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"COYUNTURA INTERNACIONAL E INTEGRACION"
I. La situación regional en los noventa
A fines de los ochenta y principios de los noventa la integración latinoamericana cobró nuevo impulso lo que se reflejó en la multiplicidad de acuerdos suscritos por los países miembros entre sí en la presente década y la profundización de los mismos más allá del ámbito exclusivo del intercambio comercial de bienes: actualmente más del 80% del comercio intrarregional está amparado en "acuerdos de nueva generación". En ese contexto, el comercio intrarregional experimentó un importante dinamismo, superando en 1997 los 46.000 millones de dólares, y la inversión extranjera se elevó a niveles muy significativos. A pesar de lo anterior, si bien la región recuperó cierto ritmo de crecimiento (similar al del promedio mundial) no alcanzó las tasas logradas en las décadas anteriores a los ochenta y estuvo por debajo del crecimiento "necesario" para acortar la brecha con los países desarrollados. De esta forma el "rezago social" acumulado históricamente por la región y acentuados durante la década de los ochenta, cede muy lentamente, a lo que se suma que la última crisis implicó un retroceso en algunos de los avances de la década.
I.1. La evolución económica
El crecimiento de la región durante la primera mitad de la década (4.1% a.a.) fue superior al crecimiento mundial, sin embargo, las crisis posteriores ("del tequila" en 1995 y "asiática o itinerante" en 1998-1999) redujeron el ritmo de crecimiento en la segunda mitad por debajo del promedio mundial. De esta forma, el crecimiento promedio anual de la región en la totalidad del período fue similar al ritmo de expansión del producto mundial, 3.16% para el conjunto de la ALADI frente al 3.21% mundial (Ver Gráfico 1), lo cual ha sido una mejora respecto a "la brecha de crecimiento" experimentada en la década anterior, en la que la región alcanzó apenas un 1.2% frente al 3.4% que logró la economía mundial. De todas formas se ha señalado que este crecimiento es inferior al 5.5% que logró la región en las tres décadas transcurridas entre 1950 y 1980, e inferior también al crecimiento estimado como necesario, 6 a 7% anual, para cerrar la brecha entre la región y los países más desarrollados (CEPAL, 2000).

El primer período de auge se inició en 1991, luego de la recesión de fines de los ochenta, extendiéndose hasta 1994, con un crecimiento promedio anual del 4.1% en todo el período. Este ciclo se interrumpió por efecto de la crisis mexicana, la cual estuvo asociada a tasas negativas de crecimiento en tres países de la región, México, Argentina y Uruguay, promediando para el total de la ALADI una tasa del 0.9% en el año. En 1996 se retomó la senda del crecimiento, con una fuerte expansión en 1997 que se desaceleró hacia fines del 98 y que culminó con una recesión en 1999 que se reflejó en una leve caída del producto regional (-0.1%), como resultado de la crisis “itinerante” que se inició en los países asiáticos, tuvo un segundo capítulo en Rusia y finalmente impactó en Brasil a comienzos de 1999.
La inversión y las exportaciones han aparecido como las promotoras del crecimiento económico en la región, mostrando un dinamismo en los períodos de auge que fue siempre superior al del producto. Como contracara, buena parte del incremento de la demanda interna fue satisfecho con el aumento de las importaciones.
Al interior de la región se pueden distinguir tres grupos de países que han presentado ritmos de crecimiento diferenciados: los de mayor dinamismo que han sido Chile (6.0%), Argentina (4.7%), Perú (4.7%) y Bolivia (3.9%); los de crecimiento moderado (similar al promedio regional) que fueron Uruguay (3.2%) y México (3.1%); y los de menor crecimiento que son Brasil (2.5%), Colombia (2.5%), Paraguay (2.1%), Ecuador (1.9%) y Venezuela (1.9%). El desempeño más destacado ha sido el de la economía chilena, país que ha logrado un crecimiento sostenido a tasas elevadas hasta fines de la década, cuando comenzó a sentir los efectos de la crisis internacional. También Bolivia ha mostrado un crecimiento sostenido, prácticamente durante todo el período a una tasa superior al 4% (salvo en 1992 y 1999).
