superar las dificultades que han surgido en el proceso, y ha sabido captar y encauzar las oportunidades que éste ha tenido en su etapa más reciente. Estimado Juan Francisco: le reiteramos nuestro reconocimiento. Sabemos que sus convicciones y desempeño como orientador de esta casa de la unidad latinoamericana lo convierten en un aliado legítimo, presente y futuro, del proyecto de integración regional.

Deseo agradecer a la Embajadora Claudia Turbay, Representante Permanente de Colombia, y Presidenta del Comité de Representantes, la dedicada y significativa labor llevada a cabo en la última etapa preparatoria de esta reunión del Consejo, en la que consideraremos importantes proyectos de resolución propuestos por el órgano permanente de la ALADI.

2. 40 años de integración en el marco de la ALALC- ALADI


Los esfuerzos de nuestros países por alcanzar la integración de sus economías comenzaron a concretarse en 1960 con la creación de la ALALC, cuya meta fue la creación de una zona de libre comercio en 1973. La ALALC se inspiró en buena parte en la producción intelectual y la acción de figuras como Raúl Prebisch y Celso Furtado, quienes concibieron el desarrollo y el crecimiento económico desde la perspectiva de las naciones en desarrollo. Este enfoque, que adquirió en ellos una expresión rigurosa y metódica, fue una innovación fundamental en el pensamiento económico y social de la región. De allí surgió la idea de la integración como un instrumento para el desarrollo, planteamiento que ha cobrado aún mayor vigencia en el marco de la globalización de los mercados.

La semilla sembrada por ellos fue fecunda y en el horizonte que abrieron sus ideas han aparecido, entre otras, figuras como Gert Rosenthal y José Antonio Ocampo, también vinculadas a la CEPAL, a quienes debemos la elaboración de marcos conceptuales como el regionalismo abierto y el tratamiento profundo y sistemático de las asimetrías y las desigualdades del orden global.

Los tropiezos de la ALALC, -derivados en parte de la rigidez de los instrumentos de negociación multilateral para la desgravación arancelaria, las llamadas listas nacionales-, nos condujeron a imprimirle flexibilidad al proceso regional, sin abandonar por ello los grandes objetivos de la unidad y el mercado común latinoamericano previstos en el Tratado de Montevideo de 1960. El primer esquema subregional en aparecer fue el Grupo Andino, creado en 1969 por el Acuerdo de Cartagena.

Luego, al amparo de la flexibilidad introducida al esquema de integración latinoamericana con la creación de la ALADI en 1980, pudimos mantener vivo el proceso en medio de las complejas circunstancias externas de los años ochenta, mediante la suscripción de acuerdos bilaterales de alcance parcial o de complementación económica. A pesar de las críticas al bilateralismo, esa fase permitió profundizar gradualmente los lazos de la integración, con preferencias que alcanzaron el 100% del arancel aplicado a terceros países. Pero, más importante aún, ello no impidió el surgimiento de nuevos acuerdos multilaterales de integración en la década de los noventa, como el MERCOSUR y el Grupo de los Tres. Tampoco impidió la transformación del Grupo Andino en la Comunidad Andina, la cual va más allá de la zona de libre comercio y de la unión aduanera, al ampliar el proceso a las esferas social, productiva, científica y tecnológica, entre otras.

Hoy, al mirar hacia atrás, constatamos la significación que tuvieron y tienen estos acuerdos, los cuales, partiendo del patrimonio histórico de la ALALC, fueron tejiendo la red de preferencias y concesiones arancelarias sin las cuales los acuerdos “de nueva generación”, los instrumentos de libre comercio que venimos pactando al amparo de la ALADI, no habrían tenido una plataforma previa y habrían tenido que partir de cero. Además, es forzoso destacar la cobertura jurídica que ofrece la ALADI frente a la Organización Mundial de Comercio, al inscribirse en la cláusula de habilitación que faculta a los países en desarrollo para negociar acuerdos comerciales como una excepción a la cláusula de la nación más favorecida.

