...PRENSA


El Comité de Representantes recibe al señor Enrique Iglesias, declarado "Ciudadano Ilustre de América Latina".
Intervención del Contador Enrique Iglesias
07/14/2015

Hace años que venía amenazando con esto “Chacho” Alvarez, y realmente quiero agradecerle mucho a él y a todos los Representantes, Embajadores, amigo Presidente de este encuentro y, por supuesto, al Ministro de mi país, querido amigo, y a tantos Ministros, amigas y amigos que están hoy aquí presentes. Para mí es un gran honor.
Como decía, como recordaba el Presidente, la cantidad de veces que tuve la oportunidad de estar aquí con sombreros diferentes, siempre apuntando a esta casa como punto de referencia de una gran ilusión: que es la ilusión que mi generación creó en los años 50, cuando nace la integración formal en América Latina. Los centroamericanos habían empezado ya un poco antes a hablar del tema, pero ciertamente como visión continental aparece el esfuerzo. Me voy a referirme a ello un poco más adelante.
Yo me siento muy orgulloso de esta distinción, primero porque soy uruguayo y los uruguayos somos comprometidos con América, lo hemos aprendido desde la escuela, lo hemos aprendido mirando un poco el surgimiento de esta región en donde, de alguna manera, siempre hemos tenido un compromiso integral como latinoamericanos. Y yo creo que eso nos cuesta, lo llevamos adentro todos.
Yo, como se recordó aquí, nací en Asturias, vine de muy niño a este país, de 3 años, y en realidad no me hice uruguayo me hicieron uruguayo. Me hizo uruguayo el barrio, el almacén de mi padre, la escuela, la universidad, las oportunidades que me dio este país.
Y entre las oportunidades, está el haber podido participar en los temas internacionales a los cuales Uruguay está vinculado y en principio fue uno de los grandes compromisos del país y sigue siéndolo.
También, porque en Uruguay aprendimos desde la escuela a admirar a los héroes latinoamericanos, eran nuestros héroes, eran héroes compartidos. Nosotros sentíamos siempre a esas grandes figuras como Bolívar y San Martín como compañeros de nuestro Artigas, eran parte de lo que habían construido, esto que hoy se llama, con mucha razón, la Patria Grande.
También fuimos aprendiendo, poco a poco, como todo lo latinoamericano era también nuestro y como nosotros éramos parte de ello. Nuestra admiración por los grandes logros de nuestros pensadores, nuestros artistas, nuestros escritores ¡bueno son nuestros! Uno cuando sale de América y habla de García Márquez, habla como si uno fuera colombiano, lo mismo podríamos decir de otros tantos artistas, pensadores que orgullosamente tenemos en América Latina.
También aprendí desde los distintos cargos a entender el mestizaje de América Latina, lo recordaba muy bien el Presidente. Es decir, ciertamente nosotros hemos construido un gran mestizaje basado en las grandes virtudes originarias y todo el proceso colonial con su grandeza y sus miserias. Pero se formó un mestizaje donde hemos aprendido, quizá como en ninguna otra región del mundo en vías de desarrollo, a convivir. Tenemos problemas, tenemos distancias y hay dificultades, pero de alguna forma el principio de tolerancia y de convivencia es en América Latina una realidad, que hay que perfeccionar, pero es un hecho importante.
Yo diría que aprendí también -lo recordaba recién Chacho Alvarez- de la integración, aprendí las ventajas de la integración, los compromisos de la integración. En el año 59, 60 nace esta casa, se crea la ALALC, que fue producto de una gran inspiración que tuvo la región con grandes líderes a la cabeza, comenzando por la CEPAL de Raúl Prebisch que fue un gran impulsor convencido de todo esto. Por supuesto los políticos del momento, pero también los artesanos de esta casa, los funcionarios que fueron durante tantos años construyendo paso a paso, creando puentes, resolviendo problemas. Sé que voy a hacer una injusticia, porque tendría que mencionar a muchos, pero voy a mencionar a uno en particular, porque tuve una gran amistad, que fue Gustavo Magariños, una figura realmente comprometida con esta Institución.
