Carta del Secretario General de la ALADI

   Posibilidades de Convergencia en Suramérica

Quiero felicitar, primero, los triunfos de Evo Morales, Dilma Roussef y Tabaré Vásquez, no solamente por una cuestión formal, sino porque han sido triunfos estratégicos. Todas las oposiciones de centroderecha, tanto en Bolivia como en Uruguay y Brasil, proclamaban prácticamente volver al período neoliberal en nuestra región, planteaban volver atrás y fueron muy críticos, y muy claras sus campañas. Esos triunfos refuerzan, no solamente la legitimidad de los procesos nacionales de transformación, sino también refuerzan la orientación estratégica de la integración en Suramérica y en América Latina.

También quiero saludar el regreso de Michelle Bachelet a la presidencia de Chile porque es una mínima garantía, para que algunos no piensen o planifiquen la Alianza del Pacífico como una cuña para interferir el proceso de integración en Suramérica y América Latina. Entonces, la presencia de una fuerza progresista en el gobierno de Chile, creo que va a tener un papel importante para neutralizar, en caso que algún país quiera avanzar en el camino de la disgregación o la fragmentación de nuestra región.

Tomando lo planteado por el Secretario General de Unasur, Ernesto Samper, y por el Canciller del Ecuador, Ricardo Patiño, quiero presentar un primer desafío que tiene Suramérica y América Latina cual es, unificarse en una sola voz en distintas áreas, pero sobre todo en el campo internacional.

Frente a un mundo posthegemónico, un mundo reconfigurado en bloques, América Latina ya no es el “patio trasero” de ninguna potencia imperial. Por eso es muy importante que América Latina y Suramérica hablen con una sola voz. Esa va a ser una tarea, por supuesto, gradual, lenta y ardua, pero creo que es uno de los objetivos estratégicos en la política y uno de los más trascendentales. Esto permitirá que seamos una región gravitante en este espacio de una reconfiguración de un nuevo orden, que en realidad puede ser un nuevo desorden, es decir, un mundo cada vez más anárquico. Si bien pasamos del bipolarismo a la unipolaridad y ahora a un sistema multipolar o etapa posthegemónica, ese mundo va a tener un “gobierno” con instituciones muy debilitadas que influyan muy poco en las orientaciones hacia una globalización más equitativa, más justa y más humana.

En esta situación, la presencia de Suramérica y de América Latina va a ser vital. Nuestro mundo del sur, el mundo emergente, también necesitará a los latinoamericanos y a los suramericanos unidos. En el mundo del sur también se pueden dar modelos de relacionamiento centro-periferia y para que no se repitan esos modelos, porque no queremos más centros hegemónicos dominantes o neoimperiales en el mundo, es necesario avanzar en grados mayores de coherencia y unidad.

América Latina tiene que construirse como unidad de propósito y como unidad en el sentido de tener una sola voz. En un mundo más amigable para nuestra región se ha revalorizado fuertemente lo latinoamericano. Nos miramos a nosotros mismos y nos miran desde afuera con otra perspectiva porque, por primera vez, después de muchos años, pensamos en nosotros con categorías propias y desde la diversidad.

En efecto, todo proceso de unidad y de convergencia es un proceso que debe atender la diversidad. América Latina es heterogénea, asimétrica y diversa. Es necesario tomar en cuenta el pluralismo y la diversidad en la integración. Y, retomando las palabras del Señor Canciller del Ecuador, Ricardo Patiño, hemos construido una comunidad de valores, que no es poco en el mundo de hoy, una comunidad de valores que significa: defensa de la democracia, legitimidad política y social de nuestra democracia, defensa ética de los derechos humanos como valores fundamentales, y eso le da a América Latina una característica de zona de paz y de alta credibilidad.

Esas tres condiciones constituyen valores importantes en un mundo caótico: democracia, paz y defensa de los derechos humanos. En ese sentido, a esa comunidad de valores hay que agregarle ser una comunidad de intereses que significa: construir una mayor densidad en el entramado productivo, económico y social de la región.

Cuando decimos una mayor densidad estamos poniendo, en valor comunitario, los activos estratégicos que tenemos en términos de intereses y recursos: energía, alimentos, minerales, biodiversidad, agua dulce, entre otros. Decimos que somos una de las regiones más ricas del planeta, ¿seremos capaces de poner esa riqueza en clave comunitaria? El Señor Canciller del Ecuador habló de países excedentarios en la producción de alimentos o energía que pueden ayudar a resolver los problemas y la deficiencia de países que carecen de esos elementos. He ahí el gran desafío que, también, había atisbado un poco en Unasur el Señor Alí Rodríguez, ex Secretario General de Unasur, quien había trabajado mucho en cómo construimos sobre esa riqueza, cómo la industrializamos. Ese es un desafío en el que los organismos debemos converger y colaborar.

Creo que, al hacer un balance del estado situacional de la integración, debemos redefinir y afirmar los objetivos estratégicos de la integración, y al mismo tiempo hacer una reingeniería del papel de los distintos organismos como lo mencionó el Secretario General de la CAN.

Es importante realizar algunas tareas respecto a la evaluación de resultados y definir mejor las metas; porque si no hay evaluación de los organismos, no hay metas y no hay resultados, la percepción de nuestros pueblos es que hay muchos discursos, muchas cumbres, muchos organismos pero poca integración. Tenemos que revertir esa mirada, esa percepción que tienen algunos ciudadanos y algunos medios de comunicación hegemónicos que trabajan en contra de la integración. Debemos tener una respuesta, tratar de encontrar convergencias y reinstitucionalizar la región, entre lo tradicional o lo anterior, como es el caso de la CAN, de la ALADI, o el caso del Mercosur y los organismos que hoy son el pívot, la expectativa como Unasur a nivel suramericano y la Celac que es la gran posibilidad de construir una comunidad latinoamericana y caribeña.

Quiero plantear los desafíos de la ALADI, organismo que yo conduzco. La ALADI tiene una dimensión latinoamericana, participan países como México, Cuba, Panamá, y va a ingresar próximamente Nicaragua. En la ALADI somos catorce países, están todos los países suramericanos menos Guyana y Surinam. Desde la perspectiva de la ALADI, como dijo Ernesto Samper, no podemos visualizar la perspectiva de una integración profunda si no construimos un mercado ampliado fuerte, que es la base o una de las bases importantes del poder suramericano y latinoamericano.

El mercado interno es un poder y nos permite amortiguar las crisis cíclicas de este capitalismo, cíclico y anárquico que convive con una crisis civilizatoria. No son casuales la crisis que tiene el actual sistema capitalista, y una de las formas de hacernos menos vulnerables a las crisis cíclicas es tener un mercado interno fuerte y, en ese propósito, podríamos trabajar conjuntamente con Unasur, el Mercosur y la CAN, en un programa importante de internacionalización de las pequeñas y medianas empresas.

Nosotros debemos avanzar en una red mucho más densa, en pequeñas y medianas empresas que puedan participar y complementarse en el comercio intrarregional. Ésta es una gran tarea que tenemos tanto en Suramérica como en América Latina. Ernesto Samper ha señalado que 16% corresponde al comercio intrarregional y el comercio está protagonizado por las Pymes. Por eso, si queremos modificar las matrices productivas, diversificar las economías en nuestro países, debemos promover más el comercio de las Pymes de productos elaborados. Nosotros debemos construir cadenas subregionales y cadenas regionales para participar activamente en las cadenas globales de valor, es una tarea que debemos hacer juntos: CAN, Mercosur, Unasur y ALADI, y eso debe repercutir en que avancemos en la integración comercial de América Latina, y se potencian otras dimensiones como la productiva y la social.

Y termino con dos puntos que creo se debe agregar a esta idea de integración productiva: Unasur tiene una tarea extraordinaria que es la integración energética en nuestra región. La energía es uno de los temas de Unasur, que tiene un valor estratégico fundamental, porque la energía es la base de un proceso de industrialización y de complementación esencial. Este proceso de integración energético tiene que ir acompañado del tema logístico que podemos trabajar con Unasur, CAN y Mercosur.

Si bien el tema del transporte es el gran tema de facilitación del comercio entre nuestros países, ¿por qué nuestras infraestructuras solo se modernizaron para exportar materia prima al mundo desarrollado? Los países pensaron, en el siglo XIX, metrópolis opulentas con grandes puertos, solamente para exportar materia prima al mundo desarrollado. Eso consolidó el patrón centro-periferia y eso es lo que nosotros debemos cambiar gradualmente, que nuestras mejoras de infraestructura, nuestra modernización de la logística, justifiquen la funcionalidad del comercio intrarregional, más fuerte y una complementación productiva más eficaz.

Finalizo con esa idea de Pablo Guzmán, Secretario General de la CAN, y la dejo para el Señor Canciller Ricardo Patiño, que es uno de los protagonistas de todos estos años: creo que los países, los Gobiernos, deben hacer hoy un ejercicio de fortalecimiento y de reorientaciones estratégicas, es decir, Unasur ha sido extraordinaria en su papel de fortalecer la democracia. Si no hubiéramos tenido Unasur hoy podríamos tener gobiernos dictatoriales en algunos países suramericanos, por eso todos valoramos mucho la construcción de este instrumento que es Unasur, porque la democracia nos costó mucho, costó mucha sangre y la democracia nunca está consolidada. Recalco que el papel estratégico de Unasur es central, pero vuelvo a insistir en que necesitamos un momento de balance.

El triunfo en países como Bolivia, Brasil y en Uruguay expresan cambio y continuidad, porque en algunos casos son los mismos presidentes, me parece que dan el marco para una reformulación estratégica de la región, y en esa reformulación ¿cuál es el papel de cada uno de nuestros organismos? Y ¿cómo podremos complementarnos y potenciar algunas políticas consideradas por los países, como estratégicas para avanzar en nuestra integración?

Carlos Chacho Alvarez
Secretario General

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