Artículos de Opinión

   ALADI: fortalecer la unidad en la diversidad en una perspectiva convergente

Hace 54 años, el 18 de febrero de 1960, el proyecto integracionista de los países de América Latina, dirigido a asegurar un mejor nivel de vida de su población, tuvo su primer hito fundacional con la firma del primer Tratado de Montevideo (TM60), que estableció la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio – ALALC- y tuvo por objetivo alcanzar una mayor integración económica entre los 7 países inicialmente firmantes, Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay, a los que posteriormente se unieron Colombia, Ecuador, Bolivia y Venezuela. Es así que, como parte de esta evolución, el 12 de agosto de 1980 los Gobiernos de los once países de la ALALC suscribieron el Tratado de Montevideo 1980 (TM80), instrumento que dotó al proceso de nuevos mecanismos dirigidos a proseguir con el esfuerzo integracionista. El 26 de agosto de 1999 se perfeccionó la primera adhesión al Tratado de Montevideo 1980, con la incorporación de la República de Cuba (12) como país miembro de la Asociación, Panamá (13) lo hizo en febrero del 2012, y ahora el camino está abierto para Nicaragua (14). El nuevo reto es la incorporación a ALADI de Costa Rica, Salvador y Guatemala, entre otros, para ampliar la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) hacia Centro América.

El TM80 supuso un cambio fundamental en la estrategia de integración y respondió a la necesidad de renovar el impulso integrador mediante la superación de dificultades advertidas en el marco de la ALALC, al no poder alcanzar el objetivo de conformar una zona de libre comercio en el período establecido. La ALADI se planteó como objetivo a largo plazo crear, en forma gradual y progresiva, un mercado común latinoamericano, en “un marco flexible”, y al abrir la posibilidad de crear relacionamientos bilaterales y subregionales permitir el desarrollo de un proceso de integración a distintos ritmos y con una perspectiva convergente.

El TM80, para alcanzar su objetivo, estableció un Área de Preferencias Económicas compuesta por tres mecanismos básicos: la Preferencia Arancelaria Regional (PAR), los Acuerdos de Alcance Regional y los Acuerdos de Alcance Parcial. Al mismo tiempo, este esquema se sustenta en cinco principios rectores: pluralismo, convergencia, flexibilidad, multiplicidad y tratamientos diferenciales, los cuales constituyen los pilares del Tratado Montevideo 1980. Además de los mecanismos y principios enunciados, el Tratado establece tres funciones de base: promoción y regulación del comercio recíproco; complementación económica; y acciones de cooperación para coadyuvar a la ampliación de los mercados. La organización institucional de la ALADI que está conformada por tres órganos políticos -el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores, la Conferencia de Evaluación y Convergencia y el Comité de Representantes (CORE)- cuenta asimismo con un órgano técnico: la Secretaría General. El XVI Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores se realizó el 11 de agosto de 2011. El XVII Consejo deberá proyectarse para agosto del 2014.

Hoy, en 2014, el objetivo estratégico es el “crecimiento económico con inclusión social”

La ALADI es el primer y más importante bloque de integración y comercio de la región, comprendiendo un área geográfica habitada por más de 500 millones de personas, cuyo ingreso promedio anual por habitante supera los 7.800 dólares.

El tiempo ha corrido muy positivamente a favor de los procesos de democratización y de otro lado, se requiere de una acción regional en la que la convergencia debe sustentarse en el firme compromiso con los valores democráticos y en el fortalecimiento del dialogo político, convencidos que la integración regional debe convertirse en una opción válida para dinamizar el desarrollo integral de nuestros países, evitando que la globalización acentúe las asimetrías y se convierta en un obstáculo para la eliminación de la exclusión social, la superación de la pobreza, la desigualdad y la violación de los Derechos Humanos”. Para el Perú de hoy, la integración regional constituye un objetivo prioritario y estratégico de la política exterior para promover el “crecimiento económico con inclusión social”.

De ALADI a CELAC, un destino común que apela a la creatividad y al pensamiento estratégico

El año 2012 tuvo un significado de excepción, un debate académico sobre la integración regional, organizado los días 1 y 2 de agosto por la Presidencia Pro Témpore de CELAC y ALADI se realizó con el objeto de presentar insumos para las recomendaciones a tener en cuenta en las dos reuniones de los mecanismos regionales y subregionales de integración que fueron presentados a la primera cumbre de jefas y jefes de estado y de gobierno de la CELAC, realizada en Chile los días 27 y 28 de enero del 2013. Luego de más de medio siglo se apeló a la necesidad de la creatividad; la realidad ya no tolera procesos rígidos sino flexibles.