Después de eso conocí los esfuerzos en Centro América, los esfuerzos en el Caribe, los esfuerzos en la zona andina, los nuevos esfuerzos ya de construcción política, de darle personalidad e identidad a la región con la creación de UNASUR, de CELAC. Todas estas Instituciones que fueron generando un andamiaje institucional, que es el producto de la convicción que pertenecemos a una región con personalidad y con identidad y que tiene un papel importante que cumplir en el mundo.
Hemos hecho muchas cosas, sí, yo creo que sí. Muchas veces nos deprimimos un poco y nos frustramos porque no logramos superar los problemas inmediatos de la coyuntura. Pero se han hecho muchas cosas. Cuando uno mira el conjunto de América Latina y el Caribe se da cuenta que se han logrado cosas; esta Institución es una de ellas. Ciertamente no hemos hecho lo suficiente, también es verdad.
Realmente las ilusiones que nosotros mantuvimos en aquel momento eran mucho más ambiciosas, quizás demasiado ambiciosas, pero lo que tenemos que aprender ahora es que, de alguna forma, aquella ilusión que alimentamos, que sigue siendo una ilusión a la que no hemos llegado al nivel que quisiéramos llegar, tenemos que revisarla en función del acontecer del mundo de hoy.
Digo esto porque por estar viajando todo el tiempo y viviendo una parte de mi tiempo en España, uno empieza a entender la importancia de los cambios que están ocurriendo en el mundo. Digo esto porque se ha dicho, y yo lo comparto, que estamos en una época de cambio, estamos en un cambio de época sería la verdad, el mundo está cambiando de una forma vertiginosa y tengo la impresión de que a veces no somos conscientes. Yo me pregunto si el hombre, el ciudadano de 1934, imaginaba lo que se estaba cocinando en el mundo de aquel entonces. Tengo la impresión de que a nosotros nos pasa algo parecido, la vorágine de los cambios hace que realmente no tengamos idea de que estamos en una verdadera revolución del mundo en el cual tenemos que insertarnos, somos parte de él, somos actores de ese mundo que está cambiando con nosotros y que debemos incorporar en nuestra visión, en nuestras políticas.10
Voy a mencionar cinco problemas que creo que hoy son dominantes en esa realidad.
El primero es la vorágine tecnológica. Es decir, sobrepasa la imaginación la capacidad de evolución de la tecnología y nos compromete en futuros que nadie puede imaginar hasta dónde podremos llegar. Se están tocando los resortes más íntimos de la naturaleza y estamos avanzando en ellos.
El segundo hecho se refiere al cambio fundamental en el poder económico. La humanidad está experimentando el cambio más importante del poder económico que conoció el hombre en la tierra, del Occidente al Oriente y al Sur. Y ese mundo que estaba sumergido a lo largo de las décadas hoy es una realidad; no solamente China, sino que es todo el sur, es toda Asia. Hay una transformación espectacular del poder económico. Y la reconstrucción del mundo del futuro va a tener que hacerse a partir del reconocimiento de esos cambios sino el mundo no va a funcionar en paz.
Tenemos además el problema, que es preocupante, que es la obsolescencia del sistema de instituciones internacionales, políticas y económicas. Y aquel mundo que construimos en el año 45 está en crisis y yo creo que esa crisis está deteriorando la confianza en las instituciones. Eso significa que el mundo del futuro va a tener que cambiarlas, modelarlas, va a tener que rehacerlas para responder a estas nuevas realidades, ya no solamente las económicas sino también las políticas y sociales. Conocemos poco lo que está pasando en la sociedad hoy. Solemos clasificarlas, hablar de clases medias, y es verdad, pero pasan muchas cosas muy complejas que debemos ir incorporando.