I.2. La Inversión Extranjera Directa
Durante los años noventa la inversión extranjera directa (IED) a nivel mundial ha mantenido un ritmo de crecimiento (15% a.a.) superior al comercio (6.5%) y el producto (3.2%). Una parte importante y en aumento de estos flujos crecientes de inversión extranjera se dirigió a las economías en desarrollo, incrementándose su participación en los flujos mundiales del 16% en 1990 al 37% en 1997, aunque en 1998 esa tendencia se revirtió cayendo la participación a un 25%.
Entre los países en desarrollo, desde mediados de los ochenta, la mayor parte de éstos capitales ha sido captada por los países del Sur y del Sudeste Asiático. Sin embargo, desde mediados de la década de los noventa los países de la ALADI han mejorado significativamente su presencia en la captación de estas corrientes de inversión. El primer impulso importante se produjo en 1994, año en que se duplicó el monto de IED que ingresó a los países de la ALADI, los cuales volvieron a crecer, y en forma sustancial, en 1996 y 1997 implicando incrementos de prácticamente el 50% respecto al año inmediato anterior. De esta manera, la participación de la región entre los países en desarrollo se elevó desde comienzos de la década de 23% a 35% y en la IED mundial de 6% a 13%. Durante 1999 y a pesar de la crisis que ha afectado a la región, los flujos de IED volvieron a alcanzar un máximo histórico. (Ver Gráfico 2)

El importante dinamismo de las corrientes de inversión extranjera recibidas por la ALADI se ha extendido en forma generalizada a todos los países de la región, aunque con ritmos y en períodos distintos. De todas formas, México, Brasil y Argentina, los mayores mercados de la región, han sido los principales destinos de la inversión durante toda la década, concentrando aproximadamente el 70% de la misma.
Durante la primera mitad de la década la principal modalidad de ingreso de estos flujos de inversión fue la privatización de activos estatales, modalidad ésta que mantuvo un papel importante en la segunda mitad a medida que otros países de la región iniciaban o profundizaban sus programas de privatizaciones. Entre 1994 y 1996, el fuerte aumento de los flujos de IED se vinculó también al desarrollo de nuevos proyectos de inversión y a la reestructuración y modernización de las empresas extranjeras ya instaladas en la región, así como de las empresas privatizadas. En los últimos años, nuevamente, la principal modalidad de inversión fue la adquisición de activos ya existentes La modalidad de fusión y adquisición ha sido fundamental en el auge de la IED en el mundo entero durante 1998 y 1999, destacándose el papel en los países industrializados de lo que se han llamado las “megafusiones”., aunque ahora tanto del sector privado como público, representando entre 1997 y 1999, el 40% del total (CEPAL, 1999). En los últimos años, el avance del proceso de integración ha sido también un importante incentivo para que las empresas extranjeras ingresaran en los mercados subregionales que se fueron constituyendo (CEPAL, 1998c).
El origen de la IED es básicamente estadounidense (50%) y europeo (38%), evidenciándose en los años recientes un incremento de la participación de los flujos provenientes de la propia región. Según información de CEPAL, en los flujos acumulados entre 1990 y 1996 se estima que dicha participación fue de un 8% y considerando sólo el ingreso neto del año 1997 ese porcentaje se elevó al 14%. Este proceso responde principalmente a la expansión de las inversiones de origen chileno y mexicano, y en tercer término, aunque con una dimensión mucho menor, cabe mencionar a las inversiones bilaterales entre Colombia y Venezuela. (CEPAL, 1998c)
I.3. Apertura y comercio intrarregional
Entre las reformas económicas adoptadas por muchos de los países de la región desde mediados de los ochenta para intentar superar la crisis, se destaca un importante cambio en la política comercial, la cual se orientó hacia la apertura de la economía, considerada clave para el afianzamiento de la orientación exportadora y para disciplinar las economías. Durante la década de los noventa es cuando estos cambios se afianzan y generalizan, mediante un proceso persistente de apertura unilateral a través de la reducción de aranceles y la adaptación de sus regímenes a las nuevas reglas del GATT y, posteriormente, de la OMC. Es también a comienzos de esta década que los países de la región dan pasos decisivos en favor de la integración regional, la cual se percibe ahora como una herramienta de apoyo a la nueva orientación exportadora y un mecanismo complementario de la apertura unilateral.
