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XXV Cumbre del MERCOSUR
Intervención del Secretario General, Embajador Juan Francisco Rojas Penso
12/16/2003

Sean mis primeras palabras para agradecer a la presidencia Protémpore de esta Cumbre, la invitación que nos fuera formulada para participar en esta reunión. El MERCOSUR, que constituye uno de los esquemas de integración de mayor importancia en la región y que ha despertado, y despierta, grandes expectativas en el escenario internacional.

En el marco de esta cumbre que marcará un hito en la historia de la integración regional, los países del MERCOSUR y los de la Comunidad andina completarán el acuerdo de libre comercio entre ambos bloques subregionales de integración, que proyectará a Sudamérica como un espacio económico integrado basado en tres pilares fundamentales: el comercio, la integración física, y la cooperación financiera.

La voluntad política que anima a los gobiernos sudamericanos, aunada a un nuevo y dinámico método de trabajo que reconoce y respeta las particularidades de cada uno de los países, así como el carácter evolutivo en las negociaciones y compromisos, permitirán consolidar este espacio económico.

No cabe duda que la importancia y significación de los acuerdos suscritos y las negociaciones en curso constituyen un paso esencial para la expansión y crecimiento del comercio intrarregional.

Al mismo tiempo, los esfuerzos que se están realizando en el marco de la Iniciativa para la Integración Física de Sudamérica (IIRSA), para ampliar y fortalecer la integración en las áreas de la energía, la infraestructura y el transporte, representan el complemento indispensable para promover el desarrollo económico y social de América del Sur.

En este orden de ideas, la importancia que revisten los aspectos financieros, tanto en lo que hace al financiamiento del comercio como al de las obras de infraestructura adquieren singular trascendencia. La región cuenta ya con instituciones financieras que vienen apoyando de forma eficaz la acción de los gobiernos en estos campos. No obstante, la magnitud de recursos que se requieren para impulsar el desarrollo regional, exige la búsqueda de mecanismos innovadores que permitan hacer frente a la demanda creciente de recursos.

Todos estos esfuerzos, que no hacen más que reflejar la voluntad de los gobiernos de la región por integrarse, están sentando las bases para profundizar aún más la cooperación política en el espacio de América del Sur.

Sin embargo, esta cooperación no puede limitarse sólo a los aspectos económico - comerciales, sino que debe trascenderlos, para comprender también los aspectos que se vinculan directamente con la atención de los requerimientos y exigencias del desarrollo social de todos nuestros países. Se trata entonces, de incorporar también a los olvidados de siempre.

La profundización de la cooperación política entre los gobiernos de América del sur fortalecerá su participación, como región, en los distintos escenarios de las negociaciones económicas internacionales.

En este contexto, la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), como instrumento para la acción de sus países miembros, deberá desarrollar un papel activo en la administración de los acuerdos y, especialmente, en propiciar e impulsar su convergencia en aras de establecer un mercado común latinoamericano, objetivo esencial del Tratado de Montevideo de 1980. Ese es nuestro cometido. Desafío también es para los gobiernos latinoamericanos.