El otro tema parte de esto que acaba de mencionar, un cuarto elemento que quisiera mencionar es la complejidad del mundo financiero. Yo conocí ese mundo por todos los lados, dentro del país, fuera del país. Hay un mundo financiero inmanejable hoy. Hay uno que es manejable que es el que pasa por los bancos, pero hay otro mundo que nos llevó a la gran crisis de 2007 y 2008 y sigue estando, sin ningún tipo de control o regulación que pueda prevenir las audacias, las codicias o simplemente las especulaciones; hay una realidad financiera que habrá que prevenir y no está controlada.
Por último yo diría, y se refiere fundamentalmente al quehacer de esta casa, son los grandes cambios que están ocurriendo en la economía internacional y sobre todo en el comercio internacional, en dos aspectos. Uno, el más preocupante, históricamente en las últimas décadas el comercio crecía más que el producto mundial, pero hoy en día es al revés. El comercio está creciendo poco, no solamente está creciendo poco en volumen sino que además los precios de las materias primas se han deteriorado como parte del ciclo natural que tienen las materias primas. Pero además, y esto es importante también, se está produciendo un cambio en la forma de comerciar, cosa que lo sabemos todos, tradicionalmente el comercio era entre las exportaciones de materias primas y los productos terminados, hoy es de bienes intermedios, que son el 60% del comercio mundial.
Esos cinco elementos, pero sobretodo el último, desafían a todo lo que hemos venido haciendo y desafían, particularmente, a los esfuerzos de integración que tienen una nueva oportunidad, y yo diría una nueva responsabilidad, que es ayudarnos a navegar en ese mundo cambiante que tenemos hoy frente a nosotros.
Yo creo que de alguna manera ese mundo que está alrededor nuestro nos impacta en un doble sentido, impacta nuestros paradigmas de desarrollo e impacta a nuestra posición internacional en el mundo complejo que estamos observando.11
En primer lugar, yo creo que ciertamente este impacto de las tecnologías, este impacto que tienen hoy las nuevas formas de producir, de consumir, llevan necesariamente a tener que revisar nuestras estructuras productivas, nosotros no podemos quedarnos solamente con la producción de materia prima, por más tecnificación que hayamos incorporado y la que seguiremos incorporando. Nuestros modelos de desarrollo tienen que incorporar necesariamente el ingreso de nuestros países a la industrialización y el ingreso en la venta de servicios, que van a ser complementarios si queremos generar empleos y empleos de calidad. Y es precisamente ese tipo de problema el que nos obliga a repensar un poco cómo, en esa cultura de la nueva forma de rehacer nuestras economías, las exportaciones deben ser de alguna forma orientadas reconociendo esas realidades y ahí se me ocurre decir que, de alguna manera, es la integración regional una de las puertas que permitiría darle espacio al cambio productivo.
Yo estaba leyendo un documento interesante, como todas las cosas que hace Félix Peña, donde acaba de escribir esto, cuando hablamos de la necesidad de repensar la exportación en materia de bienes intermedios y el papel que debe cumplir esta casa en particular y en general los esquemas de integración.
Dice así Félix «Desde su inicio el Mercosur, fue concebido entre otros objetivos principales y con un mayor alcance a la vez económico y político, como una plataforma para facilitar la proyección internacional de la capacidad de bienes y de prestar servicios de los países miembros, a la vez que competitivos e inteligentes. Esto es, con fuerte valor agregado intelectual, y que en lo posible fueran la resultante de articulación provisional de empresas que se inserten así en cadenas de valor de alcance global o regional.» Esto era lo que se decía el Mercosur cuando se lanzó, esto era lo que se pensaba del Mercosur cuando se lanzó.
