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Despedida del Comité de Representantes a la Emb. Marielena Ruiz Capote, Representante Permanente de Cuba
Palabras de la Representante Permanente de Cuba, Emb. Marielena Ruiz Capote,
07/29/2009

En los próximos días, y tras cuatro años, culmino mi misión como Embajadora de Cuba en la República Oriental del Uruguay y como Representante Permanente ante esta Asociación.

Como nos ocurre a todos, llegado este momento se mezclan la alegría y la nostalgia. Con certeza siempre recordaré esta sala, mi primera experiencia en diplomacia multilateral, la que considero un efectivo complemento en nuestra profesión.

La recordaré además porque en ella, entre debates y casi siempre arduas negociaciones en busca del consenso, se forjó una cálida relación entre todos, más allá de las diferencias en las visiones, porque somos conscientes de la necesidad de la unidad y la integración.

Llego al término de misión sintiéndome profundamente honrada con la designación de mi gobierno como representante del pueblo cubano ante un gobierno cuyo primer acto de política exterior fue el restablecimiento de relaciones con Cuba. Cubanos y uruguayos hemos trabajado con tesón y tenemos resultados. A través de su Representación hago llegar una vez más mi agradecimiento por la hospitalidad y el cariño que he recibido de parte del gobierno, de muchas instituciones y de su pueblo, al que me siento muy ligada.

Agradezco igualmente el apoyo brindado a Cuba y a mi gestión por la Secretaría General de la ALADI y a todos sus funcionarios. Tenemos muy presente su gesto solidario tras el paso por nuestro país de tres devastadores huracanes en 2008.

Agradezco a mi colectivo de trabajo que hoy me acompaña y en particular a la Representante Alterna. Y les agradezco a todos ustedes, mis queridos colegas del Comité de Representantes, el apoyo y amistad que recibí durante estos años.

Estimados colegas:


Mi país profesa una profunda vocación integracionista. Nos incorporamos a la ALADI hace casi 8 años como miembro pleno convencidos de que nuestra visión de la integración se suma a los aportes que hacen todos los países miembros a ese proceso, cada uno con sus peculiaridades y características.

Hace 50 años Cuba no puede comerciar libremente con el mundo, por eso entre otras razones, no creemos en el libre comercio. La potencia hegemónica ha obstaculizado ese derecho inalienable, que también afecta a otras naciones mediante legislaciones con efectos extraterritoriales.

Este no es un mero ejercicio de oposición a un concepto, ni retórica, es una realidad que continúa afectándonos a todos. Permanece intacta la persecución a nuestra gestión comercial en el exterior y la aplicación de sanciones a quienes se atreven a desafiar la medida genocida, que el pasado año costó al país unos 3 000 millones de dólares y a lo largo de estas casi cinco décadas de aplicación del bloqueo rebasa el monto de los 96 000 millones Lo que en teoría podría facilitar una mayor participación cubana en el comercio y la complementación económica de la región, es obstruido por esa política.

Exportadores latinoamericanos con acceso al mercado norteamericano no pueden incorporar materias primas, servicios técnicos y tecnologías cubanas en sus productos, porque esas leyes extraterritoriales se lo impiden.

El comercio con Cuba en la región tiene un alto costo en fletes y seguros, particularmente cuando se utilizan medios de transporte que tienen como destino final puertos norteamericanos, pues en su paso no pueden desembarcar sus productos en nuestros puertos, ya que serían severamente penalizados por esas disposiciones.

El libre comercio formulado por el Consenso de Washington y asumido aún en las políticas económicas actuales no creemos haya contribuido a eliminar la pobreza, la desigualdad, la exclusión social y a la disminución de las asimetrías. Más bien todo lo contrario. Tampoco ha contribuido a una mayor integración de nuestros pueblos.

Consideramos que en la integración no puede primar la competencia por mercados donde unos ganan y otros pierden; donde unos incrementan sus superávit y otros sus déficit comerciales. Donde unos que tienen o crean condiciones para la inversión de las transnacionales, arruinan los sectores productivos de otros con menores posibilidades, resultando esas empresas transnacionales las que reportan los mayores flujos de comercio y las que reintegran sus grandes beneficios.

Concebimos la posibilidad de crear un espacio de complementación económica, comercial y productiva; en el que los sectores avanzados en unos países ayuden a los que están atrasados en otros. Un Espacio de Solidaridad y de visión de que los problemas de las asimetrías y desigualdades podemos enfrentarlas, minimizarlas y resolverlas entre todos los países miembros, con hechos concretos.

El reconocimiento de la mayoría de los países miembros a la necesidad de incorporar una dimensión social renueva la agenda de la Asociación y la coloca a la par de otros organismos que han trabajado e incorporado acciones en este ámbito. Esta preocupación cobra una mayor importancia en la actual coyuntura de crisis mundial. Es una tarea que no puede ser soslayada y tendremos que trabajar para darle cuerpo a actividades y acciones concretas en el plano social.

Hago votos porque el resultado de los trabajos venideros, fruto de una intensa labor colectiva, conduzca a la Asociación Latinoamericana de Integración a posicionarse como le corresponde, a la vanguardia junto a procesos que hoy ya cosechan para nuestros pueblos, mejores condiciones de vida y promueven el desarrollo sostenible.

Muchas gracias