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Dr. Opertti participa en reunión del Consejo Permanente de la OEA
Exposición del Secretario General de la ALADI, Dr. Didier Opertti Badán, sobre "La ALADI de hoy; sus relaciones con la OEA"
11/30/2005

Ponencia del Secretario General de la ALADI, Dr. Didier Opertti Badán, sobre "La ALADI de hoy; sus relaciones con la OEA" - Reunión del Consejo Permanente de la OEA, 30 de noviembre de 2005.

- Para mí estar en esta casa es volver, de alguna manera, con ese animus retornandi y que nunca he perdido, a un lugar cargado de experiencias, de evocaciones positivas, constructivas en este largo y difícil camino de ir elaborando normas de convivencia que permitan superar las falencias que el ser humano muchas veces muestra. Yo miraba con cierto estupor la presentación que se hizo sobre el tema de la seguridad o de la inseguridad con estas nuevas formulas de violencia asociada y de irracionalidad incontenida; y entonces uno tiene que retomar el aliento, volver a mirar cuáles son las cosas que pueden construir –y desde ese belvedere que no es ciertamente un belvedere inactivo– nuevas murallas de contención. Bien, de eso se trata entonces.

Yo represento como Secretario General, desde el 18 de marzo de este año, a la Asociación Latinoamericana de Integración, que es una vieja dama del proceso de integración regional, une vieille dame, pero no solo por su edad, que ciertamente 25 años es una edad juvenil, sino por su contribución al desarrollo de los conceptos de integración en nuestra región.

La ALADI es heredera del patrimonio histórico de ALALC, que naciera en los años 60, en tiempos en donde el libre mercado y el proteccionismo trataban de convivir en una suerte de binomio de alternancia de difícil armonía. Combinar la apertura del comercio y, al mismo tiempo, recibir como se recibía entonces la influencia del proteccionismo industrial con aquella vieja política de sustitución de importaciones no parecía un diálogo posible. Precisamente porque ello no fue posible, fue que se abandonó el sistema, el viejo sistema de ALALC de los años 60, y en 1980, en tiempos difíciles para la región, se firma el nuevo Tratado de Montevideo el 12 de agosto de 1980. Por eso mi concurrencia aquí se inscribe también, señor Presidente, y vale la pena evocarlo dentro de este proceso de puesta al día de la información de qué es lo que está pasando en ALADI cuando está cumpliendo sus primeros 25 años.

El concepto de región se ha ido desarrollando y todos coinciden, o casi todos, en señalar que la región no es un concepto que se identifique exactamente con los márgenes o límites políticos de los estados componentes, sino que la región es un concepto que se nutre de valores históricos, geográficos, culturales, sociales, antropológicos en cierto modo que hacen de esta un nuevo agente, un nuevo protagonista, que sin romper el pasado de los estados-nación, de alguna manera, entra a competir con ellos en términos de realización, en términos de proyecto.

Por lo tanto, cuando hablamos de la integración regional, hablamos de una región, en este caso una región integrada por 10 países de América del Sur y dos países fuera de América del Sur: México del Continente Norte de América y Cuba. Cuba y México son integrantes plenos de ALADI; Cuba es el último socio que se adhirió a la ALADI y, por lo tanto, ahí jugó de manifiesto, claramente, uno de los principios rectores del Tratado 1980, que es el principio del pluralismo.

La ALADI está construida sobre algunos principios, uno de los cuales, yo diría, definidor de su política y de su filosofía de integración, es precisamente el pluralismo. Por lo tanto, tenemos una asociación de integración dentro de una región, una región que no se agota en el Hemisferio Sur, sino que también toma en cuenta México y Cuba y que los integra en una membresía de doce Estados., doce Estados unidos en el común propósito de alcanzar una integración comercial, económica, esencialmente con la perspectiva de un mercado común. Es decir, el último objetivo de este largo periplo es la construcción de un mercado común.

