Carta del Secretario General de la ALADI

   Intervención del Secretario General de la ALADI, en la Reunión del Consejo del MERCOSUR (CMC) el 16 de julio de 2015

Quisiera hacer una breve reflexión sobre la importancia y los desafíos que enfrenta el MERCOSUR mirado desde la perspectiva de la integración latinoamericana y más específicamente desde la ALADI.

Primero, aunque suene redundante, o se quiera leer como excusa para disimular las cuestiones más acuciantes que enfrentan los procesos de integración, quiero insistir y remarcar la importancia estratégica que ha tenido y tiene el MERCOSUR para avanzar en la senda de la integración y sobre todo en el impulso que le ha dado a la creación de la UNASUR y la CELAC. Iniciativas que nadie honestamente puede debatir en cuanto a los aportes a la visualización, identidad, respeto, autonomía y desarrollo tanto de Sudamérica como de Lationamérica.

Tampoco debemos olvidar que los procesos de integración, a diferencia de los nacionales, requieren de una visión más estratégica, más allá del día a día y a las urgencias que apremian las políticas nacionales y locales. Por eso es que cualquier observación, cuestionamiento o crítica respecto al estado de situación del proceso de integración, debe estar basada en aquellos principios, es decir considerarlo un proyecto estratégico interestatal, plural, diverso e instrumental para mejorar el posicionamiento de la región y de los países y hacer un diferencial positivo en la vida de los pueblos.

Hechas estas salvedades o aclaraciones y reivindicando el rol de los espacios y organismos subregionales, en este caso el MERCOSUR, creo que nuestra región enfrenta una suerte de trilema de difícil pero no de imposible solución.

a) El primer componente de este trilema es la existencia de un contexto global menos amigable a nuestros países. La desaceleración China, la persistencia de la crisis estructural europea, la lenta recuperación de los Estados Unidos y la volatilidad y descenso del precio de muchas de las materias primas y productos en los que somos más competitivos, conjugan una situación por lo menos no tan favorable como la que tuvimos en los años anteriores.

b) El segundo elemento es que esta situación y este marco global coloca en problemas a muchos de nuestros países haciendo que la coyuntura interna nacional ocupe todas las energías y recursos disponibles de los gobiernos.

c) Y por último, en tercer lugar, la crisis del multilateralismo diferente a la emergencia de la multipolaridad produce una resignificación y actualización geopolítica del comercio mundial como armas de la hegemonía y dominación sobre las periferias. Esto se ve reflejado en los dos grandes megaacuerdos en curso que apuntan a institucionalizar a nivel global, las normas, y las reglas que irían a prevalecer en el orden global. Las razones del poder sobre el consenso y la pluralidad de intereses que cruzan una globalización concentradora de la riqueza y extremadamente injusta.

Enfrentar desde Latinoamérica y desde los espacios subregionales estas tendencias, suponen, a mi humilde entender, por lo menos tres líneas de acción elementales:

1) Neutralizar desde la diversidad y pluralidad de los proyectos en curso en nuestra región y desde las perspectivas y visiones de cada país, los intentos de transformar esas diferencias en fragmentación, divergencias y rupturas. Las diferencias, matices, o la elección de distintas formas de desarrollo y de inserción de los países en el mundo, deberían presentarse como una diversidad enriquecedora que hacen a nuestra identidad, y que nos devolvió la idea de que una mayor integración latinoamericana, no era una utopía ni un imposible histórico.

2) También desde lo latinoamericano, pero acentuando y reparando en las necesidades de los procesos subregionales, es fundamental desarrollar un programa intensivo amplio y con metas claras de aumento del comercio intrarregional, que contribuya a la diversificación de nuestras estructuras productivas, favorezca los entendimientos y complementariedades de nuestras economías y enfrente los peligros de que se continúe reproduciendo nuevas y viejas versiones de la dialéctica centro-periferia. Esta tarea es de una integralidad y profundidad que demanda una institucionalidad específica que sea el soporte y la garantía de avance y eficacia en cada organismo subregional.

3) Y, por último, frente al cuadro que he descripto, creo que también es una prioridad una mayor coordinación y unificación en las subregiones, con miras al conjunto, de las políticas de relacionamiento externo sobre todo en lo económico y lo comercial, de tal manera que no solamente seamos más fuertes en las negociaciones sino también que podamos mitigar las tendencias a la concentración del poder, donde el comercio internacional es un instrumento de las empresas transnacionales sobre los márgenes del Estado-Nación y de las propias democracias y donde lo global termina asfixiando las posibilidades de desarrollo nacional. Cuanto más coordinada y unificada sea la interlocución con los poderes tradicionales y los emergentes, más espacio de maniobra tendremos como región.

En síntesis, creo a rajatabla en la actualidad de los procesos de integración, en sus fortalezas y en la necesidad y urgencia de actualizar su potencial a la luz de las nuevas circunstancias.

Carlos Chacho Alvarez
Secretario General


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