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Visita del Excmo. Señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Licenciado Felipe Calderón Hinojosa
Mensaje del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, al Comité de Representantes Permanentes de la ALADI
08/15/2009

Con América Latina compartimos raíces históricas y firmes lazos políticos, sociales y culturales que nos hablan de una región unida que, sin embargo, requiere avanzar hacia una mayor integración y un mejor entendimiento para afrontar los retos que nos depara este inicio de siglo.

Por eso me da mucho gusto estar aquí, como se ha dicho aquí, en esta Casa de la Integración, para hablar sobre las acciones que tenemos que impulsar en un momento tan trascendental que marcará el rumbo del Continente en las próximas décadas.

Soy un verdadero creyente de la integración latinoamericana. La mayor parte de la política exterior de México durante mi Gobierno se ha realizado hacia esta región. Hemos hecho un esfuerzo renovado por estrechar los vínculos que nos unen, más allá de las intensas diferencias que, naturalmente, nos acompañan.

En este esfuerzo de mi Gobierno y de México, hemos retomado la Secretaría Pro Témpore de Grupo de Río y hemos buscado, decididamente, avanzar en todos los frentes que puedan acercarnos a ese ideal latinoamericano de ser, entre todos, una gran Nación.

Mi presencia esta mañana aquí en la Asociación Latinoamericana de Integración, y agradezco, por cierto, la presencia tan distinguida de todos ustedes en un día tan complejo y tan especial; es para mostrar, precisamente, la importancia que el Gobierno mexicano da, precisamente, no sólo a la integración, sino a las instituciones que sabemos pueden hacerla posible.

La ALADI para nosotros representa una esperanza y una realidad. Una esperanza, precisamente, de avanzar hacia el propósito común de ser no sólo pueblos que compartimos una cultura, sino pueblos que compartimos un destino.

Y es también la ALADI para nosotros una realidad, la realidad que cotidianamente se expresa en el trabajo que ustedes realizan, en los acuerdos que impulsan, en las nuevas tareas que cotidianamente se echan a cuestas.

Yo agradezco sinceramente a nombre de mi delegación y del mío propio la cálida bienvenida que hemos recibido en estos tres días del pueblo de Uruguay y hoy, especialmente, de tan distinguidos representantes.

Sin duda, las palabras del Presidente del Comité y del Secretario General de la Asociación Latinoamericana de Integración, nos alientan a seguir trabajando en nuestro propósito: la integración de América Latina.

Nuestro corazón está aquí. Geográficamente somos la única Nación latinoamericana que se encuentra, que se ubica en la parte de Norteamérica, junto con Canadá y Estados Unidos, pero nuestro corazón es y será siempre profundamente latinoamericano.

Y sabemos que los lazos que nos unen hacia América Latina no pueden ni deben ser los únicamente vinculados al espíritu y la política, sino tienen que estar cada día más fuertes y más profundos hacia la economía, hacia el comercio y hacia la inversión.

Muchas son las razones que se han expuesto, desde luego, para promover una mayor integración de América Latina y el Caribe a lo largo de los años; y vale la pena repasarlas, no por otra cosa sino por la obligación que tenemos los Gobernantes de tenerlas siempre presentes, de compartirlas y de ampliarlas.

En lo político una mayor unidad contribuye al fortalecimiento de la democracia. Como hemos visto, el diálogo y la concertación entre países latinoamericanos son fundamentales para apoyar a los regímenes políticos que defienden las libertades y los derechos de nuestros ciudadanos.

A mayor integración, mayor corresponsabilidad de hacer valer, de preservar, de defender los valores, los principios y los derechos democráticos de cada ciudadano en cada parte de América Latina, con pleno respeto, sí, a la soberanía y autonomía de los países, pero también con plena consciencia de la supremacía de los derechos del hombre y del ciudadano.

En lo cultural, la integración privilegia a los valores compartidos y las experiencias comunes: desde Alfonso Reyes, hasta Juan Carlos Onetti, pasando por Rubén Dario, Gabriela Mistral, Jorge Amado, García Márquez, Jorge Luis Borges y, desde luego, los uruguayos: Benedetti y otros.

La cultura latinoamericana es una misma y es fuente de creatividad, imaginación y belleza estética. Se dice que una Nación es un pueblo que vive de una cultura, y América Latina desde esta perspectiva es una gran Nación; que vive una misma cultura marcada, impregnada por la historia, por los valores, por la lengua. Una Nación impregnada, precisamente, por nuestra formación, por lo que somos, por lo que cantamos, por lo que oímos, por lo que expresamos. Una cultura que es tan nuestra con hondas raíces en el Continente y también bañadas, precisamente, por la integración cultural que el origen de nuestras naciones permitió en esta tierra.