Pero esto no sería sino una evocación o apenas un testimonio de referencia ineludible para el inicio de esta presentación si yo no tuviera la posibilidad de poner sobre la mesa, en este instante, hechos nuevos, hechos sobrevivientes, situación presente que es, en definitiva, la que puede provocar el legítimo sentido de atención de todos ustedes, si es que yo logro transferirles este objeto de conocimiento. Yo también estuve ahí, como ustedes, casi 6 años y sé que cuando escuchamos, desde nuestros asientos de Representantes, presentaciones sobre otras organizaciones, en este caso sobre la ALADI, se espera obtener en ese mensaje lo esencial: aquello que le dé legitimación y presencia.

La ALADI empieza a sufrir su proceso de transformación en el mes de octubre del año 2004. En octubre del 2004, el Consejo de Ministros de ALADI, reunido en su Decimotercera reunión en Montevideo, adopta tres decisiones: las Resoluciones 59, 60 y la 61. Estas tres resoluciones o decisiones marcan un nuevo periplo para ALADI, le marcan una nueva guía de navegación.

La primera, la 59, identifica la base para la creación del espacio de libre comercio. Es decir, la ALADI tiene que construir, entre los doce países, un espacio de libre comercio. Tiene que remover los obstáculos a la circulación de bienes, personas, servicios, capitales –vale decir sin reproducir a escala regional el modelo europeo. Debe, de alguna manera, entrar en una suerte de sintonía con esas libertades fundamentales que construyeron la Unión Europea, modelo exitoso que hoy sale del terreno de la pura comunidad económica y se transfiera al terreno de federalismo político en una constitución a un proyecto Giscard d’Estaing, pero que tiene, sin duda, el atractivo de una configuración de Estados que otrora estuvieran enfrentados, severamente, en guerras fraticidas pero que hoy, en cambio, asumen un compromiso superior de concertación política. La ALADI, por lo tanto, se inscribe en ese marco.

El otro gran marco en que se inscribe es la globalización. Se dice también, con frecuencia, que la región es una respuesta a la globalización y, particularmente, la integración es una respuesta a la globalización, porque la globalización no es un fenómeno, sin duda, de carácter voluntarista. No hay globalización porque haya un grupo de países o de estados o de personas, menos todavía, que pudieren decir: “Creemos o establezcamos la globalización”. Esta es la resultancia de una modernización de los medios; es una resultancia de la revolución tecnológica y, en definitiva, todos estamos inmersos en ella, independientemente de la familia política a la que pertenezcamos.

Por lo tanto, región, integración, globalización, son términos inseparables, de algún modo, para poder de alguna forma encontrar fundamento y sustento a cada uno de ellos. No hay región integrada que esté divorciada del mundo exterior; ni hay un mundo exterior universal que deje de conciliar con los desarrollos regionales.

La OEA es un desarrollo regional desde el punto de vista político, desde el punto de vista del desarrollo político institucional. La OEA tiene una agenda que constituye una suerte de revisión de los temas que hacen la paz y la seguridad en su esquema territorial, y que hacen al sistema democrático en su alcance o dimensión política. La ALADI es una organización regional, asociación que dice relación con las mejores maneras o fórmulas para alcanzar un espacio de libre comercio. Y eso es lo que la Resolución 59.

La Resolución 60, por su lado, dijo que había un nuevo rol, que la ALADI tenía un nuevo rol, un nuevo papel y que ese nuevo papel lo tenía que cumplir con una Secretaría revisada. La secretaría anterior tenía que ser revisada, como tenía que ser revisado el financiamiento –grave problema siempre este último para cualquier organismo internacional, el financiamiento– porque a la hora de optar entre construir un hospital o una escuela, un área de primeros servicios y pagar los aportes a un organismo internacional, los ministros de economía no tienen alternativa. Primero construyen la escuela o financian el hospital y luego, finalmente, en el último espacio de su proyecto de pago aparecen los organismos internacionales.