Actualmente, la ALADI transita por una fase superior de integración, el entrelazamiento de los acuerdos subregionales. El desarrollo reciente y de mayor significación de esta tendencia es el acuerdo CAN-MERCOSUR, encaminado a la creación gradual de una zona de libre comercio suramericana en el 2015.

Vemos este compromiso como un avance de importancia hacia la convergencia prevista en el Tratado de Montevideo del 80, si bien los mecanismos que han de conducir a ella no coincidan con lo establecido en el Tratado.

Con relación al concepto de la convergencia regional, formulado en el Tratado de Montevideo del 80, lo interpretamos con un criterio más amplio, más dinámico, que va más allá de la articulación de los acuerdos de alcance parcial o de libre comercio suscritos al en el marco de la ALADI. Consideramos en este sentido que convendría realizar un ejercicio para repensar la convergencia latinoamericana, para ubicarla en la fase actual de la globalización y atribuirle nuevos contenidos. Sería esta una tarea para realizar en forma coordinada por los distintos organismos regionales.

3. Los nuevos horizontes: El Espacio Latinoamericano de Libre Comercio

Los desarrollos de los últimos años constituyen pilares para una integración más profunda de nuestros países en el marco de la ALADI. Colombia quiere impulsar ese proceso y por ello ve con satisfacción e interés la adopción de la resolución sobre las “Bases para la conformación progresiva de un espacio de libre comercio en la ALADI, en la perspectiva de alcanzar el objetivo previsto en el Tratado del Montevideo del 80”. Consideramos que estas bases han sido concebidas de manera comprensiva y que están orientadas a superar cortapisas o vacíos en la agenda de la Asociación. En este sentido vemos esta resolución como un esfuerzo significativo de actualización de la ALADI. Celebramos la incorporación de nuevos temas que, como los no arancelarios, cobran cada vez mayor relevancia en las negociaciones comerciales internacionales. Las tareas que tenemos por delante son complejas y de gran envergadura, y han sido identificadas en su integridad en el capítulo III de la mencionada resolución.

En la mira de su implementación resulta necesario establecer un programa de trabajo en el cual determinemos prioridades temáticas e incluso posibles cronogramas, labor que cabría adelantar al Comité de Representantes en una perspectiva de corto plazo. Permítanme, por último, añadir algunas sugerencias de Colombia en este contexto:

· El logro gradual de un espacio latinoamericano de libre comercio debe ir acompañado de un mecanismo de solución de controversias sólido, que genere credibilidad. Por ello consideramos prioritario avanzar en la ALADI hacia la adopción de un sistema en el que se optimicen los procedimientos en cada etapa del proceso y el cual otorgue carácter vinculante a las decisiones finales de los órganos establecidos en el mecanismo;


· Las labores de armonización de normas continúan siendo una asignación pendiente en la integración latinoamericana. Por ello es también necesario avanzar hacia el establecimiento de un marco general en materia de armonización o equivalencia de normas y medidas sanitarias y fitosanitarias, a fin de facilitar el comercio de productos sometidos a estos regímenes entre los países de la Asociación: Este marco general deberá contemplar procedimientos y plazos claros para evitar que los trámites, en ocasiones excesivos, se conviertan en trabas no arancelarias para el intercambio regional de estos productos.

· Se requiere igualmente avanzar hacia la armonización de normas y reglamentos técnicos, procedimientos aduaneros y nomenclatura arancelaria.


Quisiera, para terminar, destacar un elemento que, con satisfacción, vemos recogido en la resolución que comentamos, y que tiene mucho que ver con las tareas de armonización que consideramos prioritarias en la ALADI: Se trata de la importancia de contar con la asistencia técnica requerida para adelantar esta labor. Aquí, como en otros frentes, invitamos a la Secretaría no solo a explorar sino a concretar la cooperación tanto de los organismos regionales como de otros organismos internacionales especializados.

En Colombia tenemos la firme convicción de que entre todos: gobiernos, empresarios, organismos financieros y con la cooperación internacional, alcanzaremos los objetivos que hoy venimos a reafirmar en Montevideo, respaldados con nuestra indeclinable voluntad de alcanzar un espacio latinoamericano de libre comercio.

Muchas Gracias.