En lo económico, la integración facilita el libre intercambio de bienes y servicios, y lo cual, transforma de manera positiva, debe transformar las oportunidades de desarrollo de los latinoamericanos, especialmente de quienes menos tienen.

También soy alguien que está absolutamente convencido de los beneficios del comercio, de la necesidad impostergable de dejar atrás la vieja concepción de que en el comercio necesariamente uno gana lo que otro pierde. En el comercio y en la libertad, cuando se amplía el comercio se amplían las posibilidades de todos de manera individual y de todos de manera común.

El comercio permite el crecimiento de las oportunidades, la mejora de los precios, la mejora de la calidad, la mejora de la competitividad, la mejora de la integración.

Pongo por caso la relación que existe, por citar un ejemplo, entre México y el Uruguay, que a partir de intensificar nuestras relaciones comerciales, hemos intensificado significativamente nuestro comercio.

En unos cuantos años, a partir de nuestro Tratado, por ejemplo, el comercio bilateral entre México y Uruguay se ha más que cuadruplicado y eso ha permitido una expansión de bienestar, en Uruguay y en México. Y lo mismo pudiera decir de cualquiera de los Tratados de Libre Comercio que México ha suscrito hacia el norte, hacia el sur, en América Latina con más de 40 países con acceso a mil millones de consumidores en el mundo.

Somos un país que está convencido de los beneficios del comercio y aspiramos a que un día nuestra América Latina sea lo que debe ser, no sólo una cultura, no sólo un pueblo y también una economía integrada y capaz de complementar en la pluralidad de sus participantes, la riqueza y el beneficio de todos.

Y si esto es válido para cualquier pueblo, es doblemente válido en momentos como lo que hoy América Latina y el mundo enfrentamos. Se dice fácil, pero vivimos la peor crisis económica que se tenga registro en la economía mundial.

Se compara ahora con la llamada Gran Depresión del 29, pero se olvida que en el 29 del siglo pasado, no había la integración e intercambio, ni la globalidad económica que hoy se registra; y, precisamente, la manera en que puede enfrentarse una recesión de esta dimensión y de evitar un impacto en nuestras economías es, precisamente, por un lado, avanzando hacia una sólida unidad de integración entre las naciones latinoamericanas y, por el otro, abriendo y no cerrando los mercados, porque cerrando los mercados es cerrar las puertas de salida y de crecimiento capaces de superar tan grave contingencia.

Como lo he manifestado en diversos foros internacionales, México cree en los beneficios del comercio, los conoce, los ha vivido como un elemento que permite al mundo superar una crisis como esta. Y mientras más diversificado sea el comercio, es más capaz de generar bienestar.

Por eso la importancia de que ALADI prospere, por eso la importancia de que esta gran institución, en la cual creemos, a la cual respaldamos, prospere en su propósito de integrar a nuestros pueblos a través de lo que puede generar el desarrollo de nuestros pueblos.

Y yo digo enfáticamente, porque si hay una amenaza real y avante contra el desarrollo en las postrimerías de esta gran crisis de 2009-2010, es, precisamente, el proteccionismo; es, precisamente, el bloqueo insensato de nuestras relaciones económicas unos a otros.

El proteccionismo es una respuesta incorrecta que responde a apetitos políticos de carácter interno en los países, pero que exacerba las dificultades y los problemas de nuestras economías.

Sólo con una mayor integración económica puede retomarse el camino del crecimiento, sólo con una mayor integración económica pueden capturarse los beneficios del crecimiento distribuido que en el mundo a distintos ritmos, dado los distintos niveles de desarrollo, se registran en los países.

Y para lograr el objetivo de integración no es suficiente la retórica sobre la integración, sino que ésta debe darse en los hechos, y con esa convicción, México impulsa, precisamente, su integración latinoamericana, no sólo de manera retórica, sino de manera concreta y en los hechos, a través de acciones y de acuerdos que verdaderamente nos integran.

Con esa convicción, mi país ha concertado, como he dicho, importantes Tratados de Libre Comercio con varios países de la región ya, y estamos impulsando nuevos mecanismos de cooperación, como es, por ejemplo, el Foro del Arco del Pacífico.

Aspiramos a integrar en una sola fuerza plenamente comunicada por la vía del comercio y la integración; a todos los países de América Latina que somos bañados por las aguas del Océano Pacífico, desde Chile hasta México.

Sabemos, no obstante, que es fundamental profundizar la apertura comercial y no cerrar por regiones el comercio, sino, en todo caso, partir de plataformas comunes que nos permitan ser más exitosos en nuestros proyectos integradores.