El proceso de apertura unilateral realizado por los países de la región se puede observar claramente si se analiza la evolución de los niveles arancelarios promedio por país. En general, los mismos se redujeron sustancialmente, con las únicas excepciones de Bolivia y México, países que presentaban los menores promedios a comienzos de la década, los cuales se mantuvieron estables. De esta forma el nivel promedio para la región se redujo de 22% en 1990 a 12.6% en 1998.

La evolución del coeficiente de inserción (comercio sobre PBI) muestra que durante la década de los noventa se produjo un incremento significativo y sostenido en el nivel de inserción de los países de la región. En ese período, el coeficiente prácticamente se duplicó, pasando de ser algo más del 17% a ser un 33%, lo cual puso en evidencia que la significación del comercio exterior en el producto de estas economías ha aumentado en forma significativa y, si bien se ubica por debajo del promedio mundial, también debe destacarse que se ha aproximado notoriamente al mismo Estimaciones basadas en datos del FMI (1998) indican que en igual período el coeficiente de inserción promedio mundial pasó de un 30% a un 39%.. Adicionalmente, es importante señalar que este incremento se ha presentado en forma generalizada en todos los países de la región.
El mayor impulso a la expansión de la inserción comercial lo ha brindado el crecimiento del volumen importado, el cual ha crecido a un ritmo mayor al del volumen exportado y el producto durante casi toda la década, con excepción de los años de crisis, 1995 y 1999 (Ver Gráfico 3). El mayor dinamismo de las importaciones se reflejó en el coeficiente de apertura, el cual muestra un crecimiento mayor que el coeficiente de inserción para la casi totalidad de los países, excepto México, en cuyo caso ambos flujos crecieron en forma similar. Por otra parte, se destaca el crecimiento que tiene el coeficiente de apertura en los casos de Argentina y Brasil.

El comportamiento del comercio pone en evidencia la persistencia de una debilidad estructural de la región: los períodos de crecimiento económico acelerado provocan déficit en las cuentas. Este hecho responde, en parte, a un rasgo estructural persistente en la región, como es la limitada integración de su sector industrial. De esta forma la reactivación del aparato productivo y la formación de capital exigen comprar en el exterior grandes volúmenes de productos intermedios y bienes de capital, característica que además se ha acentuado con el desarrollo de la inversión extranjera (CEPAL, 1998a).
Esta fuerte expansión de las importaciones también ha sido estimulada por la apreciación real de las monedas nacionales de la mayoría de los países de la región y las políticas de apertura comercial que se han venido implementando, que han combinado el avance de la integración regional con una política de apertura unilateral. Las importaciones desde el resto del mundo se expandieron a una tasa anual media del 16% entre 1992 y 1997, aunque crecieron más moderadamente (6%) en 1998.
En lo que respecta al comercio intrarregional, cabe destacar que el mismo experimentó una permanente expansión hasta 1997, año en el que alcanzó un máximo histórico (las exportaciones totalizaron 46.000 millones de dólares), crecimiento que se interrumpió con los efectos de la crisis en 1998 (-6%). A pesar de este retroceso, considerando la totalidad del período la propia región fue largamente el destino más dinámico para las exportaciones regionales (pasando de representar un 10% a un 17%).
I.4. Panorama de la integración regional
Durante la década de los noventa se desarrollaron al interior de la ALADI los "acuerdos de nueva generación", que se diferenciaron de los anteriores acuerdos por tener como objetivo el establecimiento de zonas de libre comercio (abarcando el universo de bienes) y por incorporar además otros temas, tales como el comercio de servicios, las inversiones y la integración física. Hasta el momento se han suscrito diez acuerdos de este tipo en el marco de la ALADI, a los que se suma el de la Comunidad Andina que también cumple con éstas características. Han sido estos acuerdos los que han significado un cambio sustantivo en la amplitud y profundidad de la red que se va conformando al interior de la región.
