 | Muchísimas gracias. Señores Ministros y Ministras, señores Subsecretarios, señores Representantes Permanentes ante ALADI, señores Representantes Alternos, señor Secretario General, señores Subsecretarios, funcionarios, trabajadores de la prensa.
Hace pocos días tuve la oportunidad, conjuntamente con la Ministra María Julia Muñoz, de concurrir a otro acto, a un acto de reconocimiento. Y me hicieron hablar de improviso allí al final y no sé por qué me vino a la mente el título de un libro que recoge muchos de los discursos de García Márquez. Ese título es: “Yo no vine aquí a decir un discurso” y yo, parafraseando a García Márquez, no vengo a hacer un discurso. Vengo a hacer un reconocimiento a un hombre que ha sido un artífice de la integración latinoamericana, de la visión estratégica latinoamericana, del pensamiento económico latinoamericano.
Y lo hago además desde una posición que el mismo tuvo, lo hago desde esa posición de Canciller de la República en el mismo despacho que él tuvo, con los mismo muebles que él puso, no he tocado absolutamente nada porque siento en ese ambiente su inspiración, como siento también, justo es decirlo, la inspiración de otros cancilleres que han estado desde 1985 hasta ahora.
Yo lo conocí a Enrique Iglesias en un viaje a la Laguna Merín, quizás mucho de ustedes sepan dónde está pero no conozcan el lugar físico. Él era Canciller y yo era Intendente de Cerro Largo y fuimos en el auto, una hora de viaje conversando y aprendiendo, porque yo era un joven de treinta y pocos años y él era un joven de cuarenta y pocos años.
Y fui aprendiendo y viendo en él toda esa potencialidad para describir las cosas que pasan en el país, en la región y en el mundo de una manera tan sencilla, que yo digo que todo el que fuera alumno, si hubiera escuchado a Enrique Iglesias, debería haberse recibido de economista sin ninguna dificultad.
Y para mí la condición más sobresaliente que tiene Enrique es ese don de gentes, esa afabilidad, ese estar permanentemente a disposición de aquellos que lo requieren. Y tiene esos consensos porque práctica diariamente la principal condición, el principal mérito que hay que tener para lograr consenso que es: ser tolerante. Enrique Iglesias es un hombre tolerante y por eso la gente lo respeta, porque es la principal virtud que tiene que tener un auténtico demócrata.
Para mí el principal motivo de alegría hoy de estar aquí es precisamente esa enseñanza que él me trasmite cuando nos vemos o cuando nos encontramos, diciéndome las cosas, la visión que tiene de los problemas del país y del mundo.
Y el mayor galardón que he tenido en los últimos días, en una reunión que con él tuve, fue que me dijo golpeándome el hombro: “vas bien”. Y eso para mí es muy, muy, muy importante.
Muchas gracias Enrique, por todo lo que has dado al país, a América Latina y al mundo | |