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 Se contrajo el PBI y se redujo el comercio entre los Países de la Región


12/20/2002

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En el año 2002 el producto bruto interno del conjunto de los países miembros de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) se contraería 0,9%, de acuerdo a datos preliminares que dispone la Secretaría General de la Asociación.

Con estas magras perspectivas, se completaría un lustro de pobre desempeño económico para la región. En este último quinquenio América Latina fue la región del mundo que registró el menor crecimiento, distanciándose aún más de las economías desarrolladas. Debido a ello, se denominó a este lustro como “la media década perdida”.

En función de las cifras preliminares disponibles, el comercio intrarregional experimentaría una reducción del 14,9% en el presente año respecto al 2001. De esta manera el intercambio comercial entre los países miembros de la ALADI retrocedería a los niveles registrados en 1995, al situarse las exportaciones intrarregionales en torno a los 35.408 millones de dólares, un 22% por debajo del máximo alcanzado en 1997.

De todas formas, en los últimos meses del año se observaron signos alentadores para la integración, probablemente debido a los avances ocurridos en las negociaciones multilaterales y al reconocer que la superación de esta difícil coyuntura es a través de un proceso de perfeccionamiento del proceso de integración regional.

En ese contexto, se inscribe el reciente acuerdo marco suscrito entre los dos grandes bloques de integración de Sudamérica, la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercosur, que habilita a los países miembros para conformar un Area de Libre Comercio a partir de 2003.

En el mismo sentido, se debe mencionar los acuerdos alcanzados por México con el Mercosur que, a partir de la suscripción de un acuerdo marco de similares características al antes indicado, ha generado las condiciones de flexibilidad requeridas para profundizar las negociaciones entre los países integrantes de este bloque.

Estos esfuerzos deben se enmarcados en una perspectiva más amplia, que según la Resolución 55 del Consejo de Ministros de la ALADI adoptada en febrero de este año debe involucrar a todos los países miembro en la construcción de un Espacio de Libre Comercio. Esa es la guía de las tareas que actualmente están llevando a cabo el Comité de Representantes y la Secretaría General de la ALADI.

Sin embargo, debe reconocerse que la experiencia acumulada, y sobre todo en el año que está culminando, ha puesto de relieve el agotamiento del modelo de integración basado únicamente en las negociaciones de rebajas arancelarias. El patrón existente de producción y comercio en América Latina es tal que simples reducciones arancelarias, ya sea bilaterales o subregionales, difícilmente pueden asegurar un incremento sustantivo del volumen de intercambio.

En ese limitando sendero, tampoco es posible avanzar en una integración sustentable que garantice una equitativa distribución de los beneficios entre los países participantes del proceso de integración.

Uno de los desafíos es mejorar la inserción internacional de la región. Ello supone profundizar lo más rápido posible la integración regional para arribar a los mejores acuerdos posibles en las negociaciones extrarregionales.

En tal sentido, es imprescindible diseñar una Agenda para Avanzar en un Proceso de Integración Sustentable que, entre otros aspectos, debería considerar lo siguiente:

- Construcción de un Espacio de Libre Comercio, lo cual supondría la simplificación de la compleja red de acuerdos vigentes, para coadyuvar a incrementar el comercio intrarregional, mejorar su contenido y prepararse para el proceso de apertura a terceros países.

- La promoción de Inversiones Conjuntas en áreas básicas para el proceso de desarrollo económico y social. En este sentido, la integración física y la educación parecen ser las áreas prioritarias para atender los requerimientos más urgentes de la región.

- La incorporación de mecanismos que permitan a la integración dar una respuesta adecuada y oportuna a coyunturas como las actuales. Se considera que la integración debe pasar a ocupar un lugar relevante en el diseño e implementación de las estrategias de desarrollo de los países; y, por otro lado, sentar las bases para la armonización de las políticas económicas, abriendo desde ya un espacio para actuar de manera más activa en el intercambio de información macroeconómica y una creciente transparencia de las políticas aplicadas.

- Armonización: en el marco del Tratado de Montevideo 1980 coexisten normas comerciales negociadas en distintos planos y con diferentes concepciones. De este modo, se ha generado una acumulación de preferencias y de normas con una superposición de criterios y procedimientos que conducen a soluciones diferentes para problemas de índole similar que exigen una armonización en los plazos más breves posibles.

- Llevar a cabo esas tareas coloca como requisito previo la Cooperación Política que debe efectivizarse, al menos, dos facetas. Avanzar en los procesos de consolidación democrática, en su sentido más amplio, y la incorporación explícita de los procesos de integración en las estrategias de desarrollo de la región. Para ello la integración tiene que ser un referente cotidiano en la vida de las sociedades y de las personas. Ello no será posible sin la plena incorporación de los movimientos políticos, sociales, empresariales y laborales a esta tarea, de modo que el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la población considere la integración como una herramienta eficiente y eficaz para satisfacer sus necesidades.








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