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XIII Reunión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la ALADI
Palabras del Canciller Didier Opertti en el acto de nombramiento como Secretario General de la ALADI, en la sede de dicha Asociación
10/18/2004

En primer término tengo que agradecerles a los gobiernos de los países miembros de ALADI su apoyo a esta nominación. Han sido ellos sin duda los que han evaluado y considerado que para este tiempo que viene, podíamos nosotros, en la sucesión natural de quien cumplía sus seis años como Secretario General –luego me referiré a ello- abría una nueva instancia, abría un nuevo espacio, y en ese nuevo espacio nosotros tendríamos cabida. Por tanto, agradecimiento a los gobiernos de cada uno de los Estados de ALADI.

Luego naturalmente una especial gratitud a los Ministros, que son nuestros interlocutores habituales, que son aquellos que pueden conocer mejor las características de cada uno de nosotros, sus vínculos con los temas, su razón de ser en la actividad pública, su compromiso con los temas de la comunidad, y sobre todo, un sentimiento nunca aletargado de comprensión sobre los problemas que nos toca vivir.

Por ello, a la señora y señores Ministros, de cuya presencia aquí da cuenta una alegría que quizá no exteriorice por las características de este momento, pero que sin ocultarlo anida mi espíritu con hondísima sensibilidad. Muchas gracias, pues, por estar aquí.

Yo he escuchado cada una de las intervenciones, me beneficiaré luego de su lectura cuidadosa, y realmente siento que se abre aquí un desafío no menor, tal es el de poner en sintonía de integración la sintonía de una región que busca acuciosamente restablecer el vínculo unitario que la caracterizó antes de la dispersión de la independencia colonial, es decir ese nucleamiento que constituía la región, todos los Estados nacionales de algún modo fueron creando nuevas instancias, que si bien es cierto mantuvieron en común el rasgo de civilización de origen, procuraron cada una de nuestras comunidades afirmar su carácter nacional.

La integración no es sin duda borrar los rasgos nacionales, la integración es ponerlos en perspectiva de cooperación externa, ponerlos a trabajar en base al principio de la proximidad.

Recuerdo a mi gran maestro argentino de Derecho Internacional Privado, don Werner Goldschmidt, profesor de origen alemán, producto de esa emigración forzada de los judíos europeos hacia nuestra América, pasando antes por España, cuando decía que hay un principio esencial en el manejo de los temas internacionales, que es el principio de la proximidad, la proximidad no es sólo la proximidad física, la proximidad es la proximidad de la comprensión, es la posibilidad de buscar los elementos comunes de las cosas y de las personas, y de las ideas, y de los gobiernos en definitiva de la comunidad internacional en su conjunto.

Las resoluciones que hoy se han adoptado, o se adoptarán, nos dan una materia prima insoslayable.

El compromiso que deriva de tomar esta materia prima como la plataforma de lanzamiento de una gestión, es mucho más que un compromiso, es un programa de trabajo, es un plan de trabajo, es como se dice ahora, "una hoja de ruta", una ruta de tres años, pero una ruta que habrá que calibrar en un "in crescendo", en donde partamos de un introductorio y terminemos -si es posible- con un "allegro tropo". Es decir, que podamos llegar a algún momento en el cual creamos, o estemos convencidos, de que nuestra persuasión, de que nuestra comunicación, de que nuestra reflexión conjunta, de que nuestra cooperación recíproca, darán los resultados que buscamos. ALADI es un gran instrumento. El Tratado del ‘80 es un gran tratado, lo tiene todo o casi todo, aquí no le podemos echar la culpa a la norma, ni le podemos atribuir a ésta el defecto de la inoperancia o del obstáculo, el Tratado tiene lo necesario para funcionar.

Lo que importa es que la voluntad de la integración no se exprese sólo en la retórica de una expresión solidaria que se trasunta en espíritu negociador, en búsqueda de soluciones especificas, de manera que haya muchas razones para creer en la integración, no una sola razón, no sólo la razón de la creencia en un modelo socio-político, sino las múltiples razones de cada tema, de cada dimensión, de cada área de nuestras relaciones externas.