Y este es un tema que yo lo viví como Canciller varios años en mis discusiones diarias con el Ministro de Economía, porque las prioridades de un estado en el terreno internacional suelen ser de cosecha diferida, de cosecha prolongada, no de percepción inmediata, pero sí, de representación, de actuación en el mundo exterior, sobre todo cuando el lugar desde el cual se actúa es un país pequeño que no tiene aspiraciones de poder o aspiraciones de predominancia, sino aspiraciones simplemente de participación. Entonces, esa resolución encargó que se modificara la secretaría y que se buscara fórmulas de financiamiento.

Y la tercera, la Resolución 61, nos recordó a todos que en la ALADI hay tres categorías de países: los de estatura económica mayor, los de estatura económica media y los Países de Menor Desarrollo Económico Relativo, es decir, aquellos respecto de los cuales se hace muy patente su asimetría con los demás, en función de factores e indicadores universalmente aceptados, como el producto bruto; la distribución de la riqueza; el ingreso per cápita, etc, y esos tres países son Bolivia, Ecuador y Paraguay.

Hay tres sobre doce países que tienen ese registro, esa calificación y a los cuales la ALADI debe servir de una manera preferente en el terreno ya no de la asistencia económica que, ciertamente, ésta no tiene un gran impacto, sino fundamentalmente en la asistencia tecnológica, en la cooperación internacional, a nivel regional, para el mejor manejo de sus niveles de competitividad; para el mejor manejo, en el caso específico de Paraguay y Bolivia, de su condición de países hinterland, países que no tienen litoral y que, de consiguiente, ven severamente afectada su competitividad por los factores de utilización de servidumbres de paso o de fronteras de terceros países.

Quiere decir, por lo tanto, que esa es la ALADI a partir del 18 de octubre del año pasado. Pero esto habría sido simplemente un mensaje al interior de ALADI y no un refreshing proveniente de otros países o regiones, si en diciembre del 2004 no se hubiera producido en la ciudad de Cuzco esa reunión de los Jefes de Estado y de Gobierno que emiten una declaración y en esa declaración los Jefes de Estado o de Gobierno, al amparo de la evocación histórica de Ayacucho y, por lo tanto, del ingreso en el proceso libertario de la región, declaran de una manera rotunda, categórica, sin lugar a equívocos, que hay que manejarse en el terreno de la resolución 59. Es decir, hay que usar la resolución 59, basarse en ella, no reiterar instituciones ya creadas, aplicarse sobre los pilares ya existentes y generar con ello una suerte, yo diría, de compromiso que tienda, desde la visión del Cuzco, a la creación de la llamada Comunidad Sudamericana de Naciones. Es decir, el hecho político, trascendente, de finales del año pasado es precisamente el compromiso de los países sudamericanos de crear la Comunidad Sudamericana de Naciones, Comunidad Sudamericana que se integra por 10 países que ya son miembros de ALADI, todos los latinos, y dos países sudamericanos que no son miembros de ALADI, que son Guyana y Suriname, que sí son miembros de nuestra Organización.

Vale decir, por lo tanto, que aquí nace un hecho político nuevo. Nace el hecho político de generar un nuevo actor político internacional, que es esta Comunidad Sudamericana de Naciones, sin personería internacional, sin un tratado constitutivo, sin una organización con cuerpos dotados de competencias y atributos, sino sí a través de un fuerte compromiso político de generar un diálogo político permanente sobre temas centrales que hacen al diálogo político mismo al medio ambiente, al desarrollo, a la integración social, en definitiva, a todo lo que constituye esta agenda permanentemente renovada del quehacer internacional.

Esta Comunidad Sudamericana de Naciones, que aparece recién pergeñada en diciembre del 2004, alcanza en septiembre del 2005 una fórmula más afiatada, más acotada, más precisa. Tendrá un cuerpo esencial, que es la Reunión de los Jefes de Estado, que son los que determinarán el discurso político esencial; la orientación política esencial de la organización; un cuerpo ejecutivo que serán los Ministros de Relaciones Exteriores; y un cuerpo preparativo, antecesor, que es el cuerpo de los Subsecretarios o Viceministros de Relaciones Exteriores. Es decir, utiliza las estructuras orgánicas de los países y las vuelca sobre esta nueva agenda.

