...PRENSA


Incorporación del Excelentísimo señor Embajador Juan Manuel Abal Medina como Representante Permanente de Argentina
Palabras del Emb. Juan Manuel Abal Medina
06/26/2014

Buenos días a todos. Obviamente en primer lugar agradecer en lo personal, en lo institucional y en lo formal las palabras del Presidente y del Secretario General de esta prestigiosa Institución y a todos ustedes por darme la bienvenida a este organismo.
Realmente para mí constituye un verdadero honor y un verdadero gusto poder estar presente hoy representando a mi país en este organismo que, ustedes los saben mejor que yo, es un poco el decano de la integración regional que surge en esos momentos en los que todavía estos temas no eran tan masivos ni tan ampliamente compartidos por nuestra región, la importancia de la integración y la importancia de construir décadas y décadas de desencuentros, de peleas fratricidas, de disputas, de guerras entre nosotros para poder empezar a trabajar en conjunto en el camino de una región fuerte, de una región integrada.
Tengo que confesar que para mí cuando la Presidenta de la Nación me ofrece este cargo me trae, como lo decía el Secretario General recién, muchas cosas porque trae el recuerdo de haber acompañado a Néstor Kirchner en esos breves meses, a veces incluso cuesta decirlo pero fueron unos breves meses que nos tocó ocupar la Secretaría General de la UNASUR, fueron menos de seis meses, pero pudimos llevar adelante gestiones tan exitosas como fue el acuerdo entre Colombia y Venezuela 5
donde pudimos ver que la potencia de la integración, cuando decidimos trabajar juntos, puede superar cualquier traba.
Y también algunas cuestiones más personales como mis años de vida allá en México, primero en el exilio y después en parte en mis estudios de doctorado y una permanente -que habrán visto los que tuvieron la posibilidad de ver en mi currículum- necesidad e interés por conocer lo que ocurría en toda nuestra región. Yo vengo trabajando, en términos académicos, los partidos políticos en América Latina, los sistemas partidarios en América Latina, o sea, siempre la región ha sido para mí el objeto de interés tanto práctico como académico, con lo cual poder hoy ser un actor de esta historia, que uno ha estudiado muchas veces, es sin duda un verdadero honor y un verdadero gusto personal.
Yo estoy plenamente convencido de que nuestras naciones, nuestros estados, han sido producto 200 años atrás de un error histórico por el cual no fuimos capaces, no supimos, no pudimos construirnos nosotros mismos como gran nación latinoamericana. Todos recordamos nuestros próceres: Artigas, Bolívar, Martí después y tantos otros que pelearon por una gran nación que se construyera de esa Iberoamérica una sola unidad política, como pudo ser mucho más exitosamente o en gran medida más exitosamente, la América anglosajona. Nosotros no pudimos, y todo el siglo XIX fue permanentemente la visualización de estados que se construían nacionalmente viendo al otro como un rival o incluso un enemigo; mejor prueba de eso son las terribles y sangrientas guerras fratricidas que ensangrentaron toda nuestra región durante el siglo XIX y también durante buena parte del siglo XX, muchas guerras que todavía algunos países nos siguen avergonzando y lo hemos hecho público en varias oportunidades.
Pero me parece que lo más importante es que de alguna manera, desde hace algunos años, venimos dejando atrás o hemos entendido que nos convenía dejar atrás ese camino y dejar de entender al otro como un rival y como un enemigo y verlo como lo que realmente somos: como hermanos, como miembros de una misma región, como miembros de una gran nación latinoamericana. Y creo que en ese camino, como les decía al principio, estar acá, en la ALADI, en la vieja ALALC, es una demostración de que la integración va avanzando.
A mí me tocó cuando fui a defender mi pliego en el Senado de la Nación, como le pasará a muchos de ustedes cuando escuchan voces críticas a los intentos de integración, o dirán «esto no avanza tanto», a mí siempre me gusta recordar que los procesos de integración no se miden por años ni por meses, se miden por decenas de años y cuando uno mira lo que hay en nuestra región, cuando esta Institución se transforma en la ALADI 30, 40 años atrás, y lo que es hoy el cambio es enormemente significativo. Que hoy nuestros Presidentes actúen en conjunto, estén permanentemente conectados y actúen de la misma manera frente a hechos de gravedad institucional es un gigantesco paso adelante en una región que, como les decía antes, nuestros Presidentes solían guerrear entre ellos más que acordar y ponerse de acuerdo frente a cuestiones.
Cuando uno piensa en términos históricos en nuestro país, en Argentina, hace un poco más de 30 años, por ejemplo, estuvimos a punto de una guerra fratricida con nuestra hermana República de Chile. Hace 30 años en toda la región mesopotámica de Argentina no se podía construir ninguna obra pública por el temor a que fuera usada por los ejércitos de Brasil cuando invadieran Argentina. Esa es la realidad nuestra que también es parte de todos y parte de toda América Latina. Y si hace 30 o 40 años nos veíamos de esa manera y ahora estamos acá sentados y están nuestros Presidentes y están nuestros Cancilleres en cada una de las instancias regionales,6
creo que eso es la mejor demostración de que esta integración avanza; obviamente, con sus matices, con sus bemoles, con sus diferencias, pero todos en el mismo sentido, yendo a volver a construir esta casa común en la cual todos podamos ser cuidados y podamos habitar juntos y sobre todo, como muy bien decía el Secretario General, siéndoles más útiles a nuestros pueblos.
Una gran obsesión que tenía Néstor Kirchner, que yo comparto absolutamente, es que realmente la integración va a triunfar cuando los pueblos, cuando la gente sienta en carne propia que le es útil, cuando pueda verlo en sus condiciones materiales de vida, cuando vean que la integración mejora su vida cotidiana; y eso es en lo que hemos avanzado. Pero también nos señala lo que nos falta construir: todas las cuestiones que tienen que ver con temas de derecho, con temas migratorios, con las necesidades enormes que tenemos de poder avanzar con fuerza en cuestiones de vinculación de temas regulatorios, de estudios laborales, de salud. Nos muestra un gran camino que tenemos por recorrer para adelante buscando, creo yo, centralmente esto: que la integración se encarne en los pueblos a partir de que esos pueblos empiecen a vivir los beneficios de esa integración y así crear esta América Latina unida que tanto venimos construyendo pero que también tenemos el desafío de seguir construyendo y haciéndolo en este mismo camino.
Obviamente, ya no pensamos como habrán pensado hace cuarenta y tantos años los fundadores de la ALALC que hay un solo camino para la integración, ya no tenemos esa fantasía de que se tenía un solo camino, que es fácil de recorrer y que vamos todos caminando por ahí y todo se soluciona. No tenemos esa fantasía pero también nos damos cuenta de que la flexibilidad, ir buscando distintas velocidades, hace a la integración mucho más potente y la hace mucho más cercana a los cambios y a las transformaciones que permanentemente vemos todos los días. Y hoy esta superposición de instituciones regionales lejos de verse como un obstáculo tenemos que verlo como una gran virtud de la vitalidad que está sufriendo este proceso de integración, que cada vez sean más los países que quieran integrarse y que busquen nuevas maneras, nuevos modos, nuevos sentidos para hacerlo es enormemente provechoso para todos.
Yo, sinceramente, les agradezco profundamente esta recepción. Vuelvo a agradecerles las palabras de bienvenida y mi compromiso, en nombre mío, de mi Gobierno, de mi Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, de seguir apostando fuertemente porque nosotros entendemos que la integración no es solamente una elección, sino que es centralmente el futuro que estamos construyendo todos juntos. Muchísimas gracias