Y para ello hay que ampliar la colaboración para una recuperación más rápida de nuestras economías. Esta colaboración implica, por ejemplo, el alineamiento de políticas contracíclicas que eviten el impacto, particularmente en el empleo y en el ingreso de las familias, en particular, las más pobres, de los momentos recesivos. Implica hacer un frente unido para una mayor participación de nuestros países en los sistemas financieros internacionales.

Aquí quiero compartir con ustedes que México ha sido enfático e insistente en la urgencia, especialmente de las naciones desarrolladas, para recapitalizar las instituciones financieras multilaterales, en particular, el Banco Interamericano de Desarrollo.

He manifestado que el mejor gesto diplomático, el mejor gesto de acercamiento que pueden tener naciones como Estados Unidos, por ejemplo, hacia América Latina; es la recapitalización del BID, es la reconstitución de un organismo que para muchos países es la única vía de acceso a financiamiento, particularmente en un momento de crisis en que se ha contraído el crédito mundial y el único flujo de recursos hacia países en desarrollo, es a través de la Banca de Desarrollo Internacional.

Y, finalmente, integrarnos y comprometernos todos para impulsar la finalización de la Ronda de Doha, evitando utilizar medidas restrictivas que causen distorsiones en el comercio mundial y regional.

Si a alguien perjudica el proteccionismo que es una forma elegante de expresar bloqueo económico, es a las naciones en desarrollo y es a las nuestras. Lo que impide el acceso a los productos latinoamericanos es, precisamente, el afán proteccionista, y la manera de derrotarlo es, precisamente, generando una consciencia mundial de lo nocivo que puede resultar e impulsando a través de la multilateralidad la apertura hacia el comercio y hacia la libertad económica, de ahí la importancia de unirnos para terminar e impulsar la terminación de la Ronda de Doha.

En suma, amigas y amigos, América Latina debe trazarse objetivos claros hacia la profundización de una integración más eficiente, más justa y más limpia; una integración que sea el sustento de nuestra competitividad y se incorporen los intereses de la gente, en particular de quienes menos tienen y entienda otra cosa, por cierto, que en el cuidado del medio ambiente se implica la garantía del futuro, que en el cuidado del medio ambiente está el éxito del desarrollo.

En México pensamos que el futuro de América Latina está en la consolidación de los distintos mecanismos regionales, sin abandonar, antes bien, fortaleciendo su convergencia; verdaderamente, estamos convocados por la historia a concretar el sueño de ser una América Latina verdaderamente unida y lo que nos ha de integrar ha de ser la economía, ha de ser la política, ha de ser la cultura pero ha de ser, sobre todo, la voluntad deliberada y expresada en acciones concretas de quienes tenemos responsabilidades al frente de los pueblos.

Por ello manifestamos nuestro apoyo para que la ALADI guíe la concertación de todos los mecanismos regionales, como una estrategia para consolidar el proceso de integración regional.

Con ese objetivo, proponemos que el próximo año, en ocasión de la conmemoración de Cincuentenario de Nuestro Proceso de Integración, pero también para nosotros, del Centenario de la Revolución Mexicana y del Bicentenario de nuestra Independencia; se lleve a cabo una reunión de líderes a fin de acordar un programa de integración regional que establezca una ruta hacia la convergencia comercial plena de América Latina y del Caribe.

Los gobiernos de los países miembros de ALADI, tenemos muchos de ustedes, representantes permanentes y funcionarios de la Secretaría General.

Yo los invito a trabajar con visión de futuro, con renovado brío, con esperanza cierta, responsable, en iniciativas que encaucen de manera estratégica este proceso de integración que puede marcar un hito en la historia latinoamericana.

No hay mejor oportunidad para la integración que la globalidad. Y en esta era global del siglo XXI, la ALADI está llamada a retomar el papel protagónico para lo cual ha sido creada.

Amigas y amigos.

México es una Nación profundamente latinoamericana, eso debe quedar absolutamente claro, cierto. Y estamos listos para tomar los pasos concretos, que nos permitan profundizar la integración de la región en su conjunto, desde la responsabilidad que México tiene como miembro de esta gran Nación latinoamericana.

Reconocemos que hay distintas maneras de ver el desarrollo y de entenderlo, la respetamos, porque creemos en la democracia, en la pluralidad y que sabemos la diferencia de opiniones, antes de empobrecer, enriquece.

Por eso estoy convencido de que no hay diferencias que no puedan ser superadas en propósito común, particularmente ante necesidades y aspiraciones que unen, deben unir a nuestros pueblos.

Es momento de generar progreso y desarrollo para América Latina a través de la integración, ese es el gran reto que enfrentamos.

Y estoy convencido de que juntos tendremos la capacidad para llegar a tiempo a una añeja cita con nuestra historia y con nuestro futuro.

Muchísimas gracias por su hospitalidad.