La propia Comunidad Sudamericana de Naciones no es un organismo supranacional, no tiene esa condición, como tampoco la tiene la ALADI que es un organismo, al igual que el MERCOSUR, intergubernamental.

Este es el cuadro de situación en el que hoy está ALADI. Unos acuerdos de nivel político superior, el de los Jefes de Estado y sendos mandatos en sus respectivas reuniones, o pedidos, o solicitudes a la ALADI para que ésta formule propuestas y haga comentarios sobre la creación del Espacio de Libre Comercio.

La ALADI ya no tiene una agenda exclusivamente nacida dentro de ella, tiene una agenda que se origina en solicitudes de fuera de ella. Su membresía, a nivel de miembros activos y de Observadores, sigue creciendo. Hoy está Panamá presentando sus credenciales como Observador. Lamentablemente yo no estaré ahí, pero todo esto alienta también un proceso de inserción progresiva. Otros países centroamericanos ya han, a través de sus Ministros de Relaciones Exteriores, trasladado a mí mismo personalmente su interés en profundizar su relacionamiento con esta Institución.

La ALADI de hoy día es una ALADI con un Tratado del año ‘80 con principios que la hacen eminentemente flexible, que hace del pluralismo una carta esencial o fundamental, que tiene por objetivo la construcción de un mercado común y que tiene como objetivo inmediato, en una suerte de instancia previa, la construcción de un área de libre comercio regional. Esta área de libre comercio regional no se construye de espaldas a Doha, de espaldas a la negociación externa, que tiene lugar en el circuito mayor de la Organización Mundial de Comercio, se incluye en esa negociación como una especie, diría yo, de espejo local, regional, que permite visualizar que hay que dictar normas en materia de disciplinas del comercio; que hay que dictar normas en materia de infraestructura; que tenemos que tener un mejor relacionamiento en materia de comunicaciones, transporte, servicio de energía. Sin energía no habrá desarrollo, sin desarrollo no habrá mejoramiento de la calidad de vida.

Hay quienes hablan de desarrollo endógeno. He leído con mucha atención algunos economistas contemporáneos latinoamericanos que insisten mucho en la idea del desarrollo endógeno como un desarrollo propio de una región acotado por reglas que no hacen a la universalidad de lo que se identifica normalmente como desarrollo, sino que alienta sobre todo la cuestión y la respuesta de las necesidades propias de una región en su relación dinámica con el desarrollo.

Entonces la ALADI aparece como una alternativa, por un lado, el viejo concepto de soberanía, como una alternativa a la globalización, como una alternativa al desarrollo y como una alternativa, en definitiva, a las regulaciones internacionales que hoy día el comercio requiere para su mejor desenvolvimiento. Si Doha no prospera, si Hong Kong no prosperara y aún prosperando, ALADI tendrá que tener la misma sintonía. Deberemos seguir construyendo las bases para el espacio de libre comercio. No depende esta construcción del éxito o del fracaso de Doha, pero sí lo acompaña, sí lo testimonia, sí lo pone en escala regional y sí lo alienta a no detenerse a la expectativa de un mandato universal, que quizá por serlo, sea de más difícil construcción.

Esta ALADI tiene hoy en su mesa de trabajo dos grandes demandas: la demanda de construir el espacio de libre comercio y la demanda de seguir dándole a los Países de Menor Desarrollo Económico Relativo un tratamiento preferente. Esas son las dos grandes demandas. Y porque esas son las dos grandes demandas es que se ha hecho una estructura secretarial que reproduce a escala de secretaría lo que acabo de expresar. Hay una Subsecretaria para el espacio de libre comercio y una Subsecretaria para los Países de Menor Desarrollo Económico Relativo. Por lo tanto, señores Representantes, señor Presidente, tenemos que plantearnos cuáles pueden ser las relaciones del ALADI con la OEA, qué tipo de relación puede construirse.