Son pues, nuevos tiempos de la integración, una integración que une América del Sur con México y Cuba, una integración por lo tanto, que atraviesa como un eje imaginario conceptos compartidos, una integración no dominada por la ideología, ni dominada por el discurso único, una integración que tenga sí como valor esencial, como cordón umbilical capaz de alumbrarla permanentemente, la plena conciencia de que si esta región tiene un instrumento para la integración, tiene un compromiso vinculante para llevarla a cabo, y no la lleva a cabo, habrá una defección. Y esa defección quizá no damos cuenta, o no rendimos cuenta en términos perentorios e inmediatos, pero sí da cuenta la recapitulación de la historia.

Cuando somos capaces de hacer cosas y no las hacemos, dejamos el espacio para que quienes nos sucedan, legítimamente adviertan nuestra falencia, nuestra omisión, nuestra renuncia. Por eso esto es afirmación, no es sólo compromiso, es afirmación.

Y hay temas específicos, grandes y pequeños. Temas grandes son sin duda la creación de este espacio, de América desde ALADI, con sus dos vertientes, con su vertiente integracionista clásica y con su vertiente política, buscando que los modelos que se adopten o se examinen, tengan la espontaneidad de la necesaria afirmación de lo que estamos buscando que la integración se constituya en el hábitat desde el cual los momentos superiores de la integración lleguen natural y espontáneamente, como ha sucedido en Europa, donde planteada la integración de los recursos, extendía luego al derecho comunitario, concluyó en la adopción de políticas macroeconómicas básicamente únicas y en políticas exteriores concertadas.

Ese "in crescendo", natural, reflexivo y la contribución que desde aquí podemos dar a ello, constituyen para nosotros sin ninguna duda una de las mayores y centrales motivaciones.

La ALADI, tiene temas, tiene herramental jurídico y órganos dotados de las competencias necesarias, pero tiene pocos recursos.

El Secretario General con indelegable persuasión -porque le ha tocado vivir estos tiempos de penurias- se ha convertido en un técnico en la administración del déficit, nos ha dicho, que hay un endeudamiento fuerte. No se trata de una solución mágica que hoy ponga sobre la mesa los respectivos cheques, por más que ello causaría una alegría casi infinita, sino que se trata de encontrar fórmulas de medidas en que cada uno de los Estados parte de esta asociación, reafirme ese compromiso en base a un programa de trabajo, a un plan de acción, a unas etapas predefinidas en que la contribución no será una contribución abstracta a una suerte de presupuesto que pudiera sentirse alejado del interés específico y concreto de los países miembros.

Busquemos pues trabajar en ello; me prevaleceré de la experiencia del Secretario Rojas que estará acá con nosotros varios meses y que nos permitirá en otras instancias posteriores, entrar en la letra chica de estas cosas, sumamente trascendentes por cierto.

Tiene pues, una razón de ser, tiene los instrumentos, tiene temas y tiene propósitos y tiene escasos medios.

Si logramos proporcionar los objetivos y los medios, estoy seguro que dentro de no mucho tiempo podremos sentarnos aquí nuevamente, a nivel del Comité de Representantes, a nivel de las conferencias especiales que se nos sugería, a nivel del propio Consejos de Ministros o de la conferencia de evaluación, nos podremos sentar aquí para comenzar a dar cuenta de la obtención de algunos de estos logros.

Para cerrar mis palabras: hemos dicho que ALADI existe, pero debemos darle más visibilidad.

ALADI, nació con su antecesor ALALC, rodeada de una masa esperanzada en un momento en que la integración era un modelo nuevo o cuasi nuevo que la región estrenaba.

Han pasado décadas, y hoy los pueblos sienten un cierto alejamiento de estos emprendimientos imaginativos que en su tiempo los dirigentes políticos y económicos ensayaron. Es necesario devolverle en este nivel a la gente, la mirada sobre esta organización. Hay fatiga en los organismos multilaterales, en todos los organismos multilaterales, la fatiga del modelo de varias décadas, la fatiga de la distancia entre la idea y la realidad, la fatiga de la demanda insatisfecha, y ya no como producto del déficit institucional, como producto de una suerte de divorcio o al menos de separación, entre el quehacer de la organización y la cosecha directa del cultivo efectuado.

