Artículos de Opinión

   Palabras de Alejandra Trelles, de la Cinemateca Uruguaya, en el marco de las Jornadas de Cine, Cultura e Integración Latinaomericana.

Esas razones son históricas, es decir, son consecuencia directa de la historia de un continente marcado por la colonización y el imperialismo. Decir palabras como “colonización” o “imperialismo” suena a veces a un viejo discurso que ya nadie quiere oír, porque suelen relacionarse demasiado rápidamente con ideologías o tendencias políticas cuando, en verdad, son simples verdades históricas de un continente cuyas culturas autóctonas fueron diezmadas y donde el mestizaje cultural o la cultura que fagocita y transforma culturas ajenas, tardó demasiado en verse como cultura propia y valorarse como tal.

Hoy la penetración cultural tiene, quizás, métodos más sutiles, pero funciona con una eficacia arrolladora. Todos los años en Cinemateca hacemos un conteo de los estrenos del circuito comercial, discriminando por país de producción. No porque no sepamos lo que vamos a encontrar, sino porque nos interesa saber cuál es la medida de la desproporción.

Haciendo esto, nos encontramos, por ejemplo que el año pasado ha sido un año excepcional para las películas latinoamericanas. Y digo esto porque se estrenaron al menos películas de 4 países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Perú y México. No es lo corriente. El año anterior solamente se estrenaron seis películas argentinas y una brasileña. Este año, Perú (en coproducción con Argentina) logró, al menos, estrenar una película infantil: Rodencia y el diente de la princesa. Brasil estrenó dos en lugar de una porque en una de ella actuaba el uruguayo César Troncoso. Y México logró estrenar en Uruguay dos películas quizás porque una de ellas fue Cantinflas, una figura internacional y la otra, bueno, la otra transcurre mayoritariamente en Alemania…

Ese recuento de películas que hacemos arroja, por otro lado, una cifra absolutamente desproporcionada a favor del cine industrial estadounidense. En 2014 se estrenaron 119 películas de este país. Lo que significa que todo el continente latinoamericano, excluyendo los estrenos nacionales uruguayos, logra estrenar menos de un 20% de lo que estrena en Uruguay un solo país, los EEUU.

Esta situación, evidentemente, no va a revertirse sola ni es un problema que enfrentan únicamente los países latinoamericanos. Sin ir más lejos, a los poderosos países europeos les pasa algo similar en sus propios países y sólo a través de vigorosas políticas de apoyo y difusión han logrado mantener a sus cinematografías nacionales vigorosas en sus propios países y hacerse un lugar en los mercados extranjeros y, por ejemplo, Francia, logra estrenar en 2014 en Uruguay, 15 títulos.

Es por ello que las Jornadas de Cine, Cultura e Integración Latinoamericana que organizó la ALADI es algo para celebrar. Unas jornadas que contaron con dos actividades centrales, pero que, bien miradas, son tres.

Las dos actividades fueron el Simposio Internacional "Las Industrias Culturales como Herramientas de Integración Latinoamericana” y el Ciclo de Cine Latinoamericano, que se exhibió con entrada gratuita del 16 al 23 de mayo en Cinemateca Pocitos.

A modo de introducción a este ciclo de cine latinoamericano, Carlos Chacho Álvarez escribía: “América Latina necesita articular políticas públicas regionales de gestión cultural que permitan una verdadera puesta en valor de la creación, al tiempo que la acerquen al consumo popular. Para ello se necesita que los aparatos estatales de gestión y promoción de la cultura, de los medios de comunicación y de la empresa privada fortalezcan el rol no solamente creativo que tiene la cultura dentro de nuestras economías, sin el papel generador de riqueza que juega dentro de Latinoamérica.”

A ello, exactamente, apuntaron estas jornadas, a promover esa articulación necesaria entre nuestros países para trabajar en conjunto problemas comunes, entre los que se encuentra, por ejemplo, el de la distribución y exhibición del cine latinoamericano en su propia tierra –como demostraban los dramáticos números de estrenos comerciales-.

Antes decía que estas jornadas consisten en tres actividades, aunque parezcan dos. La tercera fueron los conversatorios, es decir la presencia de actores y directores que acompañaron las películas, conversaron con el público y ofrecieron ese valor agregado que solo suele verse en los festivales de cine, es decir, la oportunidad de intercambiar ideas con quienes estuvieron directamente involucrados en la producción.

Este ciclo de cine latinoamericano, trajo películas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Una muestra de la vitalidad y diversidad del cine del continente y que plantea una interrogante. ¿Hay alguna razón intrínseca a las obras que hacen que estas películas no lleguen a verse en nuestros países? La respuesta es un rotundo “NO”. Hagamos, entonces, que esta realidad, cambie.

Por Alejandra TrellesCinemateca Uruguaya

Nota: Las opiniones vertidas en el presente Artículo son de la exclusiva responsabilidad de su autor.

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