Las relaciones de ALADI con la OEA tienen antecedentes. Hay un acuerdo firmado en 1988 que está vigente, un Acuerdo marco y hay una serie de acciones y programas que se han ido cumpliendo en estos tiempos, programas puntuales. Hoy día la ALADI trata de relacionarse fuertemente con la Comunidad Andina, con el MERCOSUR, con la CEPAL y en el plano de la energía con ARPEL y con OLADE, vale decir, con agencias que se ocupan del petróleo y de otras matrices energéticas.

Esto quiere decir, por lo tanto, que hay una agenda que tiene una determinación política en sus génesis, pero que tiene una descripción técnica en su ejecución y en esa descripción técnica de su ejecución incluimos a la OEA.

En la reunión de Salamanca de la reciente Cumbre Iberoamericana, tuvimos ocasión de reunirnos al amparo de la generosidad del ex Presidente del Banco Interamericano, Don Enrique Iglesias, en una reunión en la que también convergieran los Secretarios de todas las asociaciones regionales y, particularmente, el Secretario General de la OEA, el ex Ministro José Miguel Insulza. Y en ese momento conversamos de qué cosas podíamos hacer juntos, qué cosas podíamos planear juntos, porque en definitiva el desarrollo para nosotros es crecer juntos.

El desarrollo no es crecer en aislado, no es crecer a través de islotes de desarrollo y de bolsones de pobreza. El desarrollo es el crecimiento armónico conjunto, que es quizás el gran desafío a construir, para construir una sociedad más equitativa y más justa, el hacer del crecimiento una actitud que no se materializa solo en el aumento cuantitativo, sino en el mejoramiento cualitativo. Y desde esa perspectiva de Secretarías hemos identificado proyectos, ideas que seguramente, bajo el liderazgo de don Enrique Iglesias, podremos seguir desarrollando en los próximos tiempos.

Mi última intervención en la ALADI, ya hace algún tiempo, fue para señalar que, a mi juicio, había un tiempo político que la Carta Democrática había concluido y se abrió un nuevo tiempo, que era el tiempo socioeconómico y de la integración. Y hablamos entonces de la Carta Social y hablamos entonces de la integración.

Hoy repetimos algo que dijimos entonces: la OEA debe seguir siendo el garante de relaciones equilibradas entre los estados del sistema interamericano y los Organismos de integración deben ser los respectivos garantes del desarrollo armónico de las subregiones o regiones a su cargo. Del mismo modo que Centroamérica y el Caribe se juntan al interior de sus regiones y desarrollan modelos de integración cada vez más sofisticados, la región como tal, en su conjunto, se une políticamente aquí en la OEA.

Sin la OEA, probablemente, el diálogo interamericano no existiría; sin la OEA no existiría el desarrollo progresivo del derecho internacional regional; sin la OEA no habría la posibilidad de construir en una asociación donde el voto de cada uno pesa igual que el de todos los demás, una sociedad basada en el principio democrático de las mayorías y basada también en la búsqueda acuciosa de los consensos, cuando éstos son indispensables, razón por la cual una organización política con tradición e historia y una organización de integración con una nueva guía de navegación, con una nueva agenda, con una voluntad política que la nutre no puede resultar sino una asociación constructiva, una asociación positiva. Hay temas como la migración, el delito, la inseguridad, pero hay temas también como el desarrollo de la infraestructura, de las comunicaciones, de los transportes, de la circulación de personas que buscan lugares de trabajo, la inmigración asociada a los puestos laborales y no la inmigración simplemente empujada por razones coyunturales.

Esto lleva a decir que hay una agenda donde se pueden encontrar los puntos de enlace entre estas organizaciones, porque en definitiva la membresía es común, porque el sentimiento que alientan es el mismo, con la ventaja de que aquí en ésta están los países que pueden participar y, seguramente, lo estarán haciendo desde la perspectiva de países que ya han alcanzado el desarrollo y desde esa visión, por lo tanto, están en condiciones de compartir con los demás los beneficios y ventajas de ese desarrollo.

Yo no quiero extenderme en demasía porque ustedes han tenido una sesión larga, señor Presidente. Tendría muchas cosas más para compartir, pero solo querría concluir con tres o cuatro conceptos, a mi juicio, fundamentales.

En primer lugar, afirmar la vigencia del proyecto de integración regional; es decir, no estamos hablando de una categoría histórica, estamos hablando de un proyecto vigente.

En segundo lugar, estamos hablando de un proyecto vigente preñado de voluntad política y alentada por voluntad técnica. Este no es el producto de una actitud voluntarista de origen técnico que dice: “hagamos de la ALADI una organización A, B o C”. Este es el producto de una voluntad política expresada en el Consejo de Ministros del año pasado y reafirmada en diciembre del año pasado, y reafirmada en la reciente Reunión de Jefes de Estado en Brasilia los días 29 y 30 de septiembre, en que se le renuevan estos mandatos y estas solicitudes a la ALADI.

Por otro lado, la integración regional encuentra en ALADI un ámbito que ha sido generador, entre otros, en el MERCOSUR. El MERCOSUR es un hijo de ALADI y es un acuerdo formalizado en el Acuerdo de Complementación Económica ACE N°18, es un hijo de la ALADI, cosa que muchas veces suele no recordarse con el rigor que la historia exige en esta materia.

Por su lado la Comunidad Andina, nacida en los años 60, tiene una serie de cambios en los ‘90 que dan lugar hoy día a la existencia de una fuerte Secretaría con una formulación supranacional diferente, notoriamente, a la de la propia ALADI y la del MERCOSUR.

En definitiva, por lo tanto, la ALADI sigue siendo una institución que reúne en su seno a países de la Comunidad Andina y del MERCOSUR y a Chile, que no integra como socio pleno el MERCOSUR, sino asociado, y que no es parte, como es notorio, de la Comunidad Andina. Esta integración plural de ALADI, esta membresía diferenciada ya es, por lo tanto, una reafirmación de vigencia y de necesidad totalmente materializada en la toma de decisiones que esta Asociación diariamente produce.

Por último, si el desarrollo endógeno es el desarrollo capaz de ordenar los esfuerzos de los países para superar las situaciones de pobreza, ese desarrollo de marginalidad, ese desarrollo conjunto no puede divorciarse de los fenómenos políticos que están sucediendo en la región:

· modificación de la membresía del MERCOSUR;

· el nacimiento de una nueva entidad política, que es la Comunidad Sudamericana de Naciones;

· el desarrollo de una agencia en materia de obras de infraestructura, que es el IIRSA, con sede en el INTAL en Buenos Aires;

· el desarrollo de los acuerdos de integración a través de un memorando de entendimiento que firmáramos en Quito hace poco menos de dos meses con ARPEL, OLADE, SELA y Energía Eléctrica; y por último,

· aspectos institucionales nuevos que habrá que examinar.

La OEA puede ser un buen escenario para que, desde una perspectiva global, veamos juntos en lo que sea pertinente, cuáles son las formulas institucionales capaces de reproducir a escala de continente muchas de estas cosas que acabamos de expresar.

Por último, les agradezco a ustedes la atención, el tiempo que les he tomado y decirles que tanto en la Declaración de Brasilia del 29 y 30 de septiembre pasados como en el Programa de Acción, los estudios sobre la convergencia entre la Comunidad Andina y el MERCOSUR ocupan un lugar prioritario.

El comercio intrarregional ha crecido, viene creciendo. En el 2003 anduvo en el eje de los cincuenta mil millones de dólares; en el 2005 llegará a un eje de ochenta mil millones de dólares, no obstante lo cual hay que señalar también que el comercio regional en su inserción mundial no ha crecido de la misma manera.

Habría mucho más para expresarles pero lo dejo aquí, si ello fuera posible, señor Presidente, en compatibilidad con el tiempo y el horario que la tradición marca como horario de comida, sea compatible con alguna pregunta que yo, naturalmente, tengo la mejor disposición para contestar.