La velocidad del proceso de conformación de estas zonas de libre comercio ha sido importante; en 1998 seis de las once zonas pactadas ya habían alcanzado una liberación que puede ser considerada como amplia (más del 85% del universo arancelario liberado). Estas son: la CAN, el MERCOSUR y las áreas que negoció bilateralmente Chile con Colombia, con Ecuador, con México y con Venezuela. Del resto de las áreas negociadas, la mayor parte de ellas alcanzará una liberación amplia en el 2004, excepto MERCOSUR-Bolivia que lo hará en el 2006 y Chile-Perú que lo logrará en el 2007. Esto significa, en términos del comercio intrarregional, que en 1998 se había liberado el 64.3% del mismo, en el 2004 será el 78.3% y en el 2007 se alcanzará algo más del 82.5% El cálculo de los porcentajes se basa en el nivel del comercio alcanzado en el año 1998 y considera como liberado la totalidad del flujo comercial que alcanza la liberación amplia..
Adicionalmente, las áreas conformadas por el MERCOSUR y la Comunidad Andina han dado un paso más en el proceso integrador constituyéndose como Uniones Aduaneras (UA), si bien imperfectas, desde 1995. El perfeccionamiento de la UA requiere aún en el MERCOSUR la definición del régimen automotor común así como del avance en las negociaciones sobre el sector azucarero. La situación en la CAN es algo más compleja pues, por una parte, la incorporación plena de Perú a la zona de libre comercio se alcanzará recién a fines del 2005, y por otra, no está aún definida su incorporación a la Unión Aduanera, mientras que Bolivia está exceptuada de la aplicación del arancel externo común. De todas formas, la CAN ha definido una agenda para alcanzar la conformación de un Mercado Común hacia el 2005.
Respecto a las relaciones bilaterales que aún no están liberalizadas, las negociaciones más importantes para completar la red de libre comercio al interior de la ALADI, por su magnitud comercial, son CAN – MERCOSUR y MERCOSUR – México. En ese sentido, si bien las negociaciones entre el MERCOSUR y la CAN se suspendieron en marzo de 1999, el acuerdo de preferencias selectivas alcanzado posteriormente entre Brasil y la CAN(4) (que significó para la CAN la primera negociación de un acuerdo de este tipo en bloque) y las avanzadas negociaciones entre Argentina y la CAN(4), significaron importantes avances. Por su parte, también en el caso de las negociaciones entre el MERCOSUR y México, que están paralizadas desde 1997, han habido algunos avances recientemente, tales como la ampliación del acuerdo entre México y Uruguay, mientras que Brasil y México, cuyo acuerdo selectivo caducó a fines de 1997, retomaron las negociaciones, concluyendo, en una primera etapa, un acuerdo en el sector automotor.
Finalmente, en un hecho histórico para la integración de América Latina, Cuba se incorporó a mediados de 1999 como miembro de la ALADI, transformándose en el miembro número doce de la Asociación y siendo el primer país no fundador que adhiere al TM80. Al momento de su incorporación Cuba tenía acuerdos preferenciales con diez de los once países miembros, los cuales vienen siendo adecuados a las modalidades previstas entre países miembros.
II. Coyuntura Internacional
El año 1999 comenzó con otro episodio de la “crisis itinerante” que afectó a la economía internacional desde mediados de 1997, sin embargo, los efectos de la crisis fueron más limitados de lo que se temió inicialmente y se circunscribieron, fundamentalmente, a los países de América del Sur.
Las últimas evaluaciones (FMI, 2000) sobre la actividad económica mundial durante 1999 indican que el producto creció a una tasa de 3.3%, superior al crecimiento experimentado durante 1998 (2.5%). El desempeño durante 1999 fue mejor que el previsto a comienzos del año, gracias a la persistencia del crecimiento en Estados Unidos, a la rápida recuperación de varios de los países asiáticos afectados por la crisis y una recesión menos pronunciada de lo que se temía en Brasil y Rusia.