Esta es una tarea sumamente importante de aproximación y esta aproximación no la va a hacer sólo la Secretaría, sería absurdo, sería extremadamente irreal creer que sólo la Secretaría General puede llevar a cabo esta tarea, esta tarea se hace con los gobiernos, con los pueblos, prevalecidos además de que los pueblos suman a los gobiernos y recíprocamente los gobiernos suman a los pueblos.

El representante le debe agregar al representado, y el representado le debe de dar al representante ideas y lineamientos claros de cómo conducir su acción, su conducta, su responsabilidad.

Por eso veo con gran entusiasmo la frecuente invocación que hoy se ha hecho a dos verbos, que me parecen fundamentales: cooperar y coordinar; cooperar y coordinar. Coordinar con la Comunidad Andina, coordinar con el MERCOSUR, coordinar también con el Sistema de Integración Latinoamericano, coordinar también, ciertamente con organizaciones de fuera de la región.

Sé que el Embajador -que nos deja como Secretario General en el mes de marzo- ha realizado intentos en ese sentido. Yo mismo he participado aquí en esta misma sala, en esos encuentros, en algunas otras ocasiones.

Pero debemos quizás, desde el momento en que nuestro proceso de identificación de un modelo de integración acorde a estos tiempos, y acogiendo a esa demanda externa que hoy tenemos de expresar una voluntad unívoca, con ello aumente nuestra capacidad de persuasión en la negociación internacional.

No es concebible que América Latina no tenga más peso en la negociación externa, no es concebible que en el ámbito universal, América Latina tenga que auto-explicarse cuando ya está explicada suficientemente, y no es necesario leer el libro de Arturo Ardao, para saber que está explicada desde el nacimiento mismo de un pueblo que quiso renovar su condición de origen a través de la palabra y a través del pensamiento.

Por eso el pilar académico también lo necesitamos, es necesario pensar. Nada se hace con un cimiento sólido, sin pensar, sin atribuirle a la acción el referente de la inspiración, sin darle al acto o al hecho el imaginario de una idea.

Esto -creo yo- nos conduce inexorablemente a que volvamos a hablar de la integración, no solo ya desde los términos operativos de una Secretaría General, sino desde los términos profundos, básicos, de interrogantes mayores, qué queremos ser, hacia dónde nos queremos dirigir, cómo queremos consolidar esta zona como zona de paso, cómo podemos hacer de esta región una región de tolerancia, cómo queremos hacer de este mundo, que hoy nos muestra, en muchos aspectos, atribulados por temas económicos, pero seguros de nuestro destino, de naciones, respetuosas las unas de las otras, de poblaciones que aún teniendo marcadas diferencias siguen apostando a un sistema civilizado de escogencia de sus dirigentes, de elección de sus autoridades, en el marco de las libertades; libertades que son las que alientan la idea; la idea en definitiva no puede vivir sin la libertad.

Por eso dejo para el final el agradecimiento al Secretario General, Rojas Penso.

Estar seis años en una organización es tiempo más que bastante que para aprobar el compromiso con ella, y estimo que ello debe ser valorado y reconocido por todos nosotros, especialmente nosotros mismos sede de esta organización, atentos a su vida y desarrollo podemos testimoniar de especial manera. Vaya pues hacia él nuestro reconocimiento.

Por último, decirles que una vez concluido el proceso electoral que vive mi país, estaré plenamente abocado a la formulación de un plan de trabajo. Ese plan de trabajo lo haremos de modo consulto con los representantes de los gobiernos aquí presentes, y lo haremos tratando de que el plan no sea el plan de la Secretaría, sino el plan de la ALADI, que es mucho más que el de la Secretaría, y que es mucho más que la propia ALADI, que es el plan de la integración latinoamericana. Desde esa perspectiva, con esa convicción y desde el compromiso de saber que quienes hemos estado en un gobierno, y en dos administraciones, durante casi diez años, no sería entendible que la nominación y elección del día de hoy liberara de un compromiso de pertenencia, hasta que el relevo natural del sistema democrático así lo establezca.

Por ello excuso en los días siguientes la participación desde este emprendimiento, pero la expectativa vigilante sobre él y sobre el compromiso renovado de esta mañana. Muchísimas gracias a todos.