«Si el ingreso a las cadenas de valor es el instrumento, la región está especialmente preparada», dice Félix, «para aprovechar de estos encadenamientos productivos y servir para introducirlos en el mercado regional». Y dice «es para mí los acuerdos celebrados en el marco de la ALADI, en diversos países latinoamericanos, incluso por los que integran la Alianza del Pacífico, son los que más podrían generar condiciones potenciales para el desarrollo de tales encadenamientos productivos».
Esa es mi primera reflexión, ahí hay un primer desafío a esta gran aventura, a este gran sueño que ya tiene unas cuantas décadas de existencia.
El segundo y último es algo que todavía nos preocupa más. Se mencionaba aquí la Ronda Uruguay, de la cual fue evolucionando la negociación internacional para crear la OMC. Todos creemos en la OMC, sobre todo los países pequeños donde tenemos en el multilateralismo una gran expectativa, una gran esperanza, porque creemos que en el multilateralismo tenemos mayor capacidad de defendernos y de buscar protecciones, salvaguardias y tribunales a donde podamos apelar. Ese multilateralismo está en seria crisis.
Yo creo que los países poderosos han llegado a la conclusión de que no hay que negociar más en el conjunto sino que hay que volcarse a los mega tratados. Todos estamos siguiendo esos megas tratados, lo que está pasando en el Pacífico, lo que está pasando en el Atlántico Norte, lo que pasa en Asia, es decir, el mundo del futuro está llevando a un mundo fragmentado donde realmente tengamos estas experiencias de los megas tratados donde se van a gestar todas las reglas del comercio mundial que tenemos que seguir y acompañar porque ellos tienen el poder de poder hacerlo.12
Eso para mí es muy importante y es una gran desilusión en el fondo porque nosotros nacimos impulsando, todos nuestros países, impulsando los acuerdos multilaterales y hoy ciertamente esos acuerdos son y están de alguna forma cuestionados por la inoperancia que han sido los últimos resultados, teniendo hoy la OMC un excelente director e impulsor pero ciertamente los poderes fácticos de las grandes potencias van por otro lado.
Esto quiere decir que nosotros tenemos que prepararnos para competir en ese mundo y es, en ese sentido, donde yo creo que América Latina tiene también un papel importante que cumplir. Nosotros tenemos que ver cómo vinculamos esta región como se están vinculando los países del Pacífico hacia Europa, Estados Unidos, Asia. Nosotros no podemos dejar América Latina de actuar colectivamente en grandes negociaciones con el resto de los bloques mundiales porque el mundo del futuro va a ser un mundo de bloques y tenemos que estar preparados para ello, y para negociar hay que negociar conjuntamente porque es en la negociación conjunta que se agrandan nuestros poderes.
Por eso es que yo creo que mirando al futuro, el poder de la integración regional, que pasa ciertamente por las instituciones regionales por excelencia como CELAC, Unasur, con el apoyo de instituciones como estas y otras instituciones internacionales, debe ser uno de los grandes desafíos del futuro y ahí está un poco esas dos grandes misiones que yo veo hoy en la integración. Ayudar a nuestros países a cambiar el espectro productivo para entrar definitivamente en las cadenas de valor y en los servicios, pasando por una América unida que puede ser un trampolín para luego llegar al mundo internacional con más fuerza. Y, en segundo lugar, prepararnos para negociar en ese mundo fragmentado, ese mundo que tenemos por delante. Será mejor, no sé, nosotros soñamos con el multilateralismo y seguimos pensando que era lo mejor pero la historia no la hacemos nosotros pues la hacen los que tienen la capacidad de cambiarla y llevar adelante ciertas iniciativas. Pero hay que pensar entonces cómo organizarse para ello.
Alguna vez se dijo que el fin de siglo nos encontrarán unidos o sometidos, yo diría que la mitad de este siglo, si no trabajamos bien, en esta América Latina nos encontrará unidos o fragmentados; lo cual sería una tragedia para la historia y un gran derrumbe de las grandes ilusiones que han determinado siempre en la construcción de nuestra América Latina.