En el año 2000 los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron la Declaración del Milenio, a través de la cual se comprometieron a trabajar en forma mancomunada para reducir la pobreza global y promover el desarrollo humano, lo que dio lugar a la idea de trabajar en una única agenda post 2015 (fecha fijada como límite para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), que conjugara ambas prioridades, es decir, el desarrollo social y humano, en forma armónica con el medioambiente.

Para el año límite (2015) se coincidió en que si bien existió un avance significativo, era necesaria una concepción más amplia, por lo que se pactó la Agenda 2030, con 17 Objetivos y 169 metas que abarcan varias dimensiones: a) desarrollo económico, principalmente a través del combate a la pobreza; b) desarrollo social, bajo la concepción de “no dejar a nadie atrás”, atendiendo la igualdad de género y de las minorías y la reducción de las desigualdades sociales; y, c) sostenibilidad medioambiental. A estas tres dimensiones se suman las referencias a la paz y a la cooperación internacional. Por otra parte, tienen un carácter universal de aplicación en todos los países y articulan todos los sectores de la sociedad, esto es, a) el sector público; b) el sector empresarial; c) las organizaciones de la sociedad civil; y, d) la academia; y en todos los niveles, es decir, a nivel local, nacional, regional y global. Cabe señalar que los 17 ODS constituyen un nuevo paradigma en las agendas políticas y legislativas de todos los organismos internacionales, bloques regionales, gobiernos nacionales, empresas privadas y organizaciones no gubernamentales alrededor del mundo.

El establecimiento de la Agenda 2030, presenta una visión holística del desarrollo que busca la erradicación de la pobreza y la reducción de las desigualdades, aspectos centrales y prioritarios para América Latina y el Caribe.

Es en esta perspectiva que la inclusión social, como parte activa de los procesos, también forma parte del enfoque de la integración y del comercio regional, inscritos dentro de los objetivos estratégicos de la ALADI, que además de promover el desarrollo económico y social, armónico y equilibrado de la región, tienen como objetivo y función la promoción y regulación del comercio recíproco, la complementación económica, y el desarrollo de acciones de cooperación económica que coadyuven a la ampliación de los mercados. Todo ello, conforme a los principios de pluralismo, convergencia, flexibilidad, tratamientos diferenciales y multiplicidad.

Como parte de sus objetivos estratégicos, la ALADI realiza actividades que están en consonancia con varios de los objetivos de desarrollo sostenible y sus metas. Estas actividades se enfocan, principalmente, en: 1. Gestión política del proceso de integración; 2. Articulación y convergencia; 3. Apoyo y seguimiento de acuerdos y negociaciones; 4. Sistemas de información y estadísticas; 5. Facilitación del Comercio; 6. Integración social y productiva; 7. Sistema de apoyo a los PMDER; y, 8. Cooperación y formación.

A partir de la reflexión y análisis de las acciones de la ALADI, se pretende explicar su incidencia y gravitación en la Agenda 2030, especificando cada acción en función de cada ODS y las metas puntuales a las que se contribuye con dicha actividad.