Las perspectivas para el año 2000, apuntan a una aceleración del crecimiento del producto bruto interno en el ámbito mundial (4.5%), apoyado en la continuación del fuerte crecimiento en EEUU y las mejores pespectivas de recuperación en Europa. Sin embargo, aún persisten riesgos importantes de que la recuperación no sea sostenible. El FMI en sus proyecciones recientes destaca tres: i) el incremento en los desequilibrios externos entre las principales áreas; ii) los aparentementes significativos desalineamientos entre las principales monedas; iii) las excesivamente altas valuaciones de los mercados mundiales de valores, que parecen reflejar, en parte, expectativas no realistas sobre el crecimiento futuro de los beneficios y haberse alimentado del incremento en la liquidez global de los años recientes. Respecto al primer aspecto, la Reserva Federal Americana (FED) inició un proceso de alza de la tasa de interés de los fondos federales, de esta forma en noviembre de 1999 ya había recuperado el nivel (5.5%) previo a la reducción que había decidido en el pasado otoño boreal, y continuó con los incrementos durante el presente año, situándose en 5,75% en febrero de 2000 Centro de Economía Internacional, setiembre 1999; Monetary Policy Report to the Congress, 17 de febrero de 2000. . Otros riesgos presentes radican en la fragilidad del sector financiero de varias economías emergentes (China, Rusia); la persistencia de la debilidad de la economía japonesa; y la exacerbación de los desequilibrios del comercio mundial debido a las crisis en los países emergentes y a la disparidad de crecimiento entre los países desarrollados.
III. Coyuntura regional
Los efectos de la crisis, puestos de manifiesto en 1998, se acentuaron con la crisis brasileña afectando a la mayor parte de los países de la región que enfrentaron una abierta recesión durante 1999. Como consecuencia de ello, por primera vez en la década, el producto de los países de la ALADI, considerados en su conjunto, cayó en un –0.1%. De todas formas, algunos de los países mostraron cierta recuperación ya desde mediados del año lo que se reflejó en una permanente "mejora" de las previsiones del año.

El desempeño global en 1999 encubre, sin embargo, importantes diferencias entre los países, las cuales permiten distinguir dos grupos. Por una parte, algunos países experimentaron incrementos del producto bruto interno: dentro de esta categoría, Cuba y México El dinamismo de la economía mexicana está intimamente relacionado con los vínculos comerciales que dicho país mantiene con la próspera economía de los Estados Unidos y, en un grado menor, con el aumento del consumo privado y con la recuperación de los precios del petróleo este año. Notas de la CEPAL, número especial, enero 2000. registraron, respectivamente, tasas de crecimiento de 6% y de 3,5%; mientras que Perú y Bolivia crecieron a un ritmo más modesto (2,8% y 1% respectivamente); finalmente, Brasil alcanzó una tasa levemente positiva (0,4%). En el caso brasileño cabe destacar que la evolución más desfavorable se registró durante el primer trimestre, observándose luego una relativa mejoría en su desempeño, superando, así, las previsiones realizadas después de la crisis del real. Sin embargo, este país registra por segundo año consecutivo un virtual estancamiento de su producto bruto interno.
Por otra parte, Argentina, Colombia, Ecuador y Venezuela experimentaron caídas del producto bruto interno superiores al 3%, mientras que aquellas observadas en el caso de Chile, Paraguay y Uruguay fueron más moderadas (menores al 2,2%).
El “contagio financiero” de la situación brasileña fue más limitado que en los anteriores episodios de crisis, aunque para los países de la región implicó que la prima de riesgo se mantuviera elevada, encareciendo el costo del financiamiento externo. De esta forma, la entrada de capitales privados de corto plazo a los países de la región, durante 1999, se mantuvo en niveles muy reducidos lo cual, junto al alto volumen de pagos al exterior por concepto de intereses y dividendos, provocó que por primera vez en la década la transferencia neta de recursos hacia la región se tornara negativa.
Esta situación resaltó aún más el papel de la inversión extranjera directa (IED), la cual alcanzó, nuevamente y a pesar de la crisis, valores récord para la región: aproximadamente 75 mil millones de dólares (un 17% más que en 1998). Este incremento obedeció a que se mantuvieron los importantes flujos recibidos por Brasil, al significativo aumento de la IED hacia Argentina (principalmente por la venta de YPF), así como a la duplicación de los flujos de inversión directa dirigidos a Chile (compras de activos privados). En tanto, México mantuvo el nivel de inversión de los últimos años, mientras que Colombia y Venezuela experimentaron importantes reducciones respecto a la IED recibida durante 1998.
Como era de suponer, durante 1999, continuaron repercutiendo en el comercio exterior de la región las consecuencias de la crisis, que se hicieron sentir principalmente en el nuevo deterioro de los precios de los productos primarios (con excepción del petróleo El precio del café perdió, en 1999, una cuarta parte de su valor medio del año 1998; el azúcar una tercera parte; la harina de pescado un 40%; la soja un 20%; el algodón y el trigo 15%; el banano 12%; el mineral de hierro 8%. Por su parte el precio del petróleo registró una recuperación significativa impulsada por la política de limitación de suministros de la OPEP, el promedio del año 1999 superó en más del 40% el del año anterior, alcanzando en noviembre su nivel más alto desde 1991 (CEPAL, 1999a).) asociado a la menor demanda externa, especialmente de los países asiáticos. En lo que refiere a las exportaciones, en 1999 se aceleró fuertemente la caída del monto de las ventas recíprocas entre los países de la ALADI, que se redujo en una quinta parte, mientras se revirtió el proceso de deterioro de las colocaciones en el resto del mundo con un moderado crecimiento.
La recuperación de las ventas de los países de la ALADI al resto del mundo (10,4% con respecto a 1998) fue prácticamente generalizada entre los países de la región, aunque con disparidades en los niveles registrados que se ubicaron entre un 0,9% y un 16,4% (Ecuador y México, respectivamente), con la única excepción de Brasil cuyas exportaciones hacia el resto del mundo experimentaron una reducción de 0,7%. Adicionalmente, cabe destacar que esta recuperación se produjo a pesar de la tendencia a la baja de los precios de los productos básicos, lo que se tradujo en que todos los países de la ALADI, salvo los principales exportadores de petróleo, registraron mermas en los valores unitarios de sus ventas al resto del mundo (CEPAL, 1999a).
El valor de las importaciones desde el resto del mundo cayó durante 1999 (-3,2%), lo cual puso de relieve la caída de la demanda doméstica y la desaceleración de la actividad económica en los países miembros, con la única excepción de México que experimentó un crecimiento de 11,9%.
A pesar del crecimiento de las exportaciones y de caída de las importaciones hacia y desde el resto del mundo no se logro un excedente de la balanza comercial de los países de la ALADI, pero el saldo negativo de la región en ese intercambio cayó fuertemente en 1999, (de -33 mil millones de dólares a –3.8). Esto contribuyó a la reducción del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos regional, del equivalente del 4,5% del producto bruto interno en 1998 a 3,1% en 1999 (pasando de 87.000 millones de dólares a 55.000 millones de dólares).

Por su parte, el comercio intrarregional resultó severamente afectado por la crisis experimentando una caída del 20% en relación al año anterior, llevando el respectivo agregado regional por debajo del registrado cuatro años antes. Considerando el bienio 1998 – 1999, la caída en el comercio intrarregional se aproxima, en términos relativos, a la ocurrida entre 1981 y 1983, años en los cuales se verificó el mayor impacto de la crisis de la deuda sobre el comercio recíproco entre los países de la ALADI. Como resultado de este comportamiento, las exportaciones intrarregionales bajaron su participación en las globales, desde un 17% en 1998 hasta un 13% en 1999.
Si bien la contracción de las ventas recíprocas se extendió a todos los países, las caídas más significativas, en valores absolutos, correspondieron a los suministros de Brasil y de Argentina. Esto explica la fuerte contracción del valor de las exportaciones intra-MERCOSUR en 1999 atribuible, en su mayor parte, a la baja de las ventas entre los dos socios mayores, aunque también se registraron contracciones en las ventas de Uruguay y Paraguay. También el valor de las exportaciones recíprocas de los países de la Comunidad Andina tuvo sucesivos retrocesos en el bienio 1998-1999, el mayor peso de la caída, que fue generalizada, se explica por la contracción de las ventas de Venezuela al mercado colombiano, aunque también influyó la caída de las exportaciones de Colombia a Venezuela.
El valor de las exportaciones recíprocas CAN-MERCOSUR se contrajo por segundo año consecutivo, disminución que se debió, principalmente, a las caídas de los valores de los suministros de Brasil, Argentina, y Bolivia.
Si bien los tres flujos comerciales mencionados, que son los de mayor peso al interior de la región, son los principales determinantes de la caída del comercio al interior de la ALADI, corresponde destacar que también en el resto de las relaciones comerciales se verificaron, sin excepciones, significativas disminuciones.
IV. La coyuntura y la integración
La crisis económica que afectó de forma generalizada a la economía mundial en 1998, se profundizó en 1999 en América Latina en particular, incidiendo en el proceso de integración y, en forma acentuada, en el comercio intrarregional, así como en la dinámica de las negociaciones al interior de la ALADI. Ello se manifestó especialmente en los escasos avances registrados en las negociaciones de nuevos acuerdos de libre comercio. No obstante ello, es importante subrayar que a pesar de la difícil coyuntura soportada por la región, los compromisos de integración no se vieron alterados, situación opuesta a la verifacada en la crisis "de la deuda", cuando los mismos más que modificados fueron totalmente desvirtuados.
A nivel de los procesos existentes, por el contrario, y a pesar de la crisis, se han mantenido y aún profundizado los compromisos de integración y se ha reafirmado la voluntad política existente en cuanto a la consolidación de los mismos, lo cual reafirma las vinculaciones bilaterales y subregionales que han sido privilegiadas por los países en esta etapa del proceso de integración.
El progreso de varios acuerdos en aspectos normativos, como la solución de controversias, con mecanismos arbitrales que muestran creciente actividad, ha contribuido a la seguridad jurídica y transparencia de los procesos, dando creciente confianza a los sectores privados de los países miembros, los que, por su parte, muestran una participación cada vez más activa en el proceso.
La proyección externa de los países de la región, si bien no se incrementó en su conjunto en forma significativa, sí se concretó en algunos acuerdos de libre comercio en los casos de Chile con Centroamérica y México con la UNION EUROPEA. Sin embargo, interesa resaltar que los restantes países, o conjunto de países, también realizaron esfuerzos para avanzar con ambas regiones a pesar de la crisis. En el caso de la UNION EUROPEA, en particular, ha habido una intensificación del relacionamiento político con los países latinoamericanos en general, y con los de ALADI en particular, lo cual sin duda mostrará sus repercusiones en el futuro.
Es claro, finalmente, que en el período inmediato será de gran importancia la relación entre la evolución del proceso de integración y la de las negociaciones internacionales a nivel del ALCA y la OMC. En el caso del ALCA se constata, por un lado, que los avances se han dado en aspectos vinculados con la preparación de las negociaciones, y, por otro, que se ha mantenido la incertidumbre que deriva de la ausencia de la “vía rápida” del gobierno de los EEUU. Con todo, es imprescindible tener en cuenta que es posible que las negociaciones se precipiten en el período inmediato, ya que existe un calendario de actividades y un mandato en el sentido que se llegue a la Reunión Ministerial, de abril de 2001, con textos de acuerdos para ser discutidos por los países.
En el caso de la OMC, el fracaso de la reunión de Seattle, que marcó un punto de inflexión en las negociaciones para lanzar una nueva Ronda Multilateral, ha llevado a los países a tener que retomar la agenda de trabajo sin una perspectiva cierta de fechas para lanzar una nueva Ronda. Esto afecta a los países en desarrollo en sus expectativas que una nueva Ronda contemplara sus intereses comerciales y, particularmente, lo relacionado con el establecimiento de compromisos en el campo de la agricultura
Finalmente, teniendo en cuenta la evolución reciente de las negociaciones multilaterales en las que participan directamente los países miembros, la evolución y perspectivas de la economía internacional y regional, y la voluntad política puesta de manifiesto por los gobiernos de los países de la región, parecería que están dadas las condiciones para retomar el dinamismo de las negociaciones entre los países de la Asociación, con miras a consolidar y profundizar el proceso de integración regional.
Bibliografía
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“Informe 1999: Ingresos netos de IED a América Latina y el Caribe por subregión, 1990-1998”; Unidad de Inversiones y Estrategias Empresariales, CEPAL, Enero 2000.
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"World Economic Outlook", FMI, Abril 2000.
Rojas, J. F. (2000)
"La integración latinoamericana en el contexto de la globalización económica internacional", Ponencia realizada en el II Encuentro Internacional de Economistas realizado en Cuba, Enero 2000.
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