...PRENSA


XV Reunión del Consejo de MInistros de Relaciones Exteriores
Intervención del Representante Permanente del Uruguay, Emb. Gonzalo Rodriguez Gigena
04/29/2009

(Texto sujeto a corrección)

El Uruguay ha alentado una profunda vocación integracionista, aún desde antes de constituirse en Nación independiente. Esa vocación integracionalista aparece ya en los tempranos momentos de nuestra historia, y continúa hasta el presente, al grado tal que se refleja en nuestro propio texto constitucional, en la Constitución de la República.

Sobre la base de este imperativo, de este punto de partida, creemos que más allá de las dificultades del ahora, lo cierto es que la Integración dicha con mayúscula, se muestra cada vez más necesaria, y cada vez más útil para nuestro pueblo.

En particular, reconozcamos que la profundización de la integración regional es de primordial importancia para el Uruguay, pues en tanto es un país de menor dimensión económica, la principal asimetría que enfrenta es la inexistencia de un mercado regional ampliado y sin obstáculos a la circulación de mercancías.

Tenemos que ser realistas, debemos ser realistas, pues advertimos dificultades en el desarrollo de los procesos de integración y de su convergencia en el marco de esta Institución. Pero el realismo no debe conducir necesariamente al pesimismo, sino a su antítesis, y por ende somos optimistas, dado el dinamismo que en estos procesos se aprecia -y a vía ejemplificativa y sin ir más lejos- advirtiendo en el propio incremento del comercio interregional en el año 2008 sobrepasó los 140.000 millones de dólares.

Más allá de estas auspiciosas perspectivas estrictamente comerciales, creemos que la integración no se agota en el tradicional proceso de liberación del comercio de bienes -al que se ha agregado en los últimos años la liberación del comercio de servicios- sino que requiere de normas y disciplinas ágiles, transparentes, y es fundamental, por ejemplo, la compatibilización de los regímenes de origen, a los efectos de permitir la acumulación regional, generar un mecanismo efectivo de salvaguardia, y hallar el mejor sistema posible para resolver las controversias que puedan ir surgiendo con el devenir del proceso integrador.

Del mismo modo, creemos que para que la integración regional alcance su real dimensión, y el objetivo esperado, resulta imprescindible incorporar al proyecto otros sectores como el sector productivo, el sector energético, y aquel que guarda relación con la infraestructura regional.

En cuanto hace al sector productivo, no podemos perder de vista que la ampliación del mercado resulta indispensable para llevar adelante un desarrollo productivo que permita agrandar, ensanchar, y fortalecer la capacidad innovadora y gerencial de las pequeñas y medianas empresas.

Recordemos a propósito de ello que estas empresas constituyen la mayor parte de las unidades productivas de nuestros países, aún en el caso de los socios mayores, y están indisoluble e íntimamente ligadas al entramado social y familiar de nuestros pueblos, no es sólo, por tanto, en términos puramente económicos que ellas resultan esenciales.

Con referencia el tema energético, demás estaría señalar aquí su importancia en las actuales circunstancias, habida cuenta de las crisis que en esta materia estamos atravesando varios países de la región, y que nos obligan a planificar en conjunto el desarrollo del sector como elemento fundamental para satisfacer las necesidades de la población y de un desarrollo económico sostenido.

De igual manera, prestar la necesaria atención al desarrollo de la infraestructura regional como forma de acercarnos, y mejorar los niveles de competitividad de la producción, constituye un jalón más que imprescindible, pues está claro que cualquier proceso de integración económica y comercial exige de una efectiva integración física.

En cuanto hace a otras dimensiones del proceso integrador, es preciso señalar, que el mundo entero se halla sujeto a una dinámica tal que no se detiene a esperar a los que se rezagan en el camino del desarrollo y la modernización.

Señalo esto como la constatación de una realidad que a veces duele, que puede llegar a ser descarnada, pero que está ahí lo queramos o no, nos guste o no, y constituye el desafío que debemos aceptar y superar más allá de cualquier esfuerzo, y contra viento y marea.

En consecuencia, para el Uruguay resulta imperioso fortalecer la cooperación y coordinación intrarregional en todos sus ámbitos, para mejorar la inserción de nuestros países en una economía internacional que es interdependiente y es también, asimétrica.

En el mismo sentido, entendemos esencial conseguir que la sociedad civil en su conjunto, desde sus actores más encumbrados hasta los más humildes, llegue a hacer suyo este proceso integrador, y se constituya en una parte activa de su evolución cotidiana, y no permanezca como un mero espectador pasivo.

Los distintos esquemas subregionales de integración del MERCOSUR, CAN, ALADI, deben propender cada día más a fortalecer la cooperación de carácter interinstitucional, para aprovechar así las sinergias del proceso, conscientes de que cada esquema subregional es parte de ese proyecto superior que a todos nos convoca.

Y en cuanto hace estrictamente a la ALADI, entendemos que debemos reforzar su rol de convergencia, de todos los procesos de integración, tal como fuera acordada en la XIII Reunión del Consejo de Ministros, y en particular, que debemos impulsar el Espacio de Libre Comercio en la región.

Entendemos que el proyecto del Espacio de Libre Comercio no sustituye a los procesos de integración subregional, sino que bien por el contrario, apoya el cumplimiento de los objetivos específicos de cada uno de ellos, y se fortalece a través de las acciones de convergencia entre los mismos, que permitirán alcanzar ese objetivo de una gran zona de libre comercio regional.

Al respecto, Uruguay considera el conjunto de Proyectos de Resolución que se han presentado a nuestro examen como un paso real y efectivo, acompasado lógicamente a los tiempos que corren, y a las posibilidades de cada uno de nuestros países, pero un paso real y efectivo en la dirección cierta de la construcción de ese Espacio de Libre Comercio, objetivo al cual todos nos hemos comprometido, y a ese respecto no es ocioso recordar que ya poseemos firmes cimientos, y sobre la base de esos cimientos, entre ellos, esta Asociación que hoy nos nuclea, es que debemos y seguramente continuaremos construyendo.

En tal sentido, confiamos que la primera Reunión Ordinaria de la Conferencia de Evaluación y Convergencia que se ha pensado convocar habrá de constituir la instancia en la cual, acorde a lo previsto por el Comité de Representantes llegaremos a definir los lineamientos de las instrucciones concretas que necesitamos para seguir avanzando en el camino que nos hemos trazado.

Por otra parte, como forma de fortalecer a la Institución, pensamos que es hora de acompasar la agenda de trabajo de esta Asociación a la agenda internacional en su conjunto, incorporando todos los temas, porque el no hacerlo debilita a la Institución, marginándola en los hechos, de las grandes decisiones a las cuales está destinada y llamada a intervenir y a tener ingerencia. Y lo está por derecho propio desde su nacimiento, y la omisión privaría a nuestro países de un lugar esencial de coordinación para enfrentar mejor equipados, mejor conjuntados las discusiones y negociaciones en otros foros multilaterales.

Por último, a nuestro juicio la integración y la cooperación no son fines en sí mismos, son tan solo medios para alcanzar un desarrollo económico y social más justo y más equilibrado, que contribuya al bienestar de nuestros pueblos, satisfaciendo sus necesidades básicas y mejorando su calidad de vida.

Para ello, debemos actuar con imaginación, debemos actuar con coraje, con el deseo irrenunciable de hacer de la nuestra, una región cada día más próspera, donde nuestras mujeres y nuestros hombres puedan vivir con dignidad, y nuestros jóvenes no tengan que marcharse a construir su futuro en otras tierras