Los expertos asistentes a estas reuniones, cuya sede fue Montevideo, destacaron, una vez realizado un balance sobre lo que ha sido la integración en los últimos 20 años, que se han desarrollado circuitos de comercio intraindustrial en la región, se establecieron instituciones financieras interesantes y exitosas en la región y se tiene conciencia de la importancia de nivelar a los países de menor desarrollo económico relativo (PMDER).

Igualmente, se identificaron deficiencias de los procesos de integración, entre ellas: la falta de estrategias nacionales de integración, la ausencia de pensamiento estratégico, una voluntad política insuficiente, la precariedad del desarrollo institucional y de reglas de juego redunda muchas veces en el incumplimiento de los compromisos asumidos por los países.

Asimismo se señala que los procesos tienen un excesivo carácter intergubernamental que dificulta el cumplimiento de los compromisos acentuándose la incertidumbre jurídica. La precariedad de las normas (reglas de juego) afecta la seguridad jurídica del intercambio comercial y las inversiones que, asimismo, ante las crisis, se imponen los criterios nacionales y la adopción de medidas proteccionistas por sobre los esfuerzos de integración, la falta de redes y cadenas productivas es otro tema desafiante, al igual que la deficiencia en la infraestructura física y de conectividad entre los países. La mayoría del comercio entre los países está dado entre empresas multinacionales que suelen imponer su propia dinámica, la integración aún no ha sido suficientemente internalizada por nuestros pueblos. Finalmente, hay una proliferación de mecanismos de solución de controversias. Los Tratados de Libre Comercio (TLC) que los países de la región suscriben con otros extra regionales tienen cláusulas de solución de controversias obligatorias. Esta es una parte muy débil del proceso de integración histórico en América Latina y el Caribe.

La integración no es el punto de partida sino el de llegada.

Por ello, el proceso de integración regional no puede ser visto sólo como una posibilidad de expansión de mercados y desarrollo de negocios privados, de por sí extremadamente importante para poder ampliar y diversificar nuestra producción, alcanzar economías de escala, generar empleos, mejorar la competitividad, entre otros; sino entendido como la sumatoria de esfuerzos que nos conduzcan a un modo de inserción internacional más balanceado y equitativo y que sea una herramienta esencial para contribuir con la inclusión social, la expansión del comercio intraregional, el crecimiento económico y el desarrollo humano con equidad.

La ALADI puede contribuir con un rol de organismo facilitador de los diferentes organismos creados, oficiar de vertebrador de ellos, y de complementador de instancias de integración diferentes, que permitan generar sinergias y evitar la duplicidad de esfuerzos. En esa lógica, hay que ser muy flexibles, realistas, evitar la retórica y establecer objetivos concretos.

El año 2014 la economía regional, dependiendo del país, continuará aún sufriendo los impactos directos e indirectos de la crisis particularmente como consecuencia de la frágil recuperación de la economía estadounidense, la recesión en la zona euro y la desaceleración de la economía china. En este escenario, las economías emergentes sentirán los efectos de una coyuntura externa desfavorable en las economías desarrolladas por varios factores (menor demanda externa de sus productos de exportación, mayores flujos de inversión de carácter especulativo, apreciación de sus monedas locales que afectarán la competitividad de sus exportaciones; entre otros). No obstante, se debe reconocer que, de manera general, la región se encuentra en mejor posición y condiciones para enfrentar el actual clima de volatilidad e incertidumbre de la economía global y con sólidos fundamentos económicos que permitirán enfrentar los impactos negativos de la misma. El desafío es afirmar la integración regional y una visión estratégica común.

Somos conscientes que la ALADI enfrenta actualmente importantes retos, que existen visiones distintas sobre el futuro del proceso de integración regional y los modelos de desarrollo, y que es necesario renovar el impulso integrador. No obstante, debemos desplegar nuestros mejores esfuerzos para buscar puntos de coincidencia, con pleno respeto de estos enfoques diferentes. En este sentido, creemos que: es preciso fortalecer la unidad en la diversidad.

Aída García Naranjo Morales
Embajadora de Perú ante el Uruguay
Representante Permanente ante ALADI y MERCOSUR

 

Nota: Las opiniones vertidas en el presente Artículo son de la exclusiva responsabilidad de su autor.

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