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XIII Reunión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la ALADI
Intervención del Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela, Doctor Jesús Arnaldo Pérez
10/18/2004

Son muchas las razones por las cuales debe establecerse una radical prioridad a los procesos de integración entre los países de América Latina, antes de continuar profundizando los mecanismos de integración o las zonas de libre comercio con países fuera de América Latina.

Dadas las inmensas disparidades en los tamaños de las economías y en los niveles de desarrollo existentes entre nuestros países y los países del Norte, las negociaciones comerciales con estos se dan en la actualidad en condiciones de profundas debilidades tanto en las economías como en las condiciones mismas de la negociación. Dadas estas disparidades, los países más fuertes pueden imponer sus agendas de negociación, y dejar afuera aquellos asuntos que no son de su interés.

Todo proceso de integración que no incorpore en forma expresa mecanismos e instrumentos precisos orientados a disminuir estas disparidades, con toda seguridad conducirá a la ampliación de estas desigualdades. Todo proceso de integración que limite la capacidad de los Estados para el impulso de políticas de desarrollo (políticas de desarrollo regional, industrialización, impulso de cadenas productivas, fomento tecnológico, generación de empleo, infraestructura, etc.), impone severos obstáculos a la posibilidad misma del desarrollo de los países más pobres.

Los procesos de integración en los cuales participen los países de América Latina y el Caribe deben cumplir con las siguientes condiciones:

En materia de integración, la prioridad debe ser la integración del continente latinoamericano, como vía tanto para mejorar las condiciones económicas y sociales de las mayorías pobres del continente, como para fortalecer la capacidad negociadora, como bloque, frente a terceros. Por esta razón, son importantes los compromisos de avanzar en forma acelerada hacia la creación de un área de libre comercio entre los países de la Comunidad Andina y MERCOSUR.

Le lentitud y poca eficacia que históricamente han tenido la mayor parte de los procesos de integración de América Latina, no deben llevar a abandonarlos, ni a someterlos a la lógica que hoy exigen los países centrales y sus corporaciones transnacionales.

La prioridad de la integración debe responder a la necesidad de fortalecer la capacidad negociadora de América Latina y el Caribe. De nada serviría, sin embargo, avanzar en procesos de integración latinoamericanos, si estos procesos no tienen características y orientaciones diferentes a la prioridad absoluta a las relaciones de libre mercado que han caracterizado hasta el momento las negociaciones y los acuerdos de libre comercio entre los países de América Latina y países del mundo desarrollado.

Los procesos de integración sub-regional que operen con la misma lógica de darle prioridad a la liberalización mercantil sobre todo otro criterio político, social o ambiental, pueden convertirse simplemente en pasos intermedios que aceleren la imposición de la lógica de la globalización neoliberal, no en ámbitos de búsqueda de opciones alternativas de integración y de desarrollo.

Los procesos de integración de América Latina y el Caribe, tienen que darle la debida prioridad al desarrollo de los mercados internos. El mercado interno de los países de América Latina, aun de los países más grandes, y aun del continente en su conjunto, está severamente limitado por las profundas desigualdades sociales existentes en todo el continente. En tales condiciones, sólo una pequeña minoría de la población, con frecuencia incluso menos que el 20% de ésta, tiene acceso a niveles de consumo capaces de generar una demanda efectiva para un desarrollo económico sostenido.

Es ésta tanto una exigencia social y política, como económica. Sólo así será posible la ampliación de la demanda efectiva en los mercados internos, sólo así será viable un modelo de integración alternativo para los países de América Latina y el Caribe.

Es una tarea política prioritaria, para hacer posible otro modelo de integración de América Latina y el Caribe, la incorporación a los procesos de consulta, discusión y elaboración y toma de decisiones sobre políticas y procesos de negociación comercial, de todos los sectores sociales que hoy tienen escasa participación.

Requerimos un modelo de integración que no coloque los temas laborales y los derechos humanos como asuntos secundarios, sino que formen parte medular de los procesos de integración. Ni el crecimiento económico, ni la integración son fines en sí mismo, son fines cuya justificación está en la medida en que mejoren las condiciones de vida de la mayoría de la población.

En su intervención ante este organismo el 16 de agosto de 2003 el Presidente Chávez, al referirse a este aspecto, insistió en la necesidad de "complementar el proceso de integración económica y comercial de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), con "planes sociales y contra la marginación", señaló que sería necesario una visión "más humana" del proceso de integración de América Latina. Proponía que comenzáramos a debatir sobre la creación de áreas libre de analfabetismo, áreas libres de desnutrición infantil, áreas libres de gente sin vivienda, áreas libres de destrucción ecológica.

Creemos que ese es el camino a seguir, para enfrentar con éxito el reto de un mundo pluripolar, para asumir el reto de la globalización de la solidaridad. Y esto tiene un ritmo distinto, basta la voluntad y la decisión política, la voluntad para asumirlo como un proceso de integración política y el convencimiento que tenemos de que la integración es una necesidad para alcanzar una vida digna para nuestros pueblos.

En este marco, la ALADI, como organismo que agrupa los países sudamericanos puede y debe desempeñar un papel fundamental para profundizar y avanzar en este debate en la región. De promover una discusión sobre la integración que se plantee propiciar el fortalecimiento de la presencia de la región en el escenario internacional, que busque dar respuesta a la exclusión social.

Tenemos entonces, la obligación de apoyar esta tarea del fortalecimiento de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) a fin de convertirla en un Foro Político Latinoamericano, en un organismo coordinador y articulador de este nuevo proceso de integración. En un mecanismo necesario para dotar de legalidad y control los acuerdos establecidos entre las partes que la conforman; para potenciar los acuerdos preliminares CAN – MERCOSUR que hoy estamos protocolizando y que fueron negociado sobre la realidad y perspectivas de los intercambios actuales.

Estamos convencidos del importante papel que la ALADI ha jugado en esta etapa y por tanto conscientes de su necesidad para nuestros países, así mismo deberá avanzar en la búsqueda de las respuestas que esperan los procesos de integración hoy en marcha. Esto requiere del impulso político que le demos sus países miembros.

Es esta la política que del Gobierno Bolivariano de Venezuela en las discusiones del ALCA, es esta la esencia del ALBA, Alternativa Bolivariana para América, propuesta de integración solidaria, que pone el énfasis en la lucha contra la pobreza y expresa los intereses de los pueblos de nuestra América.

Queremos hoy, reiterar el compromiso y el rol activo del Gobierno Bolivariano de Venezuela para avanzar por estos caminos de integración; para explorar nuevas posibilidades que permitan acercar posiciones, construir alianzas y avanzar hacia nuevas áreas de entendimiento. El sueño de la integración es un viejo sueño de nuestros libertadores y hoy se convierte en posibilidad y en estrategia esencial para enfrentar el impacto de la globalización